Papá Noel le trajo a Kiara un disfraz de princesa, que no se había sacado desde Navidad, y una cocinita de juguete. Por lo que, toda la semana, se levantó temprano para cocinar el desayuno e hizo que me sentara a su lado y probara todas las comidas invisibles que preparaba. También me explicaba cómo hacerlas, así que si algunas vez están interesados en hacer huevos de caramelo pueden preguntarme por la receta.
Tamara llegó una hora más temprano toda la semana, ya que la concesionaria cerraba antes durante esos días. Yo ya le había contado lo de Damián, ella lo conocía del colegio, todos conocían a Damián, y obviamente sabía lo que había sentido por él, así que todos los días llegaba con hambre de más información.
- ¿Hacen algo hoy? -me preguntó mientras se servía un vaso de agua.
- No -respondí -. Hoy tengo que llevar a mi nuevo bebé al doctor.
Como le había dicho a Matias, debía llevar a Diablo con el veterinario del refugio para que revisara la herida de su oreja y corroborara que lo estaba cuidando bien. Iba a ir con Tina, ya que era ella quien había firmado los papeles de adopción, igualmente creo que hubiera ido con ella aunque no fuera necesario.
- Y con eso te referís a tu nuevo perro ¿no? -A Tamara no le gustaban los animales de ningún tipo.
- Sí. -sonreí.
- ¿Y no te acompaña?
- Voy con Tina, la chica que me lo regalo.
Tomó toda el agua de un solo trago y dejó el vaso en la mesada.
- ¿Cómo se portó? ¿No pudiste convencerla de sacarse el vestido?
Y así cambiamos la conversación hacia Kiarita. Nunca había preguntado nada de Tina, por más que yo la hubiese nombrado en múltiples ocasiones. Supongo que dedujo que era una amiga de esas que solo aparecen, que era exactamente lo que era.
Después de despedirme de Kiara, debía ir hasta mi casa a buscar el auto y a Diablo y luego a Tina. Pero hablé demasiado pronto cuando dije que Damián no me acompañaría. Me llamó de camino a casa e insistió en venir conmigo.
- No es necesario, voy con la amiga que me lo regaló -le dije.
- Pero no me molesta, quiero acompañarte.
- No, no es por eso, es solo que... No es necesario, es todo.
- Ani, no pasa nada. Voy para tu casa asi no tenés que pasar a buscarme ¿sí?
- Esta bien. -finalmente asentí.
"Ani", odiaba que me dijeran Ani, pero que él se tomara el trabajo de ser lindo conmigo no me molestaba.
Y ahora iba a tener que compartir auto y salida con Tina y Damián. Genial. Nada me resultaba más incómodo que nombrarlo a Damián frente a Tina y me sentía muy rara diciéndole a él que ella era una "amiga", aunque lo era, asi que la idea de tenerlos juntos en un mismo espacio físico me estaba matando. Dios, ¿por qué solo no pude decirle no? Tenía que aprender a decir no.
Llegué a mi casa y, tal como me dijo, ahí estaba él, esperándome en la puerta.
- Hola -lo saludé con timidez.
No importaba que hicieran casi dos semanas que estábamos ¿saliendo?, lo que sea, o que nos viéramos o habláramos casi a diario, seguía muriéndome de nervios cada vez que lo tenía enfrente.
-Hola -me respondió con su sonrisa más encantadora, acercándose para dejarme un rápido beso en lo labios.
A eso tampoco me acostumbraba, quizás por eso no lograba sentir nada en especial cuando lo hacía.
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Mi mundo real
Non-FictionAna siempre fue lo que esperaban que fuera: una chica recatada, catequista, que participa activamente de su parroquia y estudia Medicina como su padre. Nunca estuvo conforme con esa vida, pero siempre tuvo demasiado miedo de cambiarlo. Entonces ll...