Latidos acelerados.

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LATIDOS ACELERADOS

—Quiero...— volvió a hablar el de ojos negros al deslizar su mirada por el cuerpo perfecto de la chica, sin necesidad de apartarse un centímetro... atrayendo toda su atención a él... sabía lo que quería, lo que necesitaba obtener de ella para por fin deshacerse de esa sensación de inconformidad y quedar finalmente saciado.

Los ojos de ella temblaron al verlo volver a fijar sus ojos en su rostro, para posteriormente volver a acercarse a su oído, haciéndole temblar el cuerpo y el corazón.

Los perfectos labios del joven se abrieron poco a poco, para finalmente mencionar lo que lo frustraba, mientras fortalecía su posesivo abrazo en la estrecha cintura de la Hyuuga.

—Quiero... darte un orgasmo.

—¿Q-qué?— preguntó casi sin voz al abrir los ojos sorprendida.

Los labios del joven se torcieron en un intento de sonrisa molesta... era verdad, desde que logró tener su cuerpo había necesitado eso de ella. Ansió, deseó sentirla temblar de placer bajo su cuerpo, quería sus gemidos y su nombre entre ellos.

Era un absurdo... él la había tenido a la fuerza, lo sabía y aun así, eso no quitaba su necesidad.

—De... de-debe estar...— apenas logró mencionar la sorprendida chica que perdió el aliento tras escuchar tal afirmación —bromeando— finalizó y lo sintió resbalar sus manos y apretar más su abrazo en su cintura... él se quedó en silencio un segundo.

... Segundo eterno en el que el corazón le golpeó desesperado, pudo ver rastros de la sangre del pelinegro en su jersey, y eso, junto a la mirada profunda y fríamente vacía que le había dedicado, la sacudieron por dentro... nunca lo había visto de ese modo, él siempre solía parecer imperturbable... ¿qué estaba ocurriendo con él?

—No acostumbro a bromear— la voz ronca del chico la hizo ladear su rostro y pretender verlo, él seguía aferrado a su cuerpo y al sentirla, también giró su rostro para verla.

Hinata tragó pesadamente al fruncir el ceño y casi podía sentirse temblar entre sus brazos... Ese chico, ese que estaba tan quieto a su lado, en una actitud tan contradictoria en la que parecía querer redimirse, pero al mismo tiempo exigía más de ella, la confundía... nunca había sentido ese miedo... ese miedo que iba más allá del pavor a ser dañada; pues en ese instante se dio cuenta que estaba más involucrada con él de lo que temía... ellos habían compartido una cama después de aquél desgarrador primer encuentro y él quería más... ¿era un demonio? ¿Por qué no se había ido y la dejaba olvidar?

El pelinegro sonrió de medio lado y los ojos de ella temblaron al notarlo.

—No soy una buena persona— la voz ronca del Uchiha volvió a sonar y por segunda vez ella sintió que podía leer incluso su mente.

—A...ah...— ella separó sus labios y no pudo hablar, sólo logró apretar sus manos en el abdomen duro del joven, sobre ese jersey y apartarlo.

Él retrocedió un paso al soltarla, pero apoyando sus brazos en el auto de la joven, manteniéndola prisionera de él; bajó su fría mirada por el cuerpo tenso de la Hyuuga y la misma volvería a su rostro asustado y ruborizado.

Hinata, inconscientemente, mantuvo sus manos en él y tragó pesadamente al erizarse su piel al ser presa de esa mirada.

—¿Q-qué... qué es lo que... lo que realmente quiere?— se atrevió a preguntar, y alzó su mirada a verlo por un segundo, antes de volverla a desviar... Varias personas caminaban por ese sector.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora