Capitulo 21 Día de la fiesta

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La mañana del día de la fiesta fue muy tranquila, no tenía clases porque los profesores iban a tener una reunión así que lo aproveché en descansar, desayunamos y empecé a realizar algunas tareas pendientes para el día siguiente. Al terminar continué leyendo el libro de mi abuela ya que me faltaba muy poco para terminarlo.

Pasadas unas horas bajé a almorzar y al terminar volví a subir, mi padre entró unos minutos después para despedirse porque en su trabajo le habían pedido tomar el turno de la tarde y noche; y él era muy amable para rechazarlo así que tampoco nos acompañaría a la fiesta de la señora Grein.

Empecé a alistarme cerca de las 5:00pm, me duché y me puse el vestido con unas zapatillas blancas, como accesorios revisé algunos de los que tenía y me decidí por un brazalete dorado, cuando mi cabello terminó de secarse volvió a ser ligeramente ondulado, lo peiné y pasé por la habitación de mi madre.

—Má, ya estoy lista —le avisé sin abrir la puerta.

—Bajaré en unos minutos, espera un rato abajo Lya

—Bieen —respondí bajando las escalera y me senté en el mueble.

Mientras revisaba mi teléfono recibí una llamada de Todd.

—Hola —lo saludé —Ya casi estábamos por ir —me preocupaba llegar tarde, sentía que no estaba bien.

No te preocupes por llegar tarde, aún es muy temprano —respondió riendo un poco como leyendo mis pensamientos y me sentí tranquila por sus palabras.

—Sí, tienes razón, igual será una noche divertida.

Exacto, por cierto, quería avisarte, como no comes cosas dulces preparé algunos alfajores sin azúcar, estarán en la mesa junto con los otros bocaditos y segun yo están bastante ricos

—¿De veras? — eso fue muy considerado de su parte —Muchas gracias.

—No es problema, bueno me están llamando asi que debo irme.

—Claro, entiendo, hasta luego —me despedí.

—Nos vemos más tarde señorita —colgó.

Luego de terminar la llamada mi madre bajó con un vestido gris muy elegante que le quedaba perfecto.

—Que linda —se adelantó en los halagos apretando suavemente mis mejillas.

—Estás hermosa mamá —dije y ambas sonreimos.

—El vestido te quedó bien, ero... —sabía que no pasaría desapercibido mi calzado —No puedes ir con zapatillas —dijo un poco seria, ya esperaba esas palabras, pero no pensaba que se daría cuenta tan pronto.

Miré mis pies y me pusé muy firme —Sabes que los tacones altos nunca han sido lo mío.

Ella suspiró —Está bien —sonó más relajada, la ví subir por las escaleras y luego bajar con una caja detrás.

—¿Qué es? —pregunté curiosa.

—Sabía que dirías algo así, por eso conseguí estas para ti —dijo abriendo la caja y dejando ver un par de bellas balerinas blancas con brillos plateados a los lados muy elegantes, sonreí al verlas —Son un buen reemplazo para los tacones ¿no?

—Muchas gracias —le dije saltando a abrazarla, tomé la caja y subí corriendo a cambiarme.

—Lya —me detuvo —Te ves hermosa—dijo con una sonrisa.

—Soy tan hermosa como lo es mi querida madre —respondí con una sonrisa antes de continuar yendo a mi habitación.

Me pusé las balerinas observando como lucían en el espejo largo, eran de verdad muy bonitas, también me acomodé un poco el cabello antes de bajar.

Tomamos nuestros abrigos el mío blanco y el de mi madre gris, salimos y cerramos la puerta con llave antes de detener un taxi que pasaba por allí.

El lugar era muy hermoso todo estaba bellamente decorado con los colores dorado y blanco, al entrar solo habían algunas personas, pero no lograba ver a Todd por ningún lado.

—Lya por aquí —me llamaron, entonces voltee y ví a Felipe junto a quien parecía ser su hermano por su gran parecido alzando el brazo, mi madre volteó hacia el otro lado viendo a los padres de Felipe de pie en otro rincón del salón.

Nos acercamos primero a ellos y luego de saludar con formalidad —Puedes ir con Felipe yo estaré aquí con sus padres —mencionó mi madre.

—Anda, nos quedaremos por aquí —la señora Castian asintió con mucha cortesía y me retiré despacio.

Me acerqué a Felipe que junto a su hermano hicieron una reverencia inclinando la mitad de su cuerpo hacia adelante y yo respondí flexionando las rodillas como en los bailes antiguos.

—¿Por qué hacemos esto? —pregunté confundida ya que no era muy común este tipo de saludo hoy en día.

—Porque así se saluda en un baile —respondió Felipe con elegancia y reí un poco.

Ciertamente en la actualidad muy pocas personas realizaban bailes para celebrar sus cumpleaños porque ya no eran tan famosos como antes, la mayoría prefería otro tipo de música, con globos y hasta una hora loca en lugar de música lenta y buffet.

Ambos me parecían muy divertidos y tal vez porque mayormente asistía a bailes yo prefería el segundo y la familia de Todd que era muy tradicional pensaba lo mismo. Además ya casi nadie realizaba reverencias en los bailes y me impresionó que Felipe junto a su hermano lo supieran hacer correctamente.

—Un gusto señorita, soy Francis Castian —saludó educadamente su hermano mayor captando mi atención sus rasgados ojos azules.

—Mucho gusto, Lya Dumber —me presenté ya que nunca nos habíamos visto antes.

Hablamos por un momento sobre el ambiente, la música y mantuve una charla con Francis sobre sus estudios antes de que se retirara al recibir una llamada.

—Ha estado bastante pendiente a su teléfono, parece que nos oculta una novia a mis padres y a mí —bromeó Felipe.

—¿Estás celoso de que alejen a tu hermano?

—Puede que solo un poco —respondio mirándome de forma divertida.

De repente la música cambió y varias parejas se acercaron a la pista, volví a ver a Felipe que estaba viendome fijamente y sus ojos brillaban.

—¿Pasa algo? —pregunté viendo a los lados.

—No nada... solo que estás... muy bonita —mencionó muy tranquilo y seguro por lo que me sorprendí desviando la mirada.

—Gracias —le dije en voz baja —Tú... también te vez bien —agregué recobrando el valor y mostró una linda sonrisa.

Llevaba un traje negro con camisa roja y corbata negra que resaltaba su cabello rubio muy bien arreglado y sus ojos café se veían muy brillantes, nos pusimos a caminar alrededor del salón a paso lento.

—No sabía que vendrías —comenté de repente.

—Todd nos invitó a mí y a mis padres hace una semana.

—Ya veo, que bueno que hayas venido —mencioné deteniéndome con una sonrisa, era verdad porque necesitaba una visión extra para conocer todo lo que servían en el buffet que era algo que me encantaba averiguar, además de encontrar los alfajores que mencionó Todd.

—A mí igual —respondió.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora