SALIENDO CON EL CHICO DE MIS SUEÑOS

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La fiesta en casa de Paul había cambiado mi vida para siempre. No podía entender cómo había logrado besar al chico por el que todas en la Escuela se morían y al que ninguna antes había conquistado. Y sin embargo, para mí, una chica cualquiera, había sido tan fácil. Habría algo escondido en sus intenciones?. No quería pensarlo. En realidad, no era capaz de pensar en razones, sólo quería disfrutar este momento.

El lunes cuando llegué a la escuela, mientras caminaba por el pasillo, chicos y chicas me miraron con desprecio. Aquel buen recibimiento que había tenido al ingresar al Intituto meses  atrás, había desaparecido por completo.

Incluso escuché a varias chicas murmurar en el comedor - Cómo puede una chica tan corriente como esa  gustarle a un bombón como Paul?-
-Ni siquiera hacen una linda pareja-

Probablemente todas mis detractoras tenían razón. Yo tampoco lo entendía. Paul era completa y absolutamente lo opuesto a mí.

Al igual que ellas, desde niña había visto en las películas románticas, que la chica más hermosa se enamora del muchacho más atractivo y viven felices para siempre. Esa era la forma en que el cosmos se mantenía en perfecta sintonía, pero yo distaba mucho de ser esa chica hermosa, y mi desfachatez estaba poniendo en jaque el equilibrio natural de las cosas.

Por un momento bajé de la nube en la que me había instalado ese fin de semana, para recordar quién soy en realidad. No mido más de metro sesenta, mi estructura corporal responde a mis raíces latinas por parte de la familia de mi madre; así que a pesar de ser delgada, nunca seré ni la sombra de una modelo de pasarela. Mis senos son un poco más grandes de lo habitual. Mi cabello largo es rebelde y color caramelo. Mis enormes ojos - que podrían ser mi único atractivo, según mi madre- son de un intenso color verde esmeralda y están enmarcados por unas gruesas cejas oscuras.

Pero, más allá de mi aspecto físico, no me ayudaba para nada el hecho de ser tan tímida, torpe y de vestir como una sin techo, la mayor parte del tiempo.

Meghan solía decirme todo el tiempo, que si al menos vistiera como una chica me vería un poco más hermosa, pero simplemente no se me daba. No me sentía cómoda con todo ese maquillaje que usaban la mayoría de chicas de mi edad, ni zapatillas de tacón, ni lencería sexy. Y por eso, siempre pensé que estaría eternamente condenada al fracaso amoroso.

Sin embargo, con ese beso de Paul, había confirmado que no necesariamente tenía que ser así y que a pesar de todos los comentarios hirientes de mis compañeros, ese día, en ese preciso lugar, algo había visto Paul en mí que le gustó; y eso era todo lo que me debía importar.

Estaba inmersa en mis pensamientos durante el almuerzo, cuando él se acercó - Hola pequeña. Me extrañaste-
Sonreí tontamente y asentí, así que me tomó por la cintura y me plantó un beso en los labios.
-Todos nos están mirando- susurré tímidamente
-No te preocupes. Ya se les pasará. Ahora te dejo porque debo sentarme en la mesa con los chicos-

Paul estaba en lo cierto, con el pasar de los días, comenzamos a pasar desprevenidos. Mi chico era la mezcla perfecta entre caballerosidad y confianza en sí mismo. Amaba como me esperaba cuando terminaba cada lección, como me abría la puerta de su auto por las mañanas cuando iba a recogerme para ir a la escuela y como me presumía con sus amigos. No deseaba obtener nada más en la vida. Sólo quería que esta relación durara para siempre.  

Algunas semanas más tarde y tras varias citas, este chico sofisticadobme invitó a cenar a su restaurante favorito de comida francesa. Me compró un hermoso vestido de diseñador en color rosa, el cual lucí con zapatillas de tacón color crema, las cuales combinaban impecablemente con el vestido. Me abrió la puerta de su auto. Me obsequió un enorme ramo de veinticuatro rosas rojas perfectamente seleccionadas y a la luz de las velas me pidió que fuera su novia. Nunca me había imaginado que pudiera enamorarme tan locamente de un chico.

Antes de ese momento, todo lo que conocía sobre el amor, estaba en mis novelas coreanas favoritas o en las historias de amor en mis libros, pero ahora lo sentía como algo real, algo perfecto.

El resto del año escolar lo viví entre salidas al cine los viernes después de clases y cenas románticas los domingos en los restaurantes más exclusivos de la ciudad... Era como un sueño del que no quería despertar. Estaba saliendo con el chico perfecto.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora