Capítulo 29 Querido guardián

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Pasamos una linda mañana de padre e hija porque hoy era su día libre, mientras mi madre había salido a reunirse con la madre de Alicia para ayudarle con algunos bocaditos sin azúcar que se había ofrecido a preparar debido a no poder asistir hoy.

Me había vuelto bastante cercana a la familia Ventura, me quedaba en casa de Alicia de vez en cuando aunque no volví a ver a su hermano en ninguna de esas oportunidades, me disculpé con ellos por la forma en la que lo traté ese día explicándoles lo que había sucedido aunque sin dar tantos detalles.

—Se lo tiene merecido —expresó con gran seguridad Alicia —Descuida él no está molesto contigo —añadió al terminar de escucharme, entonces ví a sus padres esperando su respuesta.

—No te sientas mal por eso, por el contrario gracias por hablar con él de esa manera —dijo su madre mostrando una sincera sonrisa que me hizo sentir mejor aunque algo confundida.

Me traía mucha paz su amabilidad, incluso estuve varias veces por allí aprendiendo a preparar postres con la señora Diana con quien era facil hablar sobre varios temas.

En casa jugamos unas cuantas partidas de ajedrez de las cuales ganamos dos cada uno terminando en un empate, luego nos pusimos a revisar una vez más algunos cuadros que teníamos en el ático que habíamos visto hace algún tiempo ya, logré encontrar uno que todavía no habiamos sacado de la envoltura.

—Papá, olvidamos abrir este —señalé recibiendo su atención.

—Hay que bajarlo para quitarle la envoltura con cuidado —indicó siendo el primero en bajar.

Bajé colocandolo sobre la mesa y papá salió de la cocina con dos vasos de jugo

—¿Recuerdas cuál puede ser? —preguntó tomando un sorbo.

—Ni idea —fui sincera —Creí que habíamos desenvuelto todo cuando llegamos —tomé el vaso.

—No subimos hace tiempo, se nos debe haber pasado. Bueno, despega ese lado con cuidado para no dañar el papel.

Asentí comenzando el trabajo, era más fácil romperlo, pero a mamá no le gustaba que dañaramos papel que podríamos usar luego, un gusto que adquirí con el tiempo.

—Ya está, ahora permíteme... —me aparté para que quitara el papel, fue un movimiento de auto protección no quería estar cerca si se rompía —¡Listo! —exclamó sacando el papel con éxito y dejandolo sobre la silla.

En la pintura estaba retratada yo con apenas unos cinco años, usaba un lindo vestido blanco con una linda tiara, de hecho se parecía mucho a la que usaba en ese momento.

—Pá, ¿acaso no es la misma tiara?

—¿Te diste cuenta? Allí te quedaba grande, pero ahora si se adecúa a tu cabeza.

—Que suerte —expresé impresionada de su calculo de la circunferencia de mi cabeza —Además por que luzco tan...

—Tan...

—Tan princesita —respondí y él se atoró con el jugo haciendo que golpeara su espalda para que pasara.

Me veía como una linda princesita lo que me generó algo de risa así que pregunté.

—¿Por qué estaba vestida así? —sonreí viéndome a mi pequeña yo.

Él se notó algo nervioso, pero contestó tranquilamente —Era tu cumpleaños así que quisimos vestirte así, era algo usual en las niñas pequeñas —mostrando una sonrisa al volver a  ver la pintura.

—Bueno, es verdad aunque como te digo no me acuerdo —confesé.

Subí a devolverla a su lugar en el ático cubriéndola adecuadamente para que no se ensuciara, cuando bajé me sorprendió mucho encontrar a mi padre en la cocina con el delantal que usualmente usaba mi madre.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora