47. Abrazos

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En el camino despejado, podemos ya ver la gran mansión. La sensación de verla después de un tiempo es remordimiento. Me fui despidiéndome en unas cartas donde, a demás de hacer daño, les pedí a ambos un favor: que no me buscaran. Ahora las cosas han cambiado y voy a volver a un lugar donde me han ofrecido de todo y yo me largué. No me siento mal por ello, de todas formas. Aunque sea egoísta, lo hice por una buena razón.

El coche está frenando a unos metros de la entrada. Puedo ver en el rostro de Bruce, mientras apaga el motor del coche separando unos cables, unos nervios que se centran en su ceño fruncido.

-Podéis bajar, ahora vamos - les digo a John, a Judith y a Michael -. Solo... esperad unos segundos.

John asiente con una sonrisa y es Judith quien sale primera tomando la mano de su marido al que ayuda a salir. Michael sale por su cuenta en la puerta contraria. Una vez se cierran las puertas, Bruce despierta de un trance sorprendido.

-¿Bruce? - murmuro - ¿Estás bien? No tienes porqué estar tan tenso.

-No se trata de volver a ver a Alfred o a Lucius - murmura reposando sus manos en el volante -. Es solo que... cuando nos hemos encontrado a tu amigo y a su familia... Ha sido como ver un reflejo.

No entiendo en un principio, pero entonces lo recuerdo. Sus padres. Reposo mi mano en su nuca, acariciándola.

-Me parece que deberías alegrarte.

Me observa confuso.

-Están aquí. A salvo.

-Por ti. Me quedé completamente helado. Lo siento.

-Lo importante es que ahora estamos aquí, los hemos traído a la mansión y están a salvo. Ahora en vez de pensar en el pasado o en otras personas, piensa en ti un poco. Tienes una cuenta pendiente.

Bruce me mira mientras asiente, aún aferrándose al volante.

-Voy a salir, y voy a a llamar a la puerta. Espero que Alfred no me tenga mucho rencor...

Hago lo que he prometido hace pocos segundos y salgo del coche. Sin pensármelo mucho y haciendo ver que suelo llamar a esa misma puerta, me acerco a ella y toco el timbre. Oigo cómo el sistema de seguridad se desactiva y la puerta frente a mi se abre. Efectivamente, quién la abre es Alfred. Su rostro de sorpresa me da una rápida punzada al corazón.

-Diane...

-Alfred - trato de sonreír -. Oye, sé que no tengo derecho a...

Mis palabras son interrumpidas por un repentino y cálido abrazo de Alfred. Le correspondo agradecida. En separarnos, su sonrisa empieza a aparecer.

-Alfred, tengo dos cosas - le digo.

-¿Qué? - ríe sin entender.

-Verás, ésta... - digo mientras me aparto dejando ver a Judith, John y Michael - familia son amigos míos y necesitan un lugar seguro.

-Hecho - sonríe mirándolos -. Pasen, por favor.

John, sin dejar de murmurar una y otra vez "muchas gracias", entra con su familia hacia dentro. Los ojos de Alfred se vuelven a posar en mí, y caigo en que toca hablar del segundo tema.

-¿Y bien? Pasa, mujer.

-Uhm... Alfred, aún queda alguien para entrar.

Oigo como se cierra la puerta del coche y me asomo hacia la derecha. Me encuentro a Bruce acercándose lentamente, dejándome hablar a mi primero para preparar a Alfred de la situación.

-Pues que pase, hay sitio para más - ríe, sin entender la situación.

-Alfred, primero quiero que sepas que ni siquiera yo sé porqué y cómo... - empiezo - pero necesito que te tomes esto con calma. Es difícil y sé que en un principio será increíble, pero... bueno... que...

-Francamente, me estas asustando, Diane - espeta Alfred -. ¿De quién se trata?

Vuelvo a asomarme para decirle con un simple gesto de manos a Bruce que se acerque y se muestre. Sigo mirando los pasos de bruce hasta que se asoma y es una figura totalmente puesta a la vista de ambos. El rostro de Alfred se paraliza en una seriedad que se transforma en angustia. Sufro de tan solo verlo.

-Q... Que... - murmura.

El rostro de Bruce se ve afligido, evitando echar las lágrimas.

-Alfred - murmura -, estoy vivo.

-Esto... ¿qué clase de broma es esta? - espeta levemente.

-No es ninguna broma - responde Bruce -. Estoy aquí.

Alfred siente que quiere llorar, se ve en sus ojos rojos, pero lo evita. En su lugar, se abalanza hacia él y lo abraza. Bruce le corresponde como si hubieran pasado años sin verle. En este abrazo veo la complicidad de una relación fraternal. Se separan y se miran con unas amplias sonrisas en sus rostros.

-¡Vamos, pasad, pasad! - dice Alfred dándonos paso hacia adentro.

Batman: The Dark Is BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora