EMMA CONOCE A NOAH

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Era jueves y Emma asistiría al Instituto Agustine por primera vez. Había llegado a casa pasadas las dos de la mañana, así que tuve prácticamente que obligarla a bañarse y vestirse.

Cuando salíamos de casa tomé las llaves del auto, caminé hacia él y lo encendí. Emma aún estaba cerrando la puerta cuando grité furiosa - Diablos Emma. Lo único que te pedí que hicieras fue que llenaras el maldito tanque de gasolina. - Cuatro horas de trayecto entre el bar y mi casa habían logrado que mi auto se quedara sin gasolina suficiente como para llegar a la Escuela. - Perdón, perdón. Lo olvidé. - contestó, igual de despreocupada que siempre.

Si no lograba llegar a tiempo a la escuela y mis padres se enteraban, nos matarían a ambas. A ella por hacer lo que se le daba la gana siempre y a mí por dejarme llevar por sus imprudentes decisiones una vez más.

Me bajé del auto para pensar rápidamente en una segunda opción, cuando el Jeep negro iba saliendo de su garaje. Había logrado evitar a Noah durante casi una semana, pero en ese momento él era mi única opción.

-Noah- grité alzando mi mano. Detuvo su auto y caminé hacia él. - Crees que podrías llevarnos? . Ocurrió un pequeño accidente con mi auto y no se me ocurre que más hacer-
-Sí, claro - Por su tono de voz, aún podía sentir su desilusión hacia mí. Durante todo el viaje no me miró ni una vez. Emma, que iba en el asiento trasero, le contó quién era, de dónde venía y cómo su madre había decidido que mis padres fueran sus tutores. Yo me limité a mirar por la ventana. Emma y Noah incluso descubrieron en el trayecto que tenían muchísimas cosas en común. Ambos amaban la música y el surf. Eran espíritus libres y los evidiaba un poco por eso. Mientras ellos vivían sus vidas despreocupados, yo me comía mis sesos intentando solucionar mi vida.

Cuando bajamos en el parqueo de la escuela, Emma le pidió a Noah su número telefónico y sentí una punzada en el pecho. Noah y yo nunca habíamos intercambiado nuestros números, pero Emma y él lo habían hecho en el instante en que se habían conocidos, como si danzaran por el mundo en perfecta sincronía, pero a diferencia de mí, ambos podían hacerlo, estaban solteros y ninguno de ellos tenía nada que perder. En cambio yo ni siquiera era capaz de terminar con mi estúpido novio y eso me revolvía el estómago.

Caminé hacia el edificio sin decir una sola palabra. Cuando entramos al baño de chicas para retocar nuestro labial, Emma exclamó con su cara sonriente - Creo que desde ya me gusta tu escuela. En poco tiempo podríamos hasta tener citas dobles. - Sabía a lo que se refería y mis náuseas se incrementaron.

Nuevamente Emma entraba en mi vida para arrebarme algo que sentía de alguna forma mío y las cada una de las imágenes de aquella noche me nublaron la razón. Tenía que alejarme de ella.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora