Capítulo 40 Fuera de control

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Caminamos en silencio durante unos minutos.

—Por cierto ¿Por qué lo hiciste?

—Como es que cada vez que nos encontramos por accidente usted pregunta eso —respondí.

—Eso es porque cada vez que nos encontramos estás ayudando a alguien de improviso —dijo con impaciencia.

Desvió la mirada serio y por sus palabras me di cuenta a lo que se refería.

—Aah, bueno para empezar solo fueron dos veces —aclaré primero —Ella estaba distraída y la señora en el tercer piso pareció no darse cuenta de su presencia entonces sólo me acerqué por reflejo.

—Podrías haberla ignorado —dijo volviendo a verme —Debes pensar en tu seguridad también, no creas que alguien estará siempre para protegerte.

—Bueno un poco de agua lo máximo que me hubiese provocado es tener frío y lucía apresurada como si tuviera una reunión importante.

—Eso no es suficiente.

—De hecho —hice una pausa para que entendiera mi forma de verlo —Por la ropa y portafolio aseguraría que se trataba de una entrevista de trabajo, además la señora estaba distraída hablando con alguien dentro de la casa y por la altura, el agua no caería directo a un solo punto sino se esparciría como exactamente sucedió —expliqué —No lo hice por impulso como lo cree —lo pensé mejor —Bueno, tal vez un poco, pero analizó los detalles.

—Los analizas luego de actuar.

—No en todos los casos —me defendí —De seguro usted habría evitado ayudarla sin siquiera pensarlo —agregué algo disgustada.

—Es exactamente lo que hice —respondió con absoluta calma dejándome sin palabras, aunque mostrándose un poco reflexivo al final.

—Es tan tonto.

Avanzábamos a un paso no tan lento ni tampoco tan rápido, él iba del lado de la pista mientras yo de la pared, intentaba cambiar de lugares de vez en cuando, pero con ingenio él hacía que termináramos en el lugar inicial.

Se movió hacia el lado de la pared y aproveché para ir del otro lado, algo que me costó mi orgullo  segundos después al tropezar por un agujero en la irregular vereda alcanzando a mantener la estabilidad con una asombrosa maniobras, sin caer por fortuna.

—Deberías analizar mejor tu entorno —comentó sin ninguna intención de ignorar la escena.

Solté un gran suspiro a ojos cerrados —Gracias por el consejo —respondí con una sonrisa sarcástica abriendo los ojos para proseguir avanzando del lado de la pista.

—¿Cómo estás? —no pudo elegir una pregunta más neutral.

—Sobreviviré —respondí otorgando humor al ambiente —Aunque mi orgullo ante usted tal vez no tanto.

—Es por eso que te digo sobre analizar...

¡Pum!

La puerta de una casa fue abierta inesperadamente frente a él, sin poder evitar darse un golpe directo en la frente que de veras hasta pude sentir mediante el sonido, por concentrarse más en su explicación. Lo peor fue que la persona que salía regreso inmediatamente sin siquiera disculparse evitando sus quejas.

—No siempre debe de buscar tener siempre la razón, joven Henry, debe fijarse mejor en lo que lo rodea para tener una visión más amplia, fue lo que aprendí de una película —aconsejé como toda una sabia abuelita.

Bajó la mano de su frente —Lo tendré en cuenta —respondió sereno prosiguiendo su camino —Acaso no vas a...

—Además, ahora estamos a mano, acaba de perder el orgullo ante mí y no planeo olvidarlo pronto —reí observándolo pasando mi manos por su frente golpeada.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora