LA LLEGADA DE EMMA

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El miércoles por la tarde recibí una llamada de mis padres. - Hola niña- dijo papá. - Emma llega a Agustine hoy en el último autobús. Así que debes ir a recogerla. Nosotros tenemos que quedarnos en San Diego un par de semanas más porque la casa de Maggie está por venderse y tu mamá tiene que firmar los papeles. En la escuela está todo listo para que Emma ingrese a clases mañana-
-Bien papá, te quiero- dije.

Quería llorar y quería gritar, pero sabía que nada iba a lograr con todo aquello. Ya bastantes problemas tenían mis padres en este momento, como para que yo me convirtiera en uno de ellos. Debía perdonarla y seguir adelante, o el resto de mi vida sería un infierno.

Durante todo el día sentí un dolor punzante en la boca del estómago. Aunque lograra disculparla algún día, la sola presencia de Emma siempre me había causado problemas y sabía que esta no sería la excepción.

Esperé en la estación por un poco más de quince minutos. Tiempo durante el cual, removí con mis dientes, el esmalte turquesa de mis uñas. Emma bajó del autobús con cara somnolienta. Traía una sudadera de los Golden State Warriors, jeans desgastados y uggs. Su cabello que ahora estaba teñido de rubio, estaba recogido en un moño desordenado y sus enormes ojos verdes estaban enrojecidos. Sabía que había estado llorando. Por sólo un segundo me sentí triste por ella. No imaginaba el dolor de perder a una madre. 

-Te encuentras bien? - pregunté - Solo tengo un poco de hambre. Por favor llévame al mejor restaurante que haya en este pueblo- dijo tratando de parecer despreocupada, pero su voz sonaba autoritaria como siempre. Emma se parecía mucho a Tommy. Era hermosa y lo sabía. Era segura de sí misma y por ello todos la adoraban donde quiera que iba. Era una mezcla entre chica popular y chica rebelde, lo cual deslumbraba a todos los que la conocían. Quizás eso era lo que me había llevado a protegerla siempre, ante todos, incluso aquella noche. La noche en la que yo me había culpado por todo.

-Bien. Te llevaré a mi pizzería favorita- dije lo más amablemente que me fue posible y conduje hasta la Pizzería Fontana, que pertenecía a una vieja pareja de italianos. Aunque se trataba de un pequeño local esquinero, cuando entrabas era como si te tansportaras irremediablemente a una barriada de Nápoles.

Emma estaba fascinada con el lugar. No podía creer que en un pueblo tan pequeño existiera este lugar tan impresionante. Y entonces, al fin intentó establecer conversación - Cómo lo conociste?- preguntó.

-Paul me trajo hace algún tiempo- contesté. - Tu guapísimo novio Paul,  al que solo conozco a través de tu Instagram. Es sexy. Muero por conocerlo en persona-.exclamó con ojos de aprobación. Por un momento extrañé los viejos tiempos,y  poder contarle todo lo que había pasado en mi vida durante las últimas semanas. Añoraba tanto tener una amiga que pudiera entender mis miedos y mis dudas; pero Emma  ya no era esa persona y ese no era el momento adecuado, así que decidí callarme y comer en absoluto silencio.

Creí que en algún punto de la noche, hablaría sobre Meghan o sobre aquella noche, pero esa conversación nunca llegó. Ni siquiera quiso hablar sobre su madre, pero así era ella. Creo que el problema con Emma era que no le gustaba mostrarse débil ante los demás, pero eso solo la hacía mantener alejados a los que alguna vez nos preocupamos por ella. Era de las chicas que tenía la necesidad de gritarle al mundo que era rebelde, sin importarle a quien dañara en su camino.

Cuando llegamos a casa dijo que a dos horas de acá había un bar y que uno de sus grupos favoritos tocaría a las 10 pm. -Quieres acompañarme?- preguntó.
-Te volviste loca? Mañana tenemos clases- advertí. Era la misma Emma de siempre, que solo pensaba en sí misma y nunca en las consecuencias de sus actos.

Hizo varios pucheros, pero mi cara de desaprobación le demostró que no podría convencerme de acompañarla. -Al menos préstarme el auto- dijo. Con mis ojos en blanco tomé las llaves y se las lancé. -Tiene poca gasolina. No se te olvide llenar el tanque antes de regresar a casa. -

-Lo haré, lo haré - gruñó mientras salía por la puerta principal.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora