En Gotham...

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Se sabe que la noche y el sueño ha cesado cuando no se oye nada. Aunque fuera Gotham, una ciudad que tampoco duerme ni descansa, que las luces solo se apagan alguna vez por precaución... Aunque fuera Gotham, la parte oscura y dañina siempre estaba ahí.

Las luces se habían encendido a gran velocidad por la mano que dio con efusividad al interruptor, haciendo que un estruendoroso golpe regurgitara las demacradas paredes. El Jefe está nervioso, y eso, sus secuaces, lo sabían. Por ello también cesaban al silencio con temor. El Jefe, tras cruzar el alargado, oscuro y mugriento pasillo, entró en la habitación, la única que había, y se sentó en aquella butaca que ya repudiaba de estar sentado en ella horas y horas de los días y semanas anteriores.

-¿Cuando? - murmuró mirando al suelo, sentado en una postura nada cómoda y con el rostro escondido entre la sombra y su cabello.

El resto de hombres, los cuatro que habían más el hombre grande y musculoso, nunca conseguían entenderle. Nadie lo hacía. Y no era porque hablaba mal debido a ciertas circunstancias faciales, sino por lo qué decía sin tener sentido alguno. Eso, o es que sus secuaces eran lo suficientemente estúpidos. Así que se quedaron ahí, mirándose los unos a los otros desde oscuros rincones.

-¡¿Que cuándo estará listo?! - espetó a gritos sin moverse ni un ápice.

En oír el tono de su voz, todos, incluso el que más valiente se creía, sintieron las palpitaciones de sus corazones ir a un ritmo temerario. La tensión era notoria, y ahora no se miraban porque no sabían qué estaba diciendo, sino para rifar a ver quién se atrevía a responder. El último que le respondió a una pregunta acabó con una bala en el cráneo. Nadie abría los labios, ni se atrevían casi a respirar. Apretaban sus dientes imaginándose que salían escopeteados de la habitación.

-Tienen que avisar - respondió uno de los cinco, el más loco y estúpido, a juzgar por las miradas que los otros le estaban echando.

-¿Qué? - masculló el Jefe.

-Tienen que enviar un mensaje, Jefe. Ese era el plan - se atrevió de nuevo a hablar.

De la butaca se levantó con fiereza. La rodeó cuál tigre observa a su presa, y en aquel instante en que vio los destacables ojos por la oscura contornación que el Jefe llevaba, solo en ese instante, sintió que su corazón se paró y supo que había metido la pata. Sentía su respiración a pocos centímetros de su rostro. En su mente ya estaba rezando, pero se mantuvo firme. Una gota de sudor era el centro de atención de la bestia que tenía delante. Lentamente, acomodó su guantelada mano en el bolsillo derecho de su alargado y colorido abrigo, y sacó la mano de la misma manera. Con la otra, tomó precipitada y fuertemente una mano del ahora sudoroso hombre.

-Gracias... - murmuró -. Es cierto. Ese... era el plan. Gracias...

Sobre la mano del hombre sorprendido pero aún acongojado, depositó un objeto con total delicadeza, para luego volver a sentarse en la butaca como si nada hubiera sucedido, como si fuera un solo juego de tantos otros que le gustaba jugar. El hombre se dio cuenta que sus manos estaban temblando con tan solo verlas de pasada, pero sus preguntas ahora estaban en el objeto. Abrió la mano con lentitud. No se fiaba para nada, ya que, aunque fuera un loco, sabía de sus juegos y trucos de magia. En su mano había inmóvil una carta de una baraja. Le dio la vuelta, y observó aquel amistoso y extraño dibujo del Joker.

Batman: The Dark Is BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora