Capítulo 25

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—¡VIVA MÉXICO, CABRONES!— Ángel y yo soltamos carcajadas enormes después de ver cómo Rick grita desde arriba de una mesa con una botella de tequila en su mano.

Me siento mareada y mi campo de visión se ve algo borrosa, creo que estoy muy ebria. Pues no paro de reírme por cualquier cosa, todos aquí estamos ebrios pues nuestra lengua se traba al intentar hablar, apenas y logramos entendernos.

Me sirvo otro trago de tequila y me preparo para lo que viene. Lo bebo haciendo mi cabeza hacia atrás para que pueda pasar sin dificultad el licor. Siento como el ardor irradia en mi garganta, cierro los ojos con fuerza haciendo muecas extrañas.

—¡ECHELE MI GUERO!— grita el señor Pedro desde su silla.

Doña Bere suelta una carcajada enorme que hasta llena de risas la estancia. En cambio yo solo me asusté y ella aún más río al igual que todos.

Doña Bere y el señor Pedro son abuelos de Ángel. Ellos se vinieron a vivir acá en Nueva York hace cinco años y para ellos ver mexicanos aquí en su restaurante (al menos yo) se siente como si estuvieran en Mexico.

Aún me siento muy mareada, literalmente el piso se mueve al igual que todo el lugar. Siento mi cuerpo sin fuerzas, pero a la vez con la energía para seguirle la corriente a Rick. Se que si intento levantarme besare el suelo y no podré ponerme de pie, será una difícil tarea para mi. Así que decido quedarme en la silla a ver el espectáculo.

Rick lleva puesto un mostacho mal acomodado, un sombrero enorme y un sarape de colores opacos.

Sigue arriba de la mesa y no para de hacer el grito mexicano, después de varios intentos al fin que ya lo logro sigue y sigue gritando todo el tiempo cada vez que se termina y comienza una canción mexicana.

—¡Hay que hacer guerra de tragos!— sugiere Pedro y después mira a Doña Bere pícaramente.—¿que dices gorda?— sonríe y ella asiente.

El mariachi loco quiere bailar...

Comienza una nueva canción y este vuelve a realizar el grito mexicano. Yo me asusto apunto de caerme de la silla, pero unas manos lograron sostenerme y me levanta de la silla diciendo:—¡Hay que bailar! Esta canción me encanta– intento reconocerlo pero estoy demasiada ebria como para poder identificar a alguien.

De pronto todos comienzan a bailar con esta canción, mientras tanto yo el tipo que me salvo de un golpe contra el suelo me tiene dando vueltas por todo el restaurant. De pronto siento como la bilis sube por mi garganta, me detengo en seco y apoyo mis manos en mis rodillas agachándome lista para vomitar.

—¡La guera no aguanta nada!— escucho como Pedro ríe a carcajadas, pero lo ignoro y me concentro en no vomitar. Entonces unas arqueadas se escapan de mi boca y siento cómo está apunto de salir pero antes de eso me armo de valor me levanto y regreso la bilis.

Siento como mis ojos están húmedos, pues fue fuerte el esfuerzo que hice al hacer la arqueada. Pero gracias al cielo pude evitar una tragedia.

—¡Es todo mija!— escucho gritar a Rick y yo miro en dirección hacia el, levanta la botella de tequila y grita una vez más:—¡ERES UNA CHINGONA!— suelta un grito mexicano y de pronto se tambalea en la mesa, abro los ojos como platos, mi corazón late muy fuerte y siento como mi piel se eriza.

Se cae.

Todos corren hacia el y yo al dar el primer paso tropiezo, Doña Bere se da cuenta y suelta una de sus carcajadas que llenan toda la estancia.

Ángel se precipita a toda velocidad para levantarme, me ayuda y pregunta:—¿Estas bien?— yo solo asiento con la cabeza evitando abrir la boca porque se que si lo hago diré cualquier estupidez.

Demon| Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora