LA ESPERA

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Trevor & Kate

El camino se nos había hecho eterno y las noticias que teníamos eran escasas.

A pesar de que Tommy había logrado estar con ella unos minutos, nuestro hijo era un hombre de pocas palabras cuando de emociones se trataba.

Una vez que dejamos la camioneta en el parqueo, corrimos hacia la puerta de emergencias. Estaba cayendo una pesada lluvia en toda la pequeña ciudad, como si se tratara de un mal presagio, pero ambos descartamos inmediatamente la idea.

Una vez en la recepción preguntamos -Buenas noches, somos el señor y la señora Miller. Nuestra hija Samantha tuvo un accidente automovilístico y la trasladaron hasta este hospital. La única noticia que tenemos hasta ahora es que la están interviniendo quirúrgicamente -

La enfermera amablemente respondió - Un segundo, por favor. Permitanme verificar - y tras consultar en sus archivos electrónicos nos informó que debíamos esperar en la cafetería.

No podíamos creer estar viviendo esto. Era como una espantosa cc permisivos, tras la muerte de Meghan y de los muchos errores que como familia probablemente habíamos cometido, amábamos a nuestra hija más que a nosotros mismos y estábamos dispuestos a dar la vida por ella, si fuese necesario.

Tras un par de horas en silencio, Noah entró por la puerta eléctrica de la ca"feteríax y al vernos nos abrazó. Nunca ni su padre ni yo habíamos sentido un abrazo de su parte tan sentido como ese y en seguida supimos que estaba destrozado.

Luego de 6 horas de haber dado inicio la cirugía sonó por los altavoces del centro médico - Los familiares de Samantha Miller, favor presentarse en el salón post-operatorio del pabellón B. Repito.... Los familiares de Samantha Miller, favor presentarse en el salón post-operatorio del pabellón B.-. De inmediato nos pusimos de pie y caminamos rápidamente hacia el lugar.

Uno de los doctores que había atendido la cirugía nos estaba esperando. Tras pedirnos que nos sentaramos, empezó a hablar pacientemente. La cirugía había logrado detener la hemorragia interna, pero ese era sólo el primer paso. Nuestra hija aún estaba en coma y - su pronóstico se mantiene reservado - insistió el médico en repetidas ocasiones, para no darnos ni la más remota esperanza.

Al finalizar la explicación mencionó - Como padres, pueden ingresar uno a uno durante algunos minutos para acompañarla. Algunos estudios indican que la presencia de los seres queridos es vital para el paciente, ya que al escuchar sus voces se ejercitan en el cerebro los circuitos responsables de la memoria a largo plazo y esa estimulación ayuda a desencadenar el primer destello de consciencia y esto podría aumentar las posibilidades de su recuperación.

Tras esto último inquirió. -Entonces.¿Cuál de ustedes ingresará primero?

Kate

Trevor me observó detenidamente en ese momento y percibió en mis ojos la urgencia que tenía de ver a mi niña.. No sabía cuanto tiempo me quedaba a su lado y el hecho de que se fuera sin poder decirle cuánto la amaba me causaba un dolor punzante en el corazón.

— Deberías entrar tú primero mi amor — dijo compasiva mente mi esposo. Yo asentí con lágrimas en los ojos y tras un rápido beso ingresé al salón donde tenían a mi hija.

Al ver esa escena desoladora comencé a temblar. La pequeña que tanto me había costado sacar adelante, aquella con la que había jugado y estudiado y compartido e incluso peleado y en la que había puesto todas mis ilusiones, estaba ahora allí sumida en sueño profundo del cual nos era imposible saber si regresaría.

Vestida con sólo una bata verde, empecé a preguntarme si tendría frío, así que le pedí a la enfermera que le pusiera una cobija para que se calentara. La señora de cabellos grisáceos me miró respetuosamente y me indicó que los pacientes en estado de coma no requerían calor, ya que les era imposible sentir la temperatura de su cuerpo. Aquella afirmación dolorosa me llevó de regreso hasta la realidad, mi bebé no estaba dormida, estaba en coma. En ese instante, un mar de emociones inundó mi alma.

Me acerqué y le tomé la mano, que se encontraba extremadamente pálida y fría. El sonido de las máquinas que la mantenían con vida era ensordecedor y su rostro irreconocible. Esos hermosos y profundos ojos verdes que me enamoraron en el segundo en el que esta criatura vino al mundo, estaban cerrados y quizás nunca volverían abrirse.

Despedazada por dentro, comencé mi discurso — Hola Titi, soy mamá. Sólo quiero que sepas que estoy aquí para ti como he estado siempre, porque no hay un amor más grande y más intenso que el que una madre siente por su hija — Limpié las pesadas lágrimas que caían por mi rostro y continué — Eres tan hermosa, cariño mío. Lo fuiste desde el día en que vi tu cabecita salir de mi. Sé que no he sido la mamá perfecta, pero cada cosa que he hecho la he hecho porque te amo y porque no logro concebir mi vida sin ti. Así que por favor, sé fuerte y dame la oportunidad de verte crecer, de verte cometer tus propios errores,  de verte convertirte en la mujer que sé que vas a llegar a ser. Y si no es así, y si tu cuerpo te dice lo contrario, quiero que sepas que te amo, te amé y te amaré hasta la eternidad y que este amor que siento por ti no acaba con la muerte, porque es más grande que todo.

La voz de la enfermera me indicó en ese momento que mi tiempo había terminado. Así que intenté besarle la frente y le dije a mi bebé por última vez que la amaría infinitamente hasta la eternidad.

Trevor

Mi esposa salió cubierta de lágrimas y aunque me moría por quedarme allí y consolarla, era mi turno de ingresar al recinto y tenía muy claro que la niña de mis ojos no podía esperar. Así que besé a Kate en la frente y caminé hacia esa puerta. Esa era la puerta a la que nunca, ningún padre debería tener la desgracia de ingresar. Aquello era antinatural. Un padre nunca debería tener que pasar por el profundo dolor de tener que pensar en que podría perder a uno de sus hijos. Sin embargo, aquí estaba yo, despidiendome de la niña a la que le había cambiado los pañales y a la que le había enseñado a montar en bicicleta.

Cuando entré una señora me miraba espectante. — Puede acercarse — dijo y yo asentí.

Cuando me acerqué a la cama, mi niña estaba allí, sin ningún rastro de vida en su cuerpo y yo, que había tratado hasta ese momento de mostrarme ecuánime, me desmoroné.

— Sabes mi niña. Ahora que estás aquí, no sé porqué recordé aquella noche en la que viniste a mi a pedirme un consejo por que te sentías mal por qué no podías ser perfecta. En ese momento no supe bien que decirte, pero hoy viéndote aquí tan frágil me hiciste descubrir que eso es lo que más te ha hecho brillar durante tu vida en esta Tierra, que no eres perfecta. Porque sabes qué, no hay nada más hermoso y más único en un ser humano que su imperfección, porque es eso y nada más que eso que te hace real y tú, mi pequeña, eres la estrella que más brilla en el firmamento, y es precisamente por eso, porque no eres perfecta. Así que tu, mi valiente guerrera, eres y siempre serás mi hermosa imperfecta.

Con un mar de lágrimas recorriendo mi rostro le dije por última vez —Quedate conmigo mi niña y te prometo que juntos resolveremos todo aquello que te agobia y quiero que sepas que no hay nada en este mundo que no haríamos por ti. Te amo.

—Su tiempo ha terminado —dijo la enfermera. La miré amablemente y caminé lentamente hacia la sala de espera. Sabía que mi hijo y mi esposa necesitaban de mi mayor entereza en este momento y debía ser fuerte para ellos.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora