- ¿Tu papá no necesita un asistente en su consultorio?
Matias seguía sin encontrar trabajo. En julio se había recibido de licenciado en informática y, luego, sus padres aceptaron que se tomara unos meses de descanso. Él buscaba trabajo, pero, por el momento, eso no le preocupaba. O al menos así había sido hasta año nuevo.
La gente hace cosas estúpidas cuando está borracha, por ejemplo enviarle una foto a tus padres con la hija que niegan tener y el bello mensaje de "Feliz año nuevo perros". Y eso había hecho Matias. Apenas llegó a su casa el primero de enero los padres le pidieron explicaciones, él les dijo lo que pensaba, tomó algunas de sus cosas y se fue. Hasta que encontraran otro lugar, se quedaba con Sandra. El problema era que, por contrato, no podían vivir más de una persona por habitación, así que tenía que cuidar que no lo descubrieran y apresurarse en buscar un lugar donde pudieran vivir los dos. Pero los alquileres, y todo, estaban caros. Sandra ya tenía trabajo, pero solo con su sueldo no alcanzaría. De ahí la repentina urgencia de conseguir empleo.
- Mi papá trabaja en un hospital, no en un consultorio -aclaré.
- Ugh. ¿Y no quiere un asistente?
- ¿Para qué?
Se encogió de hombros.
- No sé, para que tu amigo tenga una entrada de dinero ¡Usa la imaginación, Ana!
Me senté junto a él en mi cama. Tenía mi notebook en su regazo, revisando varias bolsas de trabajo y páginas de inmobiliarias.
- ¿Qué tal este? -señalé a la pantalla.
- ¿Un call center? -leyó la propuesta - ¿Qué no te explotan ahí?
- Pero pagan -respondí.
Matias lo dudó por un minuto y finalmente dió click en "Postular".
Apoyé la cabeza en su hombro, viendo cómo seguía navegando en internet.
- ¿Te arreglaste con Delfina? -pregunté.
- Sí, no fue nada.
- No quiero ir -dije.
- Hubieses dicho que no -me recriminó.
Hoy era, nada más ni nada menos, que la dichosa doble cita: Damián y yo y Tina con esa Agustina. Desde el momento uno sabía que era una mala idea, pero no había podido negarme.
- Tenía a Damián al lado mío, esperando que le mandara el mensaje a Tina preguntándole ¿qué podía hacer?
- Decirle que no podías o que no querías o que tus papás no te dejaban.
- Arg.
Me levanté de la cama y caminé nerviosa por la habitación.
- Ana, quieras o no, esto es algo que vas a tener que enfrentar. Sea con esta tal Agus o con otra piba, Tina va a seguir con su vida ¿Qué esperabas? ¿Que se iba a quedar esperando para siempre a que te decidas, mientras vos seguís con tu vida como si nada hubiera pasado con ella?
Quería encontrar una réplica a lo que él me estaba diciendo, encontrar otra razón por la que todo esto me molestaba, pero no la había. No quería ver a Tina con otra chica, simplemente no toleraba esa idea. Ya sé que era egoísta de mi parte seguir con mi vida y esperar que ella no lo hiciera, pero ¿saben qué? No soy perfecta.
- Puedo llamar a Damián si querés -ofreció Matias -, le digo que estás muy enferma o lo que sea.
Me di la vuelta hacia él. En serio era un buen amigo.
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Mi mundo real
No FicciónAna siempre fue lo que esperaban que fuera: una chica recatada, catequista, que participa activamente de su parroquia y estudia Medicina como su padre. Nunca estuvo conforme con esa vida, pero siempre tuvo demasiado miedo de cambiarlo. Entonces ll...