Dolor, duda y confusión.

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DOLOR, DUDA Y CONFUSIÓN

Echó su cabeza hacia atrás estando todavía dentro de su auto, el estacionamiento de la universidad comenzaba a llenarse de personas ese jueves por la mañana, y sus ojos profundamente negros solo buscaban a una.

—Mierda— mencionó molesto con él mismo.

Bajó de su auto y cubrió sus ojos con unas gafas, no pretendía defenderse del sol, sino ocultar apenas los rastros de la mala noche que había tenido. Se sentía un patán, aunque no se lo hubiese dicho en voz alta. Giró su rostro en varias direcciones al ingresar al gran edificio de su facultad, por los jardines no la había visto.

—Hyuuga— dijo su nombre apenas en un ronco murmullo.

No quería aceptar lo que lo había obligado a dañarla de aquella forma, nunca había tenido la necesidad de hacerlo, jamás... pero ella... Siguió su andar y detuvo sus pensamientos... otra vez se estaba justificando. Hinata le había recordado su vulnerabilidad al golpearlo, su rabia surgió y la siguió, buscando desquitarse con ella y no permitir que nadie se volviera a burlar de él de esa forma, reconoció que era esa especie de rechazo que la chica le tenía, lo que acrecentó su molestia con ella, la adoración que le tenía a su estúpido amigo y la forma como lo había defendido, lo que le provocó el mayor placer al someterla... nunca antes había deseado tanto hacer que alguien se tragara sus palabras.

Detuvo sus pasos frente a una gran aula donde se repartían las clases básicas a los del primer curso. Obtuvo varias miradas curiosas y se quitó las gafas al fruncir el ceño. No estaba.

Su ser dudaba... no se arrepentía de haber seguido esa promesa en la que se juraba que nadie, jamás, volvería a golpearlo; pero sabía que haber usado su fuerza contra esa débil chica había excedido sus propios límites. La había violado. Era un poco hombre... tal vez sentirse así era lo que lo había mantenido despierto toda la noche, y ahora lo obligaba a buscarla... ¿se lo habría contado a alguien?

Siguió su camino con su mochila al hombro.

—¡Teme!— el grito enérgico del rubio lo hizo girarse desinteresado a verlo.

—Dobe— respondió secamente al verlo llegar a su lado, lo vio sonreír despreocupado y rascarse la cabeza mientras le explicaba que su auto se había quedado sin gasolina y por eso llegaba tarde. El Uchiha lo vio de reojo mientras avanzaban juntos, algo en su interior le hizo sonreír apenas de medio lado... "Así que no se lo has dicho".

—¿Entonces?— cuestionó el rubio al llegar al aula que les correspondería por esas primeras dos horas.

—¿Qué?—preguntó el Uchiha que no le prestaba atención. Se sentó en los últimos lugares y con sus piernas alargadas, cruzó sus pies al tiempo que metía sus manos en los bolsillos del pantalón obscuro que portaba.

El rubio rodó los ojos, detestaba cuando el presumido de su amigo se hacía el interesante —¿Qué si piensas seguir siendo un patán con Sakura-chan?— repitió con fastidio.

Los fríos ojos ónix se deslizaron hasta él —¿qué no tienes otra cosa en la cabeza que no sea Sakura?— cuestionó comenzando a perder la paciencia.

El Uzumaki se dejó caer pesadamente a su lado —ella no se merece que la trates así...— explicó el rubio antes de recordarle los buenos amigos que solían ser los tres.

"Ella no se merece que la trates así" pensó en las palabras dichas por el rubio... Sakura no conocía nada de él, ni de lo que era capaz, como recién se daba cuenta, además... ¿qué diría Naruto de saberlo? Sonrió con soberbia... seguro eso sería el final de su amistad. Ya no sabía si eso le importaba.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora