EVITANDO EL DOLOR

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Para el lunes cuando volví a la Escuela, mi corazón seguía doliendo como el primer día. Ni siquiera era capaz de disimularlo, ya que no había logrado comer más que un par de bocados durante todo el fin de semana y tampoco había logrado conciliar el sueño. Así que mi rostro se veía completamente demacrado.

Las chicas habían prometido que no me dejarían sola ni un minuto, ya que no solo quería evitar a Noah, sino que además debía preocuparme de que Paul decidiera acercarse a mí ahora que sabía que tenía el camino libre.

Había logrado exitosamente evitar las miradas acusadoras de todos, limitándome a asistir a clases y pasando los recreos con Emma en mi auto.

Para el miércoles cuando entré a clase de Gramática escuché como Harper le decía Alison — Será mejor que no le digamos nada. No sabemos cómo lo tomará —

Entonces Emma interrumpió tosiendo para que callaran.

Yo miré a las tres chicas, incrédula.

— ¿Qué es mejor no decirme? —

Ellas se miraron dubitativas, sin decir una sola palabra.

— Quiero que me digan ya que es lo que sucede —

— No es nada. De verdad — alegó Harper sin una pizca de convencimiento en el rostro.

— Entonces si no es nada, quiero saberlo ya— dije resoplando.

Las chicas se miraron y entonces Emma se aclaró la garganta — Está bien. Yo te lo diré ¿vale? Pero por favor siéntate y prométeme que vas a tomarlo con calma —

Me senté sabiendo que me esperaba una mala noticia. No sabía que era y a estas alturas ni siquiera lograba convencer a mi cabeza de que debía ser capaz de enfrentar una herida más. Aún así de mi boca salió — Estoy lista. Ahora habla–

Mi prima asintió con mirada compasiva y empezó a hablar — Ayer en el almuerzo, Alison vio a Noah hablando con Brooke y parecía que estaban coqueteando —

Mi cerebro se desenchufó en ese momento y Alison agregó — No queremos que pienses en eso, pero tampoco quiero que si ves algo como lo que yo vi, te impresiones —.

Asentí sin mirarlas y me quedé allí sentada mirando hacia el suelo por unos segundos. Entonces, comencé a sentir náuseas, tantas que tuve que salir corriendo al baño a vomitar.

De repente me di cuenta que mi cuerpo estaba reaccionando a algo que mi mente ya no podía tolerar. Todo ese dolor que había experimentado durante la última semana estaba matándome lentamente.

Emma intentó consolarme durante toda la noche, pero yo seguía sin entender cómo alguien que decía que me amaba podía superar todo esto tan rápido, cuando yo ni siquiera era capaz de salir de mi cama sin dejar de llorar.

Y así salí de mi etapa de dolor para entrar en una donde lo único que sentía hacía Noah era un profundo enojo.

El viernes por la mañana, logré tomarme la primera taza de café de la semana. — ¿Estás bien? — preguntó Emma mientras se comía un par de waffles.

— Tan bien como puedo estar— dije tratando de darle una sonrisa fingida.

— ¿Qué pasa? — cuestionó la rubia.

— Hoy tengo clase de Español con Noah, así que intento practicar mi falsa sonrisa para que sea lo más creíble que se pueda — alegé a mi favor.

— Pues la actuación no es precisamente tu fuerte, así que si pensabas utilizarla como una de tus opciones para la universidad, es hora de que vayas cambiando tus formularios para aplicar —

Le tiré medio waffle y ella empezó a reír a carcajas. Yo deseaba tanto reír como ella, pero el dolor en la boca del estómago que me provocaba volver a ver a Noah era tan grande que no dejaba espacio alguno para la diversión.

Por primera vez de lo que iba del año lectivo Noah no se había sentado a mi lado en Español, lo cual me creaba una mezcla de emociones. Por una parte me provocaba un inmenso dolor, pero por la otra me sentía aliviada de no tener que oler su perfume y sentirlo tan cerca sabiendo lo incómodo que podría haber resultado para ambos.

Cuando la clase finalizó, tomé rápido mi bolso, pero una voz desde atrás me detuvo — Sam. Samantha —

Entonces me volteé y allí estaba él, tan guapo y apacible como la primera vez que lo había visto a través de mi ventana.

— ¿Estás bien? — dijo acercándose un par de pasos hacia mí.

— Estoy bien. No te preocupes por mí — respondí con cara de pocker mientras trataba de imaginarlo coqueteando con Booke.

— ¿Vas a ir esta noche al partido? — preguntó enarcando una ceja.

—¿Cuál partido? —

— El que te conté el viernes pasado. Hoy vienen a vernos jugar los mejores reclutadores del país —

Era cierto, me lo había dicho, pero resultaba difícil recordar de primera mano algo como eso, cuando una hora después había terminado conmigo.

Como esta sumida en mis pensamientos no contesté nada ante su interrogante sobre si asistiría al partido, así que continuó — Sé que tal vez no es lo más conveniente para ninguno de los dos, pero te pregunto porque realmente me gustaría verte allí —

De repente no pude escuchar a mi alrededor más que los sonidos de nuestros corazones latiendo en perfecta sintonía, como si ambos supiesen que estaban destinados a estar juntos, pero entonces recordé las palabras de Noah en aquel banco de hierro, cuando me dijo que no podría confiar en mí nunca más y mi corazón se partió nuevamente en dos.

Sin contestar salí de allí a toda prisa. No sabía cómo reaccionar ante esa revelación. Me era difícil interpretar sus palabras.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora