DECISIONES

30 4 1
                                    

A las 7 de la noche el timbre sonó. Yo me había puesto una camiseta blanca, un jeans y converse azules. Además me había hecho un moño descuidado. No era solo el hecho de que no me sintiera con las fuerzas suficientes para vestirme bien, sino que de todas maneras la decisión que vendría a continuación no dependía en nada en lo que decidiera vestir esta noche.

Desde las 4 estaba sintiendo un fuerte dolor en la boca del estómago que sólo había sentido dos veces en mi vida. Y este parecía ser un mal augurio, ya que no quería comparar mi conversación con Noah, con la muerte de dos de mis seres queridos más cercanos.

Al contarle a mamá sobre mi dolor, sacó de su cartera sus famosas hojas de bach, que le había recetado su naturista para los nervios y me obligó a tomar seis gotas. No entendía como alguien podía tomar ese espantoso líquido amargo por gusto, pero según mamá era el mejor remedio para eliminar la tensión.

Mi madre había llegado desde temprano a la casa porque estaba preocupada por mí y entre Emma y yo le habíamos contado algunas cosas sobre el desastre que era mi vida en ese momento.

— No te preocupes cariño. Si Noah te ama tendrá que entender lo que pasó y tendrán que solucionar esto juntos. Por otro lado, ese chico Paul, sabes que nunca me gustó para ti y ahora veo que tenía razón — asentí cariñosamente. Al fin y al cabo, como buena madre que era, ella siempre tenía la razón.

Noah había llegado vestido con el uniforme de entrenar y cuando me vio me besó en la mejilla, saludó a mi madre y a Emma cálidamente y caminamos hasta su jeep.

—Perdona por llegar algo tarde y así vestido. En dos semanas tenemos un partido importante y no podía faltar a entrenar —

— Descuida, no te preocupes por eso — y luego agregué —¿Dónde vamos? — pregunté inquieta.

—Pensé que podríamos ir a algún parque del centro. Así podremos hablar tranquilos—

Asentí y entré al auto. Por primera vez, no dijimos ni una sola palabra en todo el camino y Noah no encendió el radio como normalmente lo hacía cuando estábamos juntos. Podía notar que él estaba tan intranquilo como yo.

Cuando estacionó en el centro del pueblo, bajamos despacio del auto y caminamos en silencio hasta  la plaza O' Higgins, un hermoso parque decorado por una enorme fuente de piedra rodeada por margaritas e iluminada por múltiples tonalidades y rústicos bancos de hierro que rodeaban el hermoso espectáculo de colores. Cuando vimos una banca vacía, Noah me hizo un gesto pidiéndome que me sentará a su lado.

Nos sentamos y todo quedó en silencio por unos segundos que fueron interminables. De repente sentí como si todo a nuestro alrededor desapareciera y el mundo completo girara en nuestro propio eje.

Noah me miró de forma penetrante y la luz proyectada en sus ojos hacía que el iris marrón se viera desgarradoramente hermoso. Más allá de lo que nunca jamás lo había visto.

— Puedo hablar primero — dije nerviosa y él asintió.

— En primer lugar quiero que sepas que te amo y que nunca te haría daño intencionalmente. Sé que cometí un error al no haberte contado que iba a comer con Paul, pero lo hice para que él dejara de una vez por todas de hostigarte y pensé que hablar con él a solas era la mejor manera —

— Solo hay algo que necesito saber y espero que te pongas la mano en el corazón y seas absolutamente sincera — asentí con la cabeza y él continuó — ¿Alguna vez pensabas decírmelo? —

Analicé su pregunta por unos segundos y respondí sinceramente —  La verdad, no lo sé —

Noah dejó de mirarme por un momento y vi como sus ojos se perdieron en un vacío interior. Yo mantuve silencio.

Luego las palabras salieron cortadas de su boca — Te amo y lo sabes. Probablemente te lo he dicho mil veces y lo diría mil veces más. Esto no es fácil para mí y sé que tampoco lo ha sido para tí. También creo cuando dices que tus intenciones no fueron malas. Y quiero que sepas que soy totalmente consciente de que todo o casi todo lo que dijo Paul ayer para hacerme enfadar no es más que una vil mentira — sus manos empezaron a temblar y una lágrima rodó por su mejilla. Luego casi como un murmuro salió de su boca — Pero sabes qué es lo que pasa. No confiaste en mí. Lo único que te pedí desde el principio era que confiaras. Más que tú novio, yo quería ser tu amigo y tu compañero de vida y a un amigo no se le ocultan las cosas, al contrario, es la persona a la que le cuentas todo para que te ayude a resolver tus problemas. Y tu rompiste eso, y con eso me rompiste a mí. Y romper a una persona es un error irreparable. Sinceramente, no creo que pueda volver a confiar. Así que a pesar de lo mucho que te amo, no creo que pueda volver a estar contigo. — desvió la mirada para que no lo viera llorar y yo empecé a temblar.

De pronto me sentí perdida. Fue como si ese eje que nos sostenía a ambos hubiera desaparecido, dejando caer todo mi mundo al vacío a gran velocidad y hasta detenerse por completo. Todo, absolutamente todo dentro de mí se detuvo. Noah se había llevado con esas palabras todo mi ser y ahora no quedaba nada de mí a excepción de un inmenso vacío en el lugar en el que hasta hace unos segundos se encontraba mi alma.

— ¿Estás bien? — preguntó Noah aún llorando. Podía notar en su rostro que su dolor era tan grande como el mío, pero no podía consolarlo porque ya no tenía ese derecho.

—  No te preocupes por mí — dije levantándome del banco de hierro.

— ¿A dónde vas? — inquirió evidentemente preocupado por mi actitud.

— A caminar. Ahora vete a casa —

—Estás loca. No puedo dejarte aquí sola —

— Por favor Noah. Solo vete — insistí.

No podía imaginar lo que significaría pasar veinte minutos en su jeep y principalmente porque no quería que me viera llorar.  Esta situación sería más fácil para él,  si creía que yo estaba siendo fuerte.

— Noah, vete. Yo llamaré a Emma para que venga por mí. Te prometo que estoy bien— dije de nuevo y entonces él se puso de pie y empezó a caminar alejándose de mí por última vez.

Los próximos veinte minutos se hicieron algo borrosos en mi mente. El estado de shock ayudó para que mi mente se mantuviera en blanco el tiempo suficiente para no desmoronarse. Cuando el auto gris se acercó a la parada de autobus en la que estaba sentada salí corriendo y subí; y fue solo entonces cuando permití que mi corazón destrozado se apoderara por completo de mí.

HERMOSA IMPERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora