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En cuanto llegué a casa recibí una charla muy larga por parte de mi madre y mi padre por mi ser tan irresponsable de no avisar que dormiría en casa de Dastin. A pesar de que no estuve en casa de mi mejor amigo no podía decir nada así que solo pedí perdón y asentí sin prestar atención a larga charla que me echaron.

Cuando por fin me dejaron tranquila me puse mi ropa para el gimnasio y salí antes de que me obligaran a comer. Tenía el estómago cerrado y las náuseas aun no desaparecieron. Necesitaba despejar mi mente asique fui caminando disfrutando de la suave brisa fresa que calmaba mi cuerpo entumecido y así podía pensar con calma y despejar mi mente que aun me seguía palpitando el cerebro.

En cuanto llegué saludé con pocas ganas a Henry e ignoré a todos los que pasaban hasta llegar al vestuario.

Fui hasta el salón de siempre donde sabía que no habría nadie pero al ir por el pasillo un silbido llamó mi atención.

—Si es la reina de la fiesta —dijo esa voz grave que reconocería a kilómetros, con burla desde detrás de mi.

Miré por encima de mi hombro y no me sorprendió ver a Hades, lo ignoré volviendo a caminar pero volvió a hablar.

—No sabía que movieras tan bien el cuerpo bailando.

Sentí ganas de dar la vuelta y darle una buena bofetada pero me contuve y seguí mi camino.

Dejé la puerta abierta ya que necesitaba el máximo aire posible y puse la música a tope mientras calentaba. En cuanto estuve lista empecé con algunas volteretas y acrobacias mientras bailaba por toda la pista intentando calmar toda la ira y mal estar que sentía ahora mismo.

Mi respiración estaba acelera y mi corazón pedía a gritos un descanso pero yo no paré, necesitaba liberar todo el estrés que sentía. Cuando la canción se ralentizó bajé el ritmo, me miré unos segundo en el espejo. Mi pecho subía y bajaba sin para, tenía el pelo revuelto, sudor resbalando por mi frente y tenía la boca seca.

No sabía cuanto tiempo llevaba sin parar de bailar pero era obvio que mucho cuando mi cuerpo se sintió pesado y la visión se me nubló.

No pude aguantar mas y me desmayé.

En cuanto abrí los ojos ya no estaba en el estudio sino en un sofá de un despacho. Específicamente en el despacho del entrenador Demeter Hyland, el cual estaba arrodillado a mi lado junto a la entrenadora Luisa y Hades apoyado en la pared detrás de ellos mirándome fijamente con esos ojos fríos y esta vez sin burla.

¿Que hacía Hades aquí? ¿Como había acabado yo aquí?

—Alexa cielo, ¿Que te ha pasado? —preguntó en tono cariñoso Luisa.

—No lo sé —articulé como pude.

—Has echo demasiado esfuerzo y muy fuerte —intervino el entrenador Hyland.

Y era verdad. Me había pasado y eso sin contar que llevo casi un día entero sin comer y aun siento el alcohol en mi sistema sanguíneo y sumarle todo el esfuerzo físico que acababa de hacer el resultado no fue bueno.

Por mucho que sudase no iba a conseguir eliminar todo el alcohol de mi sistema hasta dentro de varios días. Tenía claro que esto me sirvió de lección y no volvería a ingerir una sola de gota de alcohol en toda mi vida.

—Debes tener mas cuidado cuando entrenas Alexa—me riñó Luisa.

—¿Has comido? —preguntó el entrenador mientras me pasaba un vaso de agua.

Negué mientras bebía un sorbo de agua.

—¡Alexa! —me gritó Luisa y casi me dieron ganas de pegarle porque me dolía demasiado la cabeza—. Sabes que debes alimentarte bien antes de entrenar.

Esclava del deseo ✔️ [Esclava #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora