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Hay ocasiones en la vida donde cometer un error se arregla muy rápido con un simple lo siento y otras donde ni suplicar de rodillas o darle el mundo entero es suficiente para que te perdone.

Yo me siento ahora mismo en una de esas ocasiones, donde ni aunque suplique cientos de veces y le de el mundo, la luna, los planetas y el universo entero me perdonaría. Metí la pata hasta el fondo y eso jamás me lo perdonará y yo nunca me perdonaré lo que le dije.

Me siento tan mal y tan estúpida.

Todavía no puedo sacarme de la cabeza todo lo que Horus me contó sobre Iris, que es la prima por parte de madre de su familia de Canadá. Que vinieron aquí unos días, porque apenas se ven durante el año.

—Ya quita esa cara de zarigüeya aplastada —me dice Kendra tirándome uvas a la cara.

—¡Ay! Para quieta por favor —gruño comiéndome la uva que le robo del bol—. Es que no puedo sentirme peor, Kendra —me paso las manos por el pelo—. Esta vez fui yo la que lo fastidió todo, fui tan cruel con el.

—Ya te dije que le preguntaras antes de hacer o decir nada, y como no, hablaste antes de pensar bien las cosas.

La miro indignada:—Ya me siento bastantes mal para que tu me hables así.

—Lo siento pero es verdad. Tu... —me señaló con una uva—, y solo tu, estropearse el team Hadexa por idiota.

—Kendra —me quejo odiándola por hacerme sentir mal.

—Perdona, no quiero hacerte sentir mal —dice torciendo el gesto—, pero ya le dijiste que se vaya al diablo...

—Le dije que me daba asco, que es mucho peor —la corrigió interrumpiéndola.

—Okay, si. Le dijiste algo horrible, pero, ¿por qué no pruebas a pedirle perdón? —dice obvia encogiendose de hombros—. No tiene pinta de ser muy rencoroso.

—Tu no lo conoces, vale? No sabes como es. Si hubieras visto esa mirada fría que me echó ayer en el recreo.

—A ver, puede que no le conozca perfecto pero sé de sobra que te perdonará si lo intentas —se puso en pie en cuanto sonó el timbre y tiró a la basura el plastico de sus uvas y tiró para llevarme al pasillo—, porque sé muy bien que ese chico se muere por ti y haría lo que sea por tenerte.

—¿Tu crees? —pregunto esperanzada.

Kendra me hace unos gestos raros con la mirada y me quedo parada sin entender nada al ver las cosas raras que esta haciendo.

—Que mires detrás idiota —murmuró pellizcándome.

Reacciono girándome para ver al dios griego aparecer por el pasillo tan imponente, majestuoso, grandioso, como si fuera el rey del planeta y su forma de caminar despreocupada con las manos en los bolsillos de sus vaqueros negros se ve tan guapo.

Di unos pasos hacia delante esperando que llegara delante de mi.

—Hades —exclamé con una alegría demasiado tonta como si fuera una fan loca. Carraspeo para calmarme e intento sonreír normal y no como una tonta—:¿Podemos hablar?

Disminuyó sus pasos hasta quedar a mi lado. Dirigió sus ojos azules hacia mi, se me quedo mirando y me echó una mirada tan fría y tan desinteresada que me heló la sangre y me paralizó el corazón. No dijo ni una palabra y siguió el camino ignorandome completamente.

Me quedé ahí parada con la palabra en la boca viendo a Hades caminar por el pasillo.

Horus apoyó su mano mi brazo y la primera lagrima escapó de mi ojo, me dio una mirada apenada y triste antes de seguir a su mejor amigo.

Esclava del deseo ✔️ [Esclava #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora