Batman: The Dark Is Back

43. Supervivencia

D I A N E

Han pasado exactamente tres meses y medio, y sigo viva. Mis condiciones no son precisamente de lujo, y fue en el primer mes el periodo más duro. Nunca supe qué era la pobreza y el pasar hambre. Mi familia se encargó de que así fuera. Por desgracia para toda la ciudad, este período que sufre Gotham, no es precisamente un río de riqueza y bienestar. Pasé hambre y frío, y es la peor sensación que se puede tener. Entendí así que necesitaba avanzar. La gente ahora roba y saquea casas, locales... ¿Por qué no yo? Actué la primera noche entrando en un supermercado que se encontraba medio saqueado. Era en la madrugada y afortunadamente no me topé con nadie. Cojo las suficientes para una semana.

Durante el segundo mes, ya fue cuestión de adaptarme. Conseguí encontrar un lugar donde nadie, fuera del bando que fuera, pudiera encontrarme. Es un lugar ciertamente peligroso, pero gracias a los artilugios de Batman puedo acceder fácilmente. Se trata de una fábrica abandonada. Bueno... En realidad media fábrica. Es un edificio del cual gran parte de él se encuentra destruido. Es muy difícil acceder a él, ya que a su alrededor existe una gran brecha que separa y rodea la fábrica con el asfalto de la cochambrosa parte de la ciudad en la que se encuentra. Casi nadie está ahora en la que era la parte delictiva de la ciudad, ya que ahora los que estuvieron ahí disfrutan de las calles de los civiles más adinerados y de sus casas. El edificio se sostiene por la estructura interior metálica, solo es la piedra que del accidente que hubo pues se ha ido destruyendo. Creo.

Y así llevo. Eso solo es la parte de cómo sobrevivo, no la de cómo remato el tiempo. He estado tratando de enviarle un mensaje a ese lunático. Cada noche, el Joker manda patrullas de dos hombres por varias calles, tratando de protegerse. Rodean la zona en la que se encuentran con tal de no sufrir ningún golpe contra él. Me he dedicado a noquear a esos guardias por semanas. Y el mensaje ha sido recibido. Ahora envía patrullas de cinco y van armados.

No me reconocerán. Voy tapada de arriba a abajo y no tienen ni una pista. Pelear se ha convertido en algo usual y cada vez lo disfruto más sabiendo que cada vez estoy más cerca. Voy a por el Joker y nadie me puede detener.

Ahora, a las tres y cuarto de la madrugada, me encuentro llegando y subiendo al edificio. Hoy no ha habido caza, pero sí que he ido a un supermercado a buscar las provisiones de la semana. Subo a la planta alta con el cinturón de Batman, cogiéndome a un gran hierro y llevándome arriba. Salto de una vez para tocar ese suelo de la planta superior y deshago el enlace de la cuerda con el hierro. Cuando dejo la mochila llena de comida y agua en el suelo, me quito la gorra que me tapa todo el rostro excepto los ojos y la boca. Deshago la cola de mi cabello y en darme la vuelta, noto algo. Me percato de que en la oscuridad de una pared hay una figura humana. Reacciono de inmediato y lanzo una flecha de hierro. El ser la esquiva con facilidad y yo me acelero a ir a por él. Trato de golpearle pero solo hace que esquivar mis ataques. Me cabreo cada vez más y opto por coger una barra de hierro del suelo. Grito a cada esfuerzo que hago, a diferencia de mi oponente. Suelto la barra de hierro y en cuento puedo consigo al fin darle n¡un golpe en el estómago.

-Diane - masculla, alejándose de mí todo lo que puede -, espera...

No le iba a hacer caso, pero viendo que no se mueve, y en vez de atacarme hace otras acciones, me freno. Lo que hace el hombre el cual aún no he visto el rostro, es quitarse la capucha para hacer precisamente eso. Sale de la oscuridad y yo siento que me desvanezco. Siento náuseas, mareo... Necesito tumbarme, pero necesito despertar de este sueño de inmediato.

-¿Q... Qué...? - murmuro, me cuesta respirar.

-Diane, soy yo. Bruce. Estoy bien, estoy vivo...

Tras oír esas palabras, siento mi cuerpo aún más pesado y me cuesta sostenerme. Por el contrario, mis párpados quieren seguir abiertos para tratar de creer lo que mis ojos ven.

-¿Bruce? - murmuro.

Siento que ya no puedo. En un intento de mantenerme calmada, me hundo en una absoluta oscuridad cayendo rendida al suelo.