Esclavos.

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ESCLAVOS

Sasuke resopló cansadamente al cerrar sus ojos y echar su cabeza hacia atrás, al recargarse en una de las frías paredes del elevador.

—¿Qué mierdas estás haciendo?— se preguntó a modo de reproche.

Su cuerpo todavía estaba tenso por ese enfrentamiento con Itachi. Apretó su mandíbula al no entender la razón real de esos celos que estaba experimentando... no eran normales; su sangre todavía estaba ardiendo por dentro, el idiota de Itachi había acariciado a Hinata, o eso vio, y ella lo permitió.

"Esa idiota niña te está haciendo perder la cordura" reconoció internamente; pero es que la deseaba tanto. Tal vez tuvo envidia, envidia de que ella lo dejara tacarla y con cada caricia suya, sin embargo, Hinata solía tensarse, lo rechazaba y eso era normal después de todo.

La puerta del elevador se abrió y él avanzó a pasos firmes hasta la puerta de ese departamento. Tocó.

• • •

Hinata había llegado apresurada a su departamento, sin poder creer la sensación de incredulidad, incertidumbre y tal vez, un poco de miedo que sentía. Luego de separarse de la puerta, lugar donde había permanecido recargada, se sentó en uno de los sofás de su sala.

«Sasuke no puede saber nada, no todavía.»

Las palabras de Itachi rondaban aún su cabeza y ella realmente no sabía qué pensar, todo aquello la impactó tanto de diferentes maneras. Todavía podía verse sentada frente a esa bonita mesa mientras paseantes caminaban afuera, del otro lado del ventanal, al mismo tiempo que la que había sido su humeante taza de té, permanecía fría frente a ella.

¿Por qué me lo pides a mí?— preguntó luego de escuchar, atentamente, como él lo pidió, todas y cada una de sus palabras.

Porque eres su novia y he visto cómo lo afectas. Sasuke, de alguna extraña manera, parece bajar sus defensas contigo— Itachi le había explicado con fría tranquilidad sin dejar de verla a los ojos—. Pareces cambiarlo— le añadió haciéndola abrir los ojos sorprendida y su piel pálida amenazó con ruborizarse.

Hinata había tragado lentamente y bajado la mirada —No sé si pueda— le dijo mientras se apretaba las manos.

El pelinegro cerró los ojos —Acabará pronto— dijo y eso le dejó un peor sabor de boca a la joven de ojos perlas.

—¿Qué voy a hacer?— se preguntó realmente preocupada y sus ojos ardieron amenazando con cristalizarse. Darse cuenta que Sasuke y ella tendrían muchísimo más en común, de lo que antes supuso, era perturbador.

Tres golpes secos en su puerta la hicieron respingar y girar su rostro en aquella dirección. Su corazón le golpeteo más fuerte en su interior al ponerse pie y llevarse las manos al pecho, mientras seguía viendo la puerta.

—Hinata— la voz ronca y seca de Sasuke la hizo abrir los ojos —. Abre.

Ella estuvo unos segundos sin reacción alguna, mas que su corazón latiendo apresurado, luego, sus pasos delicados sobre esos zapatos sin tacón, avanzaron hasta pocos centímetros de la entrada. Sus ojos temblaron al ver la puerta cerrada y no supo si debía abrir.

"Quiero apartarme de él" meditó con miedo y tembló ante el silencio de Sasuke. Sentía que no podía estar más cerca de él, porque mientras más cerca permanecía, más miedo se tenía ella por no aborrecerlo como debería.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora