IMPACTO

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Paul

Estaba en mi cama. La ira que sentía se había apoderado por completo de mí. No entendía cómo había podido ser tan imbecil.

Tenía claro que este era el partido más importante de la temporada y aún así mi papel dentro de la cancha había sido deplorable y mediocre. No sabía bien si era porque mi padre, el implacable Arthur Mckay, había ido a verme jugar por primera vez en su vida, o porque ella estuviera allí. Sin embargo, toda esa mezcla de emociones había hecho estragos en mí y sólo había conseguido que me fuera imposible concentrarme durante el partido. No podía entender cómo yo, el capitán de Agustine y la estrella del equipo, me había convertido en tan solo 90 minutos en el hazme reír del pueblo. Pero lo que más me molestaba a este punto era que un ser tan insignificante como Noah Reed, había logrado, sin mayor esfuerzo, quitarme todo lo que me pertenecía, primero había sido a mi chica y después la admiración del Instituto y eso era algo que no le iba a permitir, porque yo que siempre me había jactado de ser perfecto no iba a permitir que incluso mi padre me dijera que hubiera deseado que fuera una pizca de buen jugador de lo que era el chico nuevo.

Ese idiota de cabello despeinado y a mi parecer algo desgarbado había logrado robarme lo único que realmente me había importado en la vida, el orgullo de mi padre. Ese que durante tantos años me había costado conseguir.

Mi padre no era una persona fácil. Este hombre exitoso, me había inculcado desde niño que solo se lograba ser alguien en la vida cuando alcanzabas la perfección en todo aquello que te proponías y que para ello debías dejar atrás los sentimentalismo y la sensibilidad. Y era, a través de sus críticas, que con los años había logrado convertirme en quien era hoy.

Pero sus palabras tras el juego habían calado profundo en mí - No sé si alguna vez podrás hacer que me sienta orgulloso de ti. Cada vez que pongo algo de fe en ti me decepcionas - y ahora solo podía pensar en que tal vez todos estos años de someterme a sus creencias, habían sido en vano y que lo único que había conseguido era lastimar a las pocas personas que realmente me habían querido.

Desde hacía un buen rato había estado sumido en mis pensamientos, sin haberme percatado de que mi teléfono no paraba de sonar. Cuando tomé mi iphone, el nombre de Todd apareció en la pantalla. Tenía 8 llamadas perdidas de mi amigo y de inmediato supe que algo no estaba bien.

Cuando al fin atendí el teléfono, la voz al otro lado de la línea sonaba

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora