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Lo que pasó con Hades en los vestuarios rondaba mi cabeza sin parar. Apenas había dormido aquella noche. Dando vueltas en la cama, incapaz de dejar de pensar en sus ojos azules mirándome fijamente y esos perfectos labios echos para el pecado besándome.

Había vuelto a hacer conmigo lo que quiso. Me había vuelto a dejar ganar por el. Había sido estúpida por dejarle, pero era imposible resistirse. Nadie en sus sano juicio puede resistir el encanto del dios Hades. Creo que tendría menos problemas para resistirme a las ordenes del verdadero dios griego que a él.

Esos malditos ojos fríos y duros atravesaron los muros que construí el día en que confesó haber sido él quien me quitó la virginidad aquella noche.

—Alexa, cariño —dijo la dulce voz de mi madre entrando en mi habitación—. Vamos a ver a tu hermano, estaremos fuera solo dos días.

—Vale mamá.

—Adriana se va a dormir con su amiga. ¿Crees que estarás bien sola?

—Tranquila, estaré bien —le aseguré sonriendo—. Si necesito algo llamaré a los chicos, no te preocupes.

—Esta bien —se acercó y beso mi frente—. Te quiero cielo.

—Y yo a ti mamá.

En cuanto cerró la puerta me dejé caer en la cama emocionada, toda la casa para mi sola dos días.

Oí la puerta cerrarse y el coche ponerse en marcha. Me asomé al balcón y los saludé cuando se marcharon. Entré de nuevo y cogí mis altavoces poniendo la música a tope, bajé a la cocina bailando y me hice un sándwich.

En cuanto acabé subí de nuevo a darme un largo baño de agua caliente para despejar mi mente de recuerdos tormentosos, ojos fríos y recuerdos excitantes. 

Me dejé unos minutos bajo el agua ardiente llena de burbujas y cerré los ojos relajando mi cuerpo. Imágenes de Hades se proyectaron en la oscuridad de mi mente y el recuerdo de su tacto en mi piel y de sus labios sobre los míos me pusieron la piel de gallina y parecía como si el agua subiera sola la temperatura.

Mis dedos se posaron sobre mis labios recordando el instante que en que los labios de Hades tocaron los míos e hicieron estallar cientos de sensaciones maravillosas por todo mi cuerpo. Me moría de ganas por volver a sentirlos de nuevo, por volver a sentir todo aquello y que me hiciera sentir mucho mas.

Bajé la mano de mis labios acariciando mi cuerpo, me sentía como poseída, como si esa mano no fuera mía. Pasé los dedos entre mis pechos hacia mi vientre y segué bajando hasta llegar entre mis piernas. 

El primer contacto con mi intimidad me hizo estremecer y jadee cuando seguí tocando hasta alcanzar el punto mas sensible. Mis dedos se movían solos sobre mi bolita de placer, primero una caricia, después presionar despacio y luego suaves círculos. 

Era una sensación cada vez mas agradable y adictiva, no me cansaba de las caricias. Pequeños gemidos salían de mi boca mientras mi mano se movía cada vez mas deprisa y todo mi cuerpo temblaba de placer. 

Por primera vez estaba disfrutando de tocarme a mi misma, como virgen inexperta jamás había disfrutado tanto como ahora.

—Hades —gemí.

Abrí los ojos de golpe y reaccioné al darme cuenta de lo que estaba haciendo. Quité la mano de entre mis piernas y salí de la bañera cubriéndome con el albornoz sintiéndome abochornada porque lo que acababa de hacer. 

Me estaba tocando pensando en Hades y lo estaba disfrutando cada célula de mi cuerpo.

Al salir cogí mi móvil y llamé a Kendra, necesitaba distraerme y dejar de pensar en el. Bastante vergüenza y asco sentía al ver al chico de ojos fríos como para añadir que me estaba tocando pensando en el.

Esclava del deseo ✔️ [Esclava #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora