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Mis ánimos están por los suelos. Hoy despierto de la peor manera posible. Ayer en cuanto llegué a casa subí corriendo a mi cuarto, no hablé con nadie ni quise cenar. Me pasé la noche llorando hasta que en algún momento me quedé dormida y soñé con el dios griego, al principio era un gran sueño, el y yo solos, paseando de la mano riendo hasta que apareció una chica y luego otra y otra y otra y arrancaron a Hades de mi lado para manosearlo y besarlo, y el estaba encantado.

Desperté y me negué a cerrar los ojos para no volver a ver ese maldito rostro perfecto y único.

Al mirarme en el espejo a la mañana siguiente quise tirarme por la ventana, tenía mas pinta de muerta que de viva con unas ojeras enormes, los ojos rojos e hinchados y la cara enrojecida. Ni diez kilos de maquillaje podrían arreglar esto. Me lavé la cara y me vestí lo primero que encontré, y usé el pelo para tapar parte de mi cara y que no me vieran.

Bajé para encontrar a los chicos desayunando, ver a Dastin metiéndole nata por la nariz a Cole no me divertía como pensé.

—Sigue, sigue que esta rico —anima Cole y Dastin sigue apretando el tubo de nata en su nariz.

Le arranco el bote a Dastin y lo tiro a la basura.

—Vámonos ya —gruño ya que no tengo hambre y quiero que acabe este día cuanto antes.

Subimos al coche en silencio, mi hermana Adriana con demasiada alegría para ser por la mañana, como ayer ganó el concurso de ciencias estuvo todo el día de ayer presumiendo y mamá y papá prestándole total atención a su niñita perfecta e inteligente.

Bajé del coche antes de estrangular a Cole por cantar desafiando todas la canciones que sonaban en la radio.

Llegué a mi taquilla y saqué el libro para la primera clase. Por el espejo pegado en la puerta podía ver detrás de mi por el pasillo a Horus abriendo su taquilla y Hades a su lado apoyado mirando el suelo como esa seriedad y frialdad que noto desde aquí.

Cierro la taquilla de golpe, apoyo la frente en el metal frío y cierro los ojos respirando profundamente.

—Alguien no está de muy buen humor —canturrea Kendra a mi lado apoyándose contra las taquillas. Levanto la cabeza y abro los ojos para mirarla:—¡Ah! Vaya susto —se burla poniendo cara de miedo—. ¿Que demonios te pasó en la cara?

Gruño porque mi mal humor ya está en su límite y me estoy aguantando solo porque se trata de Kendra.

—Ven conmigo —me arrastra por el pasillo como si fuera su hija llevándome de la mano.

—Hola hermosura —Horus se cruza en nuestro camino y le muestra una de esas sonrisa seductoras a Kendra—. Hace mucho que no te veía, preciosa, creo que deberíamos vernos mas a menudo.

—Apártate idiota —le gruñe Kendra empujándolo hacia un lado.

—Sigues siendo una gatita peleona—Horus hizo un gruñido de gato—. Me gustan los retos.

Miré por encima de mi hombro y Horus sonreía mirando a Kendra arrastrarme por el pasillo, Hades seguía con la cabeza bajada pero mi mirada pareció despertarlo porque alzó la mirada hacia mi y sus ojos conectaron en los míos, tenía un aspecto cansado y triste como si estuviera perdido.

Pero no iba a darme pena, me daba igual lo que le pasara.

—¿Me vas a contar que te pasó con Hades? —preguntó sacando de su mochila su neceser de maquillaje para hacer su magia conmigo—. Eres mi mejor amiga y me está doliendo que no me cuentes que te pasa.

Solté un suspiro bajando la mirada al suelo de baldosas:—Soy una idiota y creo que no necesitas saber más.

—Eso ya lo sabía —dice obvia y yo la miro mal—. Ahora enserio, quiero saber.

Esclava del deseo ✔️ [Esclava #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora