23. Una pausa

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Un día nuevo, aunque ya son las siete de la tarde. El estar desaparecida es aburrido. No tengo nada que hacer y en el exterior es imposible, no me la puedo jugar. No sé a qué estoy esperando realmente. Quiero hacer algo, pero no se si es posible. ¿Escaparme sigilosamente de Gotham? Podría, pero no sé. Me paso horas intentando pensar porqué soy yo la persona que quiere el Joker, pero no me viene ninguna idea a la cabeza. Cada vez que recuerdo lo sucedido, me nublo. Se nublan mis recuerdos como si hubieran pasado años de ello, quizás mi cabeza no quiere recordarlo nunca más, y lo agradezco.

Otra cosa que he hecho es no ver a Bruce en dos días desde aquel encuentro en la biblioteca. No sé si me evitaba. Parecía tan confiado cuando me dijo aquello... Estoy cansada de la palabra "conocer" y "saber". Desde que conozco a Bruce, son las únicas que se remarcan en mi mente, y me agota en parte, pero mayoritariamente, no puedo dejar de pensar en ello.

Ahora estoy en "mi habitación", o mejor dicho la habitación que se me ha asignado. Tumbada en la cama, mirando por la ventana viendo como el se marcha. La mansión tiene buenas vistas por el hecho de que solo se visiona campo a sus alrededores y el mar. ¿Qué estará haciendo Bruce?¿Sigue en la mansión? ¿Debería verlo? No. Es estúpido. Digo que es estúpido, pero lo veo coherente. No estoy haciendo nada, pierdo la noción del tiempo desde hace días y ahora mismo el único que me hace conectar con la realidad es él.

El cielo muestra ahora unos tonos azulados, naranjas y rosas. Monet pitaría algo hermoso de ello. Mientras miro el cielo, mi estómago suena. La verdad es que, aún con todas las veces que Alfred insista en que coma, en la mayoría no lo acabo haciendo. Así que, bueno, voy a la cocina. Una vez atravesado el pasillo y bajado las escaleras, me dentro a la cocina, oyendo en cada paso que doy silencio absoluto. Quizás no está ni Bruce ni Alfred. Enciendo la luz de la amplia y lujosa cocina y me adentro para poder ver qué puedo hacer para cenar. Creo que tampoco me voy a complicar... Me hago un bocadillo y punto, pero en el momento que iba a coger las cosas para hacerlo, lo oigo.

-¿Qué haces?

Bruce se encuentra parado con los brazos cruzados en el umbral de la puerta. Yo me he quedado algo estática, quizás del susto.

-Bueno... Iba a hacerme algo de cenar - respondo, apartando la mirada de él.

No añade más, simplemente viene firme hacia la nevera, hacia mi lado, y coge ciertas cosas de ella. Yo no digo nada porque quiero ver qué hace. Rodea la mesa de madera y se dirige al brillante y frío mármol que hay frente a ella, donde deja lo que ha cogido.

-¿Te gusta la pasta?

-Sí - me limité a responder, sin dejar de mirar como sus manos doblaban hacia atrás las mangas de su camisa.

-Bien, a mí también - sonríe sin mirarme -. ¿Tomate o a la carbonara?

-Ambos.

-¿Pero cuál prefieres? - ríe.

-Carbonara - respondo, y aún no sé porqué.

-Yo tomate - sonríe, dice mientras hace, lo que supongo, cocinar pasta -. ¿Lo ves? No es tan difícil.

-¿El qué?

-Conocernos - me sonríe, con obviedad.

Iba a decirle que no le iba a seguir el juego, porque sé lo que intenta. Iba, pero lo he repensado. No tiene caso que me queje y luego haga lo que sea para evitar resolver el problema y luego volver a quejarme. Creo que podemos hacer una pausa de esas dudas.


Bueno, mientras Bruce cocinaba, me iba preguntando cosas sobre mis gustos, y yo de los suyos. Libros, música, pasatiempos, hobbies... Las cosas sencillas. Durante la cena y en su final, fue cuando comenzamos hablar de lo que ya no era tan sencillo. La noche y la luna ya estaban presentes desde hace ya rato. Estábamos

Batman: The Dark Is BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora