Noche Lejos De Casa

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¿Dónde estoy?, me resulta tan familiar la vista, en realidad, todo... todo este lugar. Aquí viene la gente a relajarse, a buscar compañía, desahogar sus penas o hacer estupideces. Probablemente yo vine en busca de todo eso.

Si, ese olor a tabaco, alcohol, esos ruidos fuertes, música, gritos, jadeos, murmullos, peleas, cumplidos... todo, de nuevo. Pensé nunca regresar y sigo aquí. Esto no ha cambiado, ni siquiera yo lo he hecho.

-¿Qué desea pedir?- él barman me miró de arriba hacia abajo, no me sorprendo, sigo con esta estúpida ropa.

-Lo que sea, solo quiero despejarme- respondí sentandome en el banquillo.

-En un minuto- respondió con una sonrisa encantadora y se esfumó.

Recordé la discusión con Calle, siento como si ya hubiera pasado semanas de eso pero en realidad apenas fueron unas horas, horas que pasaron tan lentas. ¿Tan difícil es dejar ser feliz a una persona aunque tú no lo seas?, aunque se que es así, difícil, pero dicen que si amas a alguien lo tienes que dejar ir. Prefiero que dos personas sean felices a que solo una lo sea. Todos hacemos sacrificios, sacrificios hasta donde implican a uno mismo.

-Aquí está, gracias por esperar- él me entregó un vaso prometedor. Le agradecí con una sonrisa rápida.

Lo tomé y lo moví de un lado para otro. Imaginé dos posibilidades, que solo contenga alcohol o que contenga alcohol y una droga. Muy usado para dormir a alguien y hacerle lo que quiera, supongo que ahora da igual. Acerqué el vaso a mis labios y le di un largo tragó, sentí mi garganta arder y tosí un poco, muy fuerte.

-Hola, ¿cómo estás?- me saludaron mientras yo trataba de recuperarme del trago. Genial, ya vino el típico hombre a ligar.

-Hola- saludé indiferente, miré de reojo quien se llevaría un golpe si intentara algo de más, pero me sorprendí de ver a una mujer -Bien...- susurré mirándola fijamente.

-¿Te comió la lengua el gato?- preguntó al ver que de repente me quedé totalmente callada -O... ¿necesitas un babero?- ella río al verme así. Maldita sea, María José, solo haces el ridículo.

-Disculpa, solo me sorprendió tu acercamiento- sonreí -Pensé que eras un hombre.

-¿Las mujeres no podemos hablarte entonces?- ella preguntó con tono lastimero -Es una injusticia por parte tuya, ¿No crees?

-No es a lo que me refería, yo...- me callé. Ni siquiera sé lo que quiero decir. Ella simplemente se rió levemente de mi.

-Una bebida por acá, de las fuertes, ya sabes- ordenó al barman, él asintió en seguida.

"-Y creo que pediré agua-"

Cerré los ojos al recordar, ¿en serio vas a pensar en ella ahora?, moví mi cabeza despejando esa voz.

-¿Ya has vendido antes por acá?- le pregunté saliendo de mis pensamientos.

-Sí, es mi lugar favorito, siempre vengo a ver si mi vista capta algo interesante y... pareces ser la primera afortunada- me miró fijamente, más no mi cara, sentí su mirada en mi cuerpo. Me moví incómoda en mi asiento por eso.

-¿Gracias?- dije sarcásticamente.

-¿Cómo te llamas?- preguntó.

-Mi nombre es María José, pero... para los amigos, Poché- confesé algo provocativa mientras le guiñaba un ojo.

Parece que el barman se tomó en serio lo de servirme una bebida. De nuevo aquí estoy, en un local de ocio relajándome con gente que ni conozco.

-Qué lindo nombre- su dedo índice comenzó a acariciar mi mejilla y la comisura de mis labios.

Alguien Como Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora