Extraño Sujeto

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Había pasado al rededor de media hora desde que le dije a Calle "hablemos". No sabía realmente como empezar la conversación, además de que me encuentro un poco nerviosa por lo que me diría Calle o yo le tendría que responder.

-Y bien...- ella susurró dejando un vaso sobre la mesita frente nosotras.

Hace algunos minutos había llegado el pedido de pizza, habíamos comido para liberar tensión, pero al final no resultó así.

-Cuando te sientas cómoda, podemos empezar- mencioné sin expresión alguna con mis manos entrelazadas, para darle más seriedad al asunto.

-¿Por qué tan inexpresiva?- preguntó luego de estar un rato viéndome -Digo, sonríe por lo menos, me siento rara al verte así- mencionó con una pequeña sonrisa.

Después de decir eso, llevó sus dedos índices sobre la comisura de mis labios y los levantó haciendo que formará una sonrisa forzada.

-Mejor, ¿no crees?- preguntó con su sonrisa más grande.

-Bueno... no puedo mover muy bien mis labios- contesté con un poco de esfuerzo para que entendiera mi voz.

-Oh, lo siento- alejó sus manos de mí.

-Pero gracias por intentar que sonriera- dije dándole un pequeño vistazo a ella -Supongo- añadí por último.

Calle no dijo nada, solo se quedó observando a Ramón jalando con su boca una manta provisional de el en una esquina de la sala, aunque le costaba un poco jugar ya que no podía apoyar muy bien su patita, no le impedía eso divertirse.

-Entonces... ¿qué te impide poder cuidar a Ramón?- pregunté. Quiero saber la respuesta, Calle es la única que puede cuidarlo sin que alejé a Ramón de Vale.

-Es un perro hermoso, ¿verdad?- respondió, aunque no es lo que esperaba -Es solo que, al momento de que lo ví en el parque sentí una conexión con el- siguió hablando.

Supe que tenía que contestar de igual manera, al final de todo, ella hablará cuando esté lista.

-Si... yo también, siento que en una parte somos parecidos, y eso me hace querer cuidarlo- mencioné agachando mi mirada un poco.

A Ramón, cuando lo encontramos detrás de los arbustos, solo, sin entender nada, herido y triste... se pareció tanto a mí cuando me quedaba en mi habitación sola, sin entender porque mamá estaba enferma, herida desde el accidente y triste por todo lo que estaba pasando mi familia. Verlo me recuerda a mí.

-Pero... es solo que no quiero encariñarme más con Ramón, temo de solo pensarlo- confesó con su mirada fija en el, no la apartó ni en un segundo.

-¿Qué?, ¿por qué?- pregunté con el ceño fruncido.

-Se que no entenderías pero, escuchá, yo...- ella no podía articular palabra alguna, mordió su labio inferior antes de continuar hablando -Tenía una mascota, ¿sí?, una perrita, ella... desde que llegó a mi vida nunca me dejó, era muy incondicional para mí, siempre daba cariño, a mí y a mí mamá sobre todo. Cada persona, al rededor de ella, la quería fácilmente, pero... ella murió hace meses, todavía no supero eso, todavía me duele recordarlo y pienso que, sí me llegó a encariñar más con Ramón, terminaré igual de destrozada y no quiero pasar por eso de nuevo, otra vez no- confesó con lágrimas en los ojos.

Me quedé en silencio procesando cada una de sus palabras. La entiendo, aunque son situaciones diferentes, sentimos el mismo dolor e impotencia.

-Se que suena tonto, pero para mí no lo es, perder a mi mascota fue mucho, significó mucho- ella comenzó a limpiarse algunas lágrimas que caían por sus mejillas. Ella solo llora en silencio, sin emitir algún ruido. Daniela...

Alguien Como Ella | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora