LA FIESTA DEL AÑO

64 24 0
                                    

Una vez al año los padres de Adam Wright, tomaban unas vacaciones en el extranjero durante todo un mes y permitían a su hijo hacer una gran fiesta. La casa contaba con una enorme terraza y piscina climatizada, ideales para que todos en el Instituto Agustine perdieran el control.

Emma estaba muy emocionada porque se trataba de su primera fiesta oficial y había escuchado toda clase de historias. Ese viernes, en el almuerzo inquirió - Sé que no te has sentido bien estos días. Pero, no te gustaría ir con nosotros a la fiesta?- Sabía a quien se refería con nosotros y estuve  a punto de hacer un gesto de dolor. De inmediato perdí el apetito. - No creo. Tal vez pase un rato por ahí más tarde, pero no lo sé. No lo he decidido. - Solo dije  esas palabras porque no quería que insistiera más, pero el solo pensar en esa fiesta me causaba náuseas. Hizo un puchero y poniendo cara de desaprobación dijo - Paul no es el único chico en el mundo. Lo sabes, verdad? -
-Sí, lo sé- contesté.

Cuando terminaron las clases, fui a casa, subí a mi cuarto y llamé a mis padres. Los extrañaba, pero sobre todo extrañaba los consejos de mamá. Luego, me acosté en mi cama y puse Playful Kiss, mi novela coreana favorita. Pero por alguna razón me sentía demasiado ansiosa. Mi cabeza empezó a maquinar. Durante todo este tiempo no le había preguntado a Emma si ella y Noah ya estaban saliendo. Iban a ir juntos a la fiesta más importante de Agustine y no podía dejar de pensar en que quizás ya tenían una relación y yo sería la última en enterarme. Intenté concentrarme en lo que hacía, pero era imposible. Sabía lo que tenía que hacer.

Cuando me vi al espejo mi cara era irreconocible. No podía permitir que me vieran así.

Busqué en el fondo de mi armario y encontré mis jeans negros ajustados, una blusa negra con un gran escote en V y atada al cuello, que Meghan me había regalado cuando cumplí catorce años, y que me había jurado a mí misma nunca utilizar, y unas sandalias negras altas, que odiaba. Pinté mis labios con un rojo intenso, que robé de la cosmetiquera de mi madre y me recogí el cabello en un moño.

No podía reconocerme en ese atuendo, pero necesitaba que todos dejaran de verme con lástima y estaba segura que ahora lo harían.

Conduje a toda velocidad hacia la fiesta. Cuando estacioné me sentía nerviosa. No sabía lo que me esperaba ahí dentro y no sabía si podría soportarlo. Así que tomé aire durante un segundo, retoqué mi labios y bajé del auto.

Alguien me ofreció una cerveza en la entrada y aunque no estaba acostumbrada a tomar, hoy la necesitaba. Harper y Alison estaban tomando unos tragos que sabían a pastel de chocolate, así que tomé varios.

Paul estaba cerca de la piscina hablando con dos chicas que se veían mayores, pero en el instante en que me vio se acercó y dijo - Eres la chica más ardiente de la fiesta. Estaba seguro de que vendrías- Puse mis ojos en blanco - Has visto a Emma? - pregunté. - Está con Noah y el resto de los chicos en aquella esquina jugando algún juego con licor. - respondió él mientras señalaba el lugar donde se encontraban.

Caminé un poco y Connor Bailey, excompañero de mi hermano, me dio un trago color turquesa. Y de pronto, ahí estaban, todos los chicos del equipo de soccer con sus parejas jugando: Yo nunca.

Emma quedó atónita cuando me vio, pero corrió hacia mí y me pidió que jugara con ellos. No sin antes decirme - Te ves increíble- besó cariñosamente mi mejilla y me haló hasta sentarme a su lado en el enorme sillón gris. Noah me miró de reojo durante toda la noche. Conforme avanzaba el juego, podía sentir como aumentaba poco a poco la sensación de calor a través de mi cuerpo y como mis extremidades se entumecían. Estaba borracha. Una de las chicas dijo - Yo nunca he tenido sexo- y todos miraron hacia mí, pero no bebí. Emma me susurró - De verdad nunca has tenido sexo? - Noah se volteó lentamente para mirarme disimuladamente. - No. Nunca lo he hecho- contesté lo suficientemente fuerte como para que él pudiera escucharlo. Volteé mi mirada hacia Emma y de inmediato lo miré a él, noté que sus ojos estaban clavados en mí.

Al cabo de un rato, empecé a sentirme verdaderamente mareada, así que fui al baño y vomité. Cuando salí, vi a Paul acercándose hacia mí. Me tomó del brazo con fuerza y exclamó. - Mírate. Estás borracha. Lo mejor será que te lleve a casa-. No tenía la voluntad para negarme, el alcohol había hecho estragos en mí. Me senté en su auto y me quedé dormida.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora