El Amor Es Mas Fuerte

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Estire mi mano lo suficiente para tomar un mechón de su pelo. Jugué con el mientras observaba las facciones de su rostro. Ella dormía plácidamente, sin ninguna preocupación en su rostro, como una bebé. Su pecho bajaba y subía al compás de su respiración lenta. Sonreí al verla dormir, y más porque estaba en mi cama.

Esta mañana desperté, gracias a las lamidas en mi rostro de Ramón, con una sonrisa imborrable en el rostro, o eso creía hasta abrir los ojos. Lo primero que vi fue un espacio en blanco a mi lado derecho, eso me asustó porque pensé que Poché se pudo haber ido antes de que yo despertara, pero unos ligeros sonidos me hicieron girar hacia mi lado izquierdo, encontrandola casi acurrucada a mi. Di un suspiro de alivio al verla todavía, conmigo.

No tardo más que unos minutos al ver como Poché frunció el ceño y después sus labios, dando como consecuencia que su nariz se arrugara. Pensé que ya se estaba por despertar, pero sus ligeros sonidos, dando a entender una molestia, me hizo darme cuenta que posiblemente este teniendo una pesadilla.

—¿Poché?— la llamé tomando su hombro izquierdo desnudo para moverla ligeramente —Poché, despierta— pedí al verla un poco más agitada.

Di un saltito de sorpresa al verla abrir los ojos de repente y sentarse en un movimiento rápido en la cama. Ella me daba la espalda dejando caer mechones de su pelo en ella y por sus hombros. Su respiración ya no era lenta como antes, sino agitada. Ella se había despertado totalmente preocupada por algo, y por ese algo me refiero a lo que soñó, pero realmente no me preocupé tanto por eso, porque, ¿quién no tiene pesadillas? Efectivamente, todos. Pero lo importante era, ¿de qué trataba?

—¿Estás bien?— me senté para quedar a su lado. Ella mantenía una mirada penetrante a la sabana que cubría su cuerpo. Me atreví a tocar su espalda desnuda, y ahí fue cuando reaccionó.

—¿C-Calle?— tartamudeo al verme. Ella se obervo a si misma y luego a mi, después repitió lo mismo y lo mismo hasta que su rostro mostró un ligero tono color rosado.

—¿Estás bien?, ¿Qué soñaste?— pregunté acariciando su hombro. Quería saberlo todo.

—Y-Yo...— ella se abrazó a si misma soltando un suspiro, seguramente apenada por como se encontraba. Sonreí al ya no ver a la Poché de anoche, esta había regresado a su estado más tímido.

—¿Qué soñaste?— pregunté por segunda vez, buscando una respuesta.

—Yo... n-nada, no soñé nada, en serio— contestó por fin después de despabilarse, pero no le creí —No te preocupes— añadió.

—Despertaste muy bruscamente, era de preocuparse— mencioné en una mueca. En verdad me había asustado.

—Si...— ella observó toda la cama junto a mi, parece que no cree esta situación en la que nos encontrábamos.

—¿Todo bien?— la interrogue en tono burlón al ver su rostro.

—¡Si!, si, claro que si— ella contestó sin pensar.

—Es que te encuentro muy... perdida, como si no estuvieras aquí— dije al encontrar las palabras adecuadas para describirla —Acaso tú... ¿te estas arrepintiendo?— pregunté con temor a su respuesta.

—¿Qué?, ¡claro que no!, jamás me arrepentiría de algo que haya hecho junto a ti— aclaro rápidamente viéndome —Solo estoy asimilando todo, no puedo creer que haya pasado eso anoche. Fue... mágico, simplemente eso.

—Mágico, maravilloso, espectacular... fueron muchas cosas buenas juntas— recargue mi cabeza sobre su hombro. Segundos después, sentí un beso en mi cabeza.

Alguien Como Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora