24. Lo siento

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Lo último que recuerdo de aquella cena es una última copa de vino, unas cuantas palabras y un suceso inolvidable.


F L A S H B A C K


- Tengo una última pregunta - le pregunté mientras recogíamos los platos de la mesa -, ¿cuándo aprendiste a cocinar?

-Alfred me enseñó - sonrió.

Me enternecí. Oír hablar de Alfred y Bruce me viene a la mente la imagen de un padre y un hijo.

-Fue como un padre para ti, ¿cierto? - me atreví a preguntar en un murmuro.

-Nunca se lo he dicho pero... sí.

Respondió mientras nos dirigíamos a la cocina para dejar los platos sucios, y yo le seguía por detrás con una leve sonrisa. Recuerdo que en esos momentos no podía recriminarle nada a Bruce. Me habló de él, de sus pensamientos, de lo que suele hacer... Claro que el precio era el mismo y yo le respondí las mismas preguntas. Y algo había cambiado, pero la pregunta esencial sigue. Bruce no es el mismo cuando nos vemos en público, es otro, uno peor. Finge, y no entiendo por qué. Sé perfectamente que el ser famoso conlleva una pérdida de privacidad, pero de eso a fingir que eres quién no, pues... no lo entiendo.

Tras dejar los platos en la pica, quise ayudar a lavarlos, pero el me detuvo.

-No, vete a descansar, ya lo hago yo - me dijo mientras se mano se encontraba sobre mi hombro desnudo.

No sé qué sentí. Tenía la mano algo fría e hizo que un escalofrío recorriera la zona del hombro. Me lo quedé mirando, embobada y estúpidamente. No me había percatado, estábamos cerca. Nos miramos, y supongo que las copas hicieron algo. Bruce bajó la vista hacia mi mano y la tomó delicadamente, como si tuviera miedo de hacer de más, pero yo no dejaba de mirarle. No le miraba, le admiraba como si de una obra de arte se tratara. Mis ojos no se despegaron de su rostro, en especial sus labios. Quería, y lo hice. Necesitaba por una vez en mi vida hacer lo que yo quería, y le besé, y sin miedo. Le tomé la nuca y lo hice. Me atreví, pero hubiera deseado tener más valentía para que fuera más intenso y que pensara "el mejor que me han dado en la vida". Fue largo y algo cortado, pero tuve bien claro que le robé le aliento cuando en separarnos tuvo que coger aire. Tenía las mejillas rosadas, su tono de piel hace que sea más notorio.

-Buenas noches - me limité a decir casi sin mirarle y me fui a mi habitación.



Mis ojos miran el techo estúpidamente mientras mi mente reproduce una y otra vez aquel momento. Siento mi corazón latir a una velocidad que no es normal para alguien que se acaba de levantar. Los hechos son los hechos, y está claro que siento algo por Bruce Wayne.

De golpe, oigo un fuerte llamamiento a la mansión. Suena varias veces seguidas y a toda prisa el timbre, cosa que me alarma un poco. Me levanto rápidamente de la cama y salgo al pasillo. En ese momento me encuentro con Bruce, que también parece sorprendido por la repentina visita, y algo cabreada, al parecer. Se acerca a mi, y me dice:

-Quédate aquí, no bajes las escaleras y procura no ser vista. Es más, mejor no te asomes, si oyes pasos subiendo la escalera, te vas a las habitación corriendo, ¿de acuerdo?

Yo me limito a asentir algo estupefacta por la seriedad que ha pillado. Asiente y se va a la entrada. No puedo evitarlo, he de ver. Asomo mi cabeza levemente y veo a Alfred y Bruce encontrándose en la puerta, con un timbre que no deja de sonar. Bruce finalmente abre.

Batman: The Dark Is BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora