44. No quiero despertar

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Mis ojos comienzan a centrarse en una oscuridad de la realidad. Siento el pesa de mi cabeza, de mi cuerpo y los latidos de mi corazón ahora relajados. No abro los ojos, siento un dolor de cabeza que deseo volver a la fase rem, pero es demasiado tarde. Siento frío de la nada y abro los ojos levemente, para ver si aún llevo mi abrigo. Sí, lo llevo, pero tengo frío igualmente.

-Diane - oigo la voz a mis espaldas.

Alzo mi cuerpo con mis manos y brazos. Sentada en el colchón, del cual no sé cómo he llegado, y no me atrevo a girarme. Entonces recuerdo. Su rostro, sus facciones y su cabello. La imagen de su sombra, su vestimenta y su posición. Me giro en seco, sin pensármelo más, y se encuentra ahí. La imagen de un fantasma sentado en el suelo, observándome. Me pongo nerviosa, mi respiración se acelera y él lo ve. Se intenta acercar a mí, con ese rostro compasivo. Veo su mirada llena de añoranza. Intenta tocarme y acercarse a mí, pero no dejo ni que me roce. Esto debe ser cosa de imaginación, me estoy volviendo una demente.

-Diane, no me temas, por favor - murmura -. Es difícil de creer, pero estoy aquí.

-Tú no eres Bruce, ¿quién cojones eres? - mascullo levantándome.

-Diane, te jur...

Sus palabras son frenadas por mi duro golpe en su pecho. Ha caído de espalda en el suelo, pero rápidamente se ha levantado.

-No sé qué te ocurre, pero basta, por favor.

No le oigo, no quiero hacerlo. Bruce está muerto. He llorado, he sufrido, me he hundido, he luchado, he peleado, me he hecho daño y he huido con tal de superar la idea y asimilarlo.

-Bruce está muerto - mascullo acorralando su cuello contra la pared, evitando así que respire -. ¡¿Eres un truco?!¡¿Cómo sabe ese cabrón...?!

-¡Diane...! - dice con la voz apagada y el rostro rojo, sin embargo no trata de apartarme - Soy... yo...

Sus manos no tratan de alejarme, sino que se apoyan en mis brazos. Sus ojos no se apartan de los míos. Ahora, así, sintiendo su agarre, sé que no es producto de mi imaginación. Dándole vueltas, mi ante brazo que se encuentra evitando que el oxígeno pase por su cuello, aflojo ese duro obstáculo. Toma aire rápidamente y recobra su color. Se despega de la pared y yo me alejo muy poco. No puedo dejar de observarle. No dice palabra, pero es obvio que tiene miedo de cómo vaya a reaccionar de nuevo.

-Tú moriste - murmuro.

-Sí.

Mi rostro se encuentra confuso, no entiendo nada de nada, ni mis propias emociones. Mis manos se alzan y toman sus brazos levemente. Suben hasta sus hombros, palpando mis manos en su ropa. Mis ojos siguen mis manos mientras que él no hace nada, solo puedo ver su torso subir y bajar, tratando de controlar su respiración. Mis manos suben a su cuello para que mis ojos acaben encontrándose con los suyos. Siento su cuelo, su nuca y cabello. Está distinto. Le ha crecido y está despeinado. Me atrevo y le acaricio desde adelante hacia atrás. Tiene intenciones de hablar, pero no lo hace. Raramente, me siento bien de la nada. Le toco el rostro. Sus mejillas, barbilla, frente... También tiene una barba de unos pocos días. Ha soltado una pequeña sonrisa. Siento mis manos débiles. Mis manos, mis piernas... Tiemblan al igual que mi interior. No dudo más y le beso. Hago que abramos nuestras bocas cuanto podamos. Me aferro a él. Aún sigo sin creer que esté aquí. Prefiero no descubrir aún si es una mentira. Esto es muy real. Sus manos repasan mi espalda, pero mal. Por ello, me quita la chaqueta. Me abraza mientras nos besamos de la manera más voraz posible. Sus manos fuertes bajan hasta abajo de mi trasero y me alza. Enrollo mis piernas sobre su cintura y me lleva hacia la misma pared. Me besa el cuello, es él ahora quién decide soltarse. Sus besos se reparten como la espuma aunque se encuentre mi camiseta entre sus labios y mi piel. Puede que esto sea una falsa felicidad, que sea solo un sueño, pero no quiero que pare. No quiero. Mis ojos inician a llenar de lágrimas tratando de expulsar alguna manera el dolor que siento, recordándose esos meses de dolor y ausencia. Sin Bruce, ni ganas de nada. Comienzo a sollozar en voz alta. No me freno. No temo llorar. Hacía mucho que no lloraba libremente en frente de alguien. Bruce frena sus besos y sé que me observa. Me baja levemente hasta que mis pies rozan el suelo. Me mira a los ojos hasta que me abraza. Me abraza fuertemente, y yo no puedo dejar de llorar.

-Me has tenido que pegar una paliza para creerme, tengo miedo en lo que me pueda pasar después - murmura al lado de mi oído, soltando una leve risa.


Batman: The Dark Is BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora