Opuestos

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OPUESTOS

La luz del sol todavía no terminaba por salir completamente y ella ya tenía casi una hora de pie, la cama de su habitación color lila estaba ya tendida, y su pijama doblada sobre el mullido colchón, y ella perfectamente bañada y cambiada.

Dejó de peinar su largo y azulado cabello y se giró por su mochila, colocada sobre la negra silla giratoria frente al escritorio que también la acompañaba en ese lugar. Antes de salir no contuvo el impulso de tomar una de sus tantos suéteres, pero esta vez, sería uno delgado y ligero, la mañana era agradable y usaba una falda blanca y amplia con delgados bordes lilas, que le llegaba justo arriba de la rodilla y una delgada blusa de tirantes a combinación, y fue por ésta última que optó por su suéter, todavía le resultaba incómodo vestir de ese modo aunque Ino y Sakura le aseguraran que se veía mejor, pues todavía habían partes de su cuerpo que la acomplejaban por su tamaño.

Jugó nerviosa con sus dedos y mordió su labio para finalmente convencerse de salir así.

—Tiene que ser un gran día, olvida lo demás— Se animó para dirigirse a la estancia, estaba tratando de hablar más segura y sin tartamudear, que era algo que molestaba en extremo a su padre, por la debilidad y falta de carácter que eso le representaba.

Sonrió al dejar su mochila sobre la blanca sala de su departamento y dirigirse al frente, justo a la cocina. Del refrigerador sacó un bento con diversas frutas picadas que había preparado la noche anterior, y se aseguró de llevar también un sobre con fideos instantáneos, el mismo que el joven rubio y de ojos azules, se encargaría de transformar en un humeante tazón de ramén en la cafetería de la facultad a la que asistían, y aunque él llevase el suyo, uno nunca le sería suficiente y ambos se había acostumbrado a ello, a ella le gustaba ver su radiante sonrisa al entregarle la sencilla sopa y alguna veces, un bento con bolas de arroz, tortilla de huevo y ensaladas; y a él, le alegraba voltear a verla y recibir los alimentos aunque Sakura lo tachara de aprovechado.

La Hyuuga mordió su labio y terminó por sonreír satisfecha... Ese cambio que su padre le había impuesto lo iba sobrellevando bien, los primeros días habían sido difíciles, se sentía pequeña entre tantas personas y después había llegado él... Uzumaki Naruto, él había sido su salvador en ese mundo universitario. Volvió a sonreír y se ruborizó al volver a sentir en su pecho la calidez que siempre se presentaba al pensar en él... envolvió el bento y se lamentó no haber podido preparar uno más elaborado, pero la cena que su padre ordenó a media semana, la había obligado a regresar muy tarde la noche anterior.

Negó en silencio para retirarse apresurada por su mochila, la colgó a su hombro y siguiendo una manía, volteó a ver el gran ventanal de su sala, pero lejos de encontrar el sol que bañaba los patios de la mansión Hyuuga, encontró la sombra de otro de los tantos edificios de esa céntrica zona de Tokyo... suspiró resignada... algún día se acostumbraría a ese detalle.

Vio la hora en el reloj de pared colgado a un costado de la gran pantalla y respingó al darse cuenta que ya iba tarde... no sabía cuándo iba a corregir esa mala costumbre. Corrió y trastabilló al detenerse abruptamente.

—Es cierto— Dijo y se giró para regresar a la cocina y tomar de un pequeño vaso, colocado a un costado del frutero, varias y pequeñas monedas —ahora sí... todo está bien— se aseguró y salió de su departamento con prisa.

Los blancos zapatos de piso le dieron la libertad de caminar de prisa sin dificultades, saludó y sonrió a una anciana que era su vecina en ese piso, la misma que le devolvió la sonrisa y ella siguió su acelerado paso. Una vez que estuvo dentro del elevador prestó atención al display que descendía en números, según bajaban. El reluciente cristal mostró a una delgada y curvilínea chica exquisitamente vestida, y aunque su rostro mostraba un dejo de angustia por la hora; su presencia, denotaba los modales y la clase del linaje del que procedía... si Hinata no hablaba y mostraba su inseguridad, podía pasar por toda una señorita de mundo... la digna heredera Hyuuga.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora