Capítulo 28 Mi cumpleaños

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Bajé a almorzar justo cuando mi padre llegaba de su trabajo así que los tres juntos disfrutamos de un bello almuerzo en familia, aunque no tocó el tema del rompecabezas podía sentir que ya lo sabía e igual que mi madre al acabar me dio un fuerte abrazo y una fina lágrima se deslizó suavemente por su rosada mejilla, sentía su tristeza, sin embargo, no entendía el motivo de su melancolía.

Subí a realizar las tareas que había dejado pendientes y un par de horas después estando agotada por el esfuerzo mental  me recosté en la cama mirando el techo para tener una de mis conversaciones conmigo misma sobre la vida.

Recordé lo que había hablado con Todd hace algunos días, cuando lo invité a mi cumpleaños, él me había dicho que el suyo ya había pasado y al no haberlo conocido en ese entonces me sentía mal por no haberle otorgado un presente así que comencé a pensar en que le gustaría, salí al jardín a regar las plantas por petición de mis padres y noté que los padres de Todd salían de su casa sin él.

—Buenas tardes Lya —me saludaron unido a una sonrisa  mientras caminaban rápido y vigilantes en dirección a la parada de autobús.

Les devolví el saludo e iba a preguntarles por Todd, pero al notar lo apresurados que estaban no quise retrasarlos, al entrar a casa y dirigirme a mi estudio mi mirada se centro en el cuaderno posado en la mesita al lado de mi ventana, me acerqué a abrirlo, allí se encontraban las rosas amarillas que había recibido en lo que iba del año, las había guardado dentro del cuaderno para conservarlas por más tiempo luego de notar que estaban empezando a marchitarse dentro del florero.

Me pareció extraña tal coincidencia del mismo tipo de flor, pero no profundicé en ello. Una de ellas apareció repentinamente el 14 de febrero en mi jardín enviada por alguien sumamente desconocido para mí y la otra era de Todd quien me la había entregado el día del cumpleaños de su madre como símbolo de su amistad, ambas tenían recuerdos grabados ya que las había recibido en momentos importantes de mi vida, así que decidí regalarle una igual suponiendo que también le gustaría.

Salí al jardín y con cuidado tomé un par que había ido plantando desde que recibí la primera, envolví su tallo con papel y algunas cintas, luego le mostré a mi madre como había quedado.

Ella lo observó detenidamente formando una sonrisa —A veces eres muy adorable —rio y me frustré un poco por su comentario mostrándoselo con la expresión en mi rostro.

—¿Por qué...

—Le gustará, es un lindo gesto —comentó cambiando mi expresión, entonces solo le dije que volvería en unos minutos y al voltear me choqué con mi padre que al verme con las flores recalcó.

—Que adorable —con una sonrisa burlona compartida por mi madre.

—Actúan muy raro —les dije antes de salir a casa de Todd para entregárselas.

Por suerte él se encontraba allí, hablamos un poco, además le prometí darle un mejor regalo para su próximo cumpleaños, él se notó triste al principio, pero luego sonrió y me alegro hacer que se sintiera feliz, luego regresé a casa, pero su expresión de antes me hizo cuestionarme ¿Por qué todos actuaban tan extraño hoy? Así que llegué a la conclusión de que simplemente no lo podría averiguarlo a menos que entrara a su mente, pero eso es imposible.

Cuando regresé de la casa de Todd encontré la antepenúltima pieza del rompecabezas a la entrada de mi casa, realmente me causó un escalofría viendo en todas direcciones, pensar de que tal vez había estado allí antes y solo no me había dado cuenta me tranquilizó un poco y planee repetirlo hasta convencerme por completo.

Faltaban tan solo tres día para mi cumpleaños número 16 usualmente al llegar a esta edad se realiza una gran fiesta, pero hablando en números eso sería exageradamente costoso prefiriendo mi plan inicial, un día tranquilo con amigos.

Mis padres me permitieron quedarme con el rompecabezas luego de tenerlo un buen rato, sospecho analizándolo, y sin encontrar motivo alguno para evitar que lo tuviera decidieron devolvérmelo, muy cuidadosamente coloqué la pieza que era una de las esquinas y ya solo quedaban las del centro, al no tener más tareas pendientes solo empecé a practicar un poco el piano que ya había dejado hace algún tiempo tocando una melodía tan suave y larga que sin darme cuenta ya era de noche por lo que debía bajar a cenar.

Luego de la cena, subí a mi habitación, me metí entre las cobijas y tomé mi diario de la mesita para empezar a escribir todos los sucesos acontecidos en el día, al acabar le di un repaso a las fotos en la portada y lo guardé en su lugar para poder dormirme tranquila, estaba muy exhausta.

30 de Noviembre

Desperté con una alegría inmensa, me sentía realmente contenta porque había esperado este día por mucho tiempo. Al fin pasaría un cumpleaños con amigos y con esto no quería decir que los anteriores fuesen malos porque realmente también me encantaron y me permitieron aprender muchísimas cosas, pero recalcó, este sería el primero que pasaría con amigos lo que me emocionaba bastante.

Al bajar de las escaleras mi madre fue a la primera que vi y ella me recibió con un abrazo felicitándome, luego vi a mi padre detrás de ella quien también me abrazo escondiendo un regalo detrás de él que educadamente pedí.

—Espera un poco, hasta después del desayuno —dijo mi madre.

Desayuné jugo de naranja con un sándwich de pollo, entonces esperé con mucha paciencia a que ellos acabaran, luego de recoger y lavar los servicios me senté nuevamente entonces mi padre, que había mantenido la caja sobre la mesa, tomando de la mano a mi madre que estaba sentada a su lado, dijo aclarando su voz.

—Hoy cumples maravillosos 16 años, agradecemos poder haberte criado, te convertiste en una maravillosa persona y jovencita muy madura, valiente que podrá afrontar lo que se viene, creemos que eres muy fuerte y confiamos en ti; eres y siempre serás la princesa que tanto amamos —terminó diciendo algo que me pareció bastante ensayado por lo que no pude evitar una pequeña risa junto con mi sonrisa y mi madre me acercó la caja rectangular, al abrirla noté algo que jamás imaginaba.

La parte de princesa había sido menos figurativo de lo que creía ya que ahora tenía una tiara frente a mí, debo admitir que por mas extraño que fuera que me gustó, era muy hermosa con los detalles y el color plateado era simplemente encantador.

De repente mi madre se acercó y gentilmente levantó la tiara, me puse de pie e incliné la cabeza con ligereza, entonces ella me la colocó suavemente diciendo —Feliz cumpleaños número 16, mi princesa —con una sonrisa y ligeras lágrimas brotando de sus ojos, voltee a ver a mi padre que resplandecía de felicidad e hizo una reverencia.

—Que hermosa princesa —comentó él, de veras habían amanecido muy raros, yo sonreí en parte de felicidad y en parte con un poco de confusión por lo muy extraños que actuaban dejándome llevar por sus ideas, pero rápidamente volví a la realidad.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora