¡andá a inscribirte, mujer!

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Tina me había acompañado a mi nueva universidad a inscribirme en mi nueva carrera: Artes Audiovisuales. Eran fechas de finales, pero las clases aún no habían empezado. Por lo que solo habían grupos de jóvenes desperdigados en las puertas de las aulas, esperando para entrar a rendir o presentar sus trabajos. El piso en el que eran las inscripciones sí estaba repleto de gente. En su mayoría eran niños recien salidos del secundario, algunos hasta acompañados por sus padres; me sentí una anciana.

- Quizás esto no sea una buena idea - dije y me detuve en medio del pasillo.

Tina pasó su brazo por mi cintura.

- Es la mejor idea que tuviste en toda tu vida - replicó.

- No sé si tirar tres años de carrera a la basura y empezar algo de cero sea mi mejor idea.

- Ya sonás como tu mamá - bufó -. Si algo no es lo tuyo, no es lo tuyo. Lo dejas y listo, buscás algo que sea lo tuyo.

- Lo decís como si fuera tan simple - bufé.

- ¡Porque lo es!

- Soy una fracasada. - Me crucé de brazos.

- ¿Qué? Ana... ¿Por qué decis eso?

- Son todos re chicos, voy a verme como vieja fracasada.

- Veintidos años, bebé, tenes veintidos años, no sos vieja y ¿por qué te verían como fracasada? ¿Y por qué te importa lo que piensen?

Me encogí de hombros.

- ¿Soy una fracasada por dejar una carrera?- Se me juntaron algunas lágrimas en los ojos.

Ella se paró frente a mí y me sostuvo por los brazos con dulzura.

- Amor, dejar algo porque no te gusta y empezar nuevamente de cero no te hace una fracasada, te hace increíblemente valiente. Asi que se esa chica valiente de la que me enamoré y ¡andá a inscribirte, mujer!

- ¿Y si tampoco es lo que quiero? ¿Y si no es como yo pensaba, y termino dejándolo de nuevo?

- ¡Y qué si pasa eso! Si no es lo que te gusta, buscás algo más y empezás otra vez.

- ¡No! - Sollocé - No quiero estar toda la vida así.

- No vas a estar toda la vida así - Me abrazó -. Solo tenés que encontrar lo que te apasiona, y estoy segura de que es esto.

Asentí.

Estaba asustada. Tenía miedo de elegir mal. Sí me gustaba el cine, pero ¿qué pasaría si esta carrera no era lo que yo esperaba? Me leí el plan de estudios cientos de veces para asegurarme de que estaba segura, pero nada me daba la certeza de que no fuera a fallar otra vez. Y mi madre no ayudaba para nada. Se la pasaba señalándome todo lo que podría salir mal: "No vas a conseguir trabajo de eso", "Te vas a morir de hambre", "Vas a tener que gastar mucho dinero en materiales, yo no sé de dónde pensás sacarlo", "¿Qué de sabes de todo eso? Tenés que saber algo antes de empezar". Yo estaba convencida de que esto era lo quería, pero cada crítica suya hacía que tuviera que volver a convencerme.

- Vamos, amor, vos podés.

Levanté los ojos hacia los de ella. Era más alta que yo, y más delgada, más bonita, más simpática. En serio, no sé qué me había visto. Pero acá estábamos.

Ya hacía más de un mes que salíamos, y todavía me costaba asimilarlo. Se me retorcía algo en el estómago cuando me decía "amor", "bebé" o cualquier otra cosa linda; y un escalofrío me recorría la espalda cada vez que le abrazaba o tomaba mi mano. Eran sensaciones agradables, pero no terminaba de acostumbrarme a ellas.

Mi mundo realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora