Demon| Bill Skarsgård

Capítulo 46

Chad

—¿Cuanto tiempo me tendrás aquí secuestrado?— pregunto en un tono molesto a Rick.—Recuerda que trabajo y tengo que partirme el lomo para llevar algo de dinero a mi familia— le hago recordar que trabajo en el restaurante.

—Hasta que hayas cumplido con tu misión— dice sin dejar de leer el periódico.

Comienzo a desesperarme, esto de estar aquí como un idiota amarrado no me gusta. Necesito ir por April.

—¿Porque no vamos de unas vez por ellos?— intento zafarme pero las ataduras están muy apretadas.

—¿Sabes? Es lo mismo que me pregunto— aprieta los labios y chasquea los dedos.—¡Vámonos y traigan al chico!

April

—Carajo, te dije que no lo hicieras— dice entre dientes pero frente a mi solo está un grupo de chicos vestidos en un estilo Hippie.

—¡Hola! Mi nombre es Samara y estos par de idiotas son mis amigos— siento una gran emoción por estas personas que se están presentando, es como si estuviese prisionera en un manicomio y por fin haya salido.

—¡Hola!— sonrío con mucha alegría.

Bill llega detrás de mi sin camisa, atrayendo las miradas de las mujeres y hombres.

—¿Qué es lo que quieren?— dice en un tono molesto y no muy agradable.

Una chica de ojos azules y cabello rojizo se encoge de hombros y dice con voz temerosa:—Veníamos a invitarlos a una fogata hoy, como a tres kilómetros de aquí— Bill se mira dudoso pero se que responderá.

—No lo creo, gracias— hace una sonrisa exageradamente falsa e intenta cerrar la puerta pero Samara pone la mano y dice:—Habrá alcohol— sonríe. —Podemos comprarlo y beberlo aquí— dice Demon. —Pero habrá comida, tabaco...—. La interrumpo y digo:—¿Cocaína, marihuana?

—Oh si— todos sonríe y asienten con la cabeza. Miro a Demon intentado convencerlo.

—¿Qué hora será?— pregunto emocionada.

—8:00 pm— escucho una voz masculina.

En realidad necesito ir a una fiesta, tengo que distraerme. Fumar algo de hierba, drogarme y olvidar qué hay gente persiguiéndonos que solo quieren nuestra cabeza. Pero muero por salir de este infierno, aunque sea por unos cinco minutos.

—Ahí estaremos— guiño el ojo y cierro la puerta.

—No iremos— Bill me recarga sobre la puerta mirándome a los ojos. Su cuerpo está muy cerca del mío y su respiración la siento en mi rostro.

—Por favor— intento seducirlo tocando su definido abdomen, bajando lentamente. Pero el sostiene mi mano y la retira.

—Entiende que estamos huyendo, hay gente afuera que nos quiere matar— dice serio.

—Lo sé— lo tomo de las mejillas mirándolo a los ojos. En ellos puedo notar un brillo diferente, que hace que mi estomago sienta cosquillas.

—¿Qué pasa?— frunce el ceño y yo solo me lanzo a sus labios. Besándolos apasionadamente, lo tomo de la nuca entrelazando mis dedos en sus hebras. Un gemido sale de mi boca y el termina el beso.

—Hay que arriesgarnos— susurro mientras pego su frente en la mía.

—No quiero perderte— se aferra a mi abrazándome muy fuerte.

—Solo vamos un rato, solo una hora y nos regresamos al motel— ruego pero parece ser difícil de convencerlo.

—Ya dije que no— me da la espalda y se recuesta en la cama.