Extra Navidad

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El sonido de mi móvil me hace saltar de la cama ilusionada tirando los libros y apuntes que estaba haciendo para alcanzar el aparato en la mesita de noche.

—¡Hola mi amor! —exclamo con una sonrisa radiante en mis labios.

—Hola —respondió de forma seca y seria.

—¿Que pasa? —pregunto sintiendo que algo va mal—. ¿Llegaste ya a casa?

—Sobre eso... —las malas sensaciones aumentaban—. Tenemos que hablar.

—¿Vas a romper conmigo? —pregunto con la voz estrangulada a punto de desmayarme.

—No joder, claro que no.

Eso me alivió pero no me hizo sentirme menos inquieta ya que lo seguía sintiendo serio.

—Entonces, ¿que pasa? —me siento cada vez más ansiosa por tardar tanto en hablar—. ¿Por qué no estas ya aquí?

Le extraño demasiado. Hemos estado desde halloween sin vernos, estoy que me subo por las paredes. Hablar solo por una pantalla y por teléfono no es suficiente, ni para mí, ni para él que está lejos y aunque está con Horus no estoy tranquila dejándolo con ese irresponsable cabeza hueca.

—Es sobre eso sobre lo que quería hablar —dice respirando hondo—. Yo...

Se queda en silencio y si sigo aguantando más la respiración me voy a ahogar.

—No puedo ir a casa estas navidades.

—¿Que? ¿Por qué? —pregunto soltando aire dolida.

—Tengo mucho que estudiar y...

—Esta bien, lo entiendo —murmuro interrumpiendolo.

Empiezo a odiar la universidad y que el sea un chico tan interesado en ello. Es listo y no necesita de más tiempo para estudiar, aun así se pasa los días metido en casa estudiando como si no hubiera un mañana. Horus me cuenta cosas que él obviamente no hace, como que se pasa días y días sin dormir por estudiar o hacer sus trabajos, no sale apenas y se pasa el día en la biblioteca o en casa.

—Less, no llores por favor —me pide.

Less. Ale. Lexi. Alex. Todos los apodos que usa Hades conmigo me encantan, y eso que siempre odié que acortaran mi nombre porque me gusta mi nombre tal cual lo eligió la mujer que me trajo al mundo —mi madre siempre tuvo la decisión final en los nombres de sus hijos igual que en todo en casa, mi padre no se atreve a llevarle la contraria le da demasiado miedo y le gusta tenerla contenta—.

—No puedo —se me escapa un sollozo.

—Less por favor —suplica con esa voz dulce que me pone siempre que quiere conseguir algo y que usa cuando quiere que esté bien—. No llores.

—Es que... —me cuesta respirar por los sollozos y lo oigo suspirar frustrado—. Te amo mucho.

—Joder Alexa —gruñe y su respiración molesta se oye a través del teléfono—. No puedo tío —oigo que le dice a alguien apartando el móvil.

—¡Alexa! —me grita ahora la voz de Horus—. Deja de llorar como cría y asómate a la ventana que te tengo un regalo.

Me acerco corriendo a la ventana del pasillo que da a la entrada y veo a mis chicos en la acera delante de mi casa.

Bajo corriendo las escaleras y me da igual salir sin zapatos corro fuera y me tiro sobre Hades que me coge sin problemas ya acostumbrado a mis ataques de locura.

—Te odio —me quejo pegándole—. Me mentiste.

—Quería sorprenderte —dijo besándome dulcemente.

Esclava del deseo ✔️ [Esclava #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora