Alguien Como Ella | TERMINADA

Confusión

Y si que nada será lo mismo...

Desde que llegó Ramón a casa, ha estado haciendo unas cuantas maldades. Ha mordido mis zapatos y plantas que están colocadas en partes de la casa. Se hace del baño dentro y no en el patio como le he estado enseñando. Mi papá se sorprendió de tener una mascota pero aún así lo acepto con amor, no se si sigue pensando igual después de todo lo que está haciendo. Por mi parte, tengo que ser paciente...

-¡Ramón!- me quejé por sexta vez en la mañana al verlo jugar con un par de zapatos míos. De nuevo.

El rápidamente, al escuchar mi gritó, lo soltó llendo a esconderse debajo de la cama a toda velocidad. Tomé los zapatos con un bufido de mi parte y los coloqué encima de mi guardarropa. No entiendo cómo los encuentra todavía si los escondo.

Me arrodille para pegar mi mejilla al frío suelo para poder ver debajo de la cama y tratar de sacarlo voluntariamente.

-Ey... bebé- silbe -Ramonchis, ven- dije con voz cariñosa mientras extendía mi mano para que se acercará.

El solo estaba acostado, apoyando su cabeza en sus patas delanteras, viendo hacia todas aportes menos a mí, y ahí fue cuando noté que estaba temblando un poco. Ahora me siento mal, tengo que controlar el volumen de mi voz.

-Ven, vamos, perdón por gritarte, no era mi intención- otra vez lo llamé pero ahora más calmada -Anda, no te haré nada malo- hablé esforzándome en escucharme todavía aún más cariñosa pero fue inútil, él ni se inmuta.

-¿Problemas con el nuevo integrante de la familia?

-¡Ahhh!- grité girando rápidamente hacia la voz para comenzar a suplicar por mi vida al posible asesino serial.

Al abrir los ojos después de unos segundos de que no pasará nada, no ví a ninguna asesino, solo a Poché de pie frente a mi con una ceja alzada y una sonrisa burlona. Ella tenía puesto una chaqueta roja con mangas negras, una camisa del mismo color con letras blancas, un pantalón negro con rotos en los muslos y rodillas, y por último unos tenis grises.

Qué bueno que no comencé a pedir por mí vida porque de asesino serial no tiene ni un pelo.

-¿Qué pasa?- preguntó con las manos en la cintura algo sorprendida por mí grito.

-Estúpida, me asustas- me quejé levantándome del suelo.

Poché había venido de imprevisto, algo normal a lo que acostumbraba cuando venía a mí casa, pero ahora es extraño ya que desde hace días que no nos vemos, solo hemos hablado por mensajes. Le preguntaba si le apetecía salir algún lugar o ver una película pero decía que estaba muy ocupada como para tener tiempo de hacerlo. Comencé a pensar si todo esto tenía algo que ver con lo de la otra vez, pero ¡Agh!, ¡No tiene porque!, O sea, no es nada malo y fuera de lo común un beso en la mejilla, a no ser... maldición, debo de dejar de pensar en eso mejor.

-¿Qué sucede ahora?- preguntó.

-Bueno, Ramón se ha ido debajo de la cama y no quiere salir- mencioné mordiendo la uña de mi dedo pulgar.

-Oye deja de hacer eso- dijo apartando mi mano de la boca -Te vas a lastimar.

-¡Es que estoy nerviosa!- grité dejándome caer en la cama.

-Solo se metió debajo de la cama, no se escapó de tu casa- Poché se arrodilló y también comenzó a examinar debajo de la cama para tratar de sacarlo -Ven, bebé.

-Por cierto, ¿por qué viniste?, digo... no es que me moleste que estés aquí, pero pensé que seguías "ocupada"- dije mirando hacia el techo.

-Bueno, solo vine a ver a Ramón- mencionó. Hice un puchero, esperaba algo más -Y de paso a tí- añadió.