Emociones en conflicto.

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EMOCIONES EN CONFLICTO

Arrojó su mochila en el asiento del copiloto una vez que abrió la puerta de su auto, al llegar al estacionamiento de la universidad después de haber dejado a la Hyuuga... se adentró en el vehículo y esperó un momento con la puerta abierta. Los altos árboles frente al estacionamiento pretendían trasmitir sombra y tranquilidad a pesar de los muchos estudiantes que por ahí transitaban.

Recargó su cabeza en el asiento y cerró los ojos.

Cobarde. Fue la palabra que rondó su cabeza; era un cobarde, lo había sido desde aquella noche, nunca creyó que ese calificativo pesara sobre él. Se llevó una mano a apretar el puente de su nariz... ver los ojos asustados de esa chica al verlo, el intento inútil de pretender olvidar todo, pretender no odiarlo y patéticamente estaba seguro que también, y aunque se negara a tal estupidez, ella pretendería perdonarlo.

Era absurdo.

Por eso lo molestaba, esa mirada asustada y la vulnerabilidad que pretendió esconder, lo hicieron creer que tal vez se equivocaba. Una molestia caló en su pecho... sabía que era un maldito, se había convertido en un ser que antes de causaba repulsión por su cobardía.

No se atrevía a reconocerse que se arrepentía, porque sería débil, se arrepintió una vez que eso acabó, una vez que bajó de su cuerpo y la vio débilmente acomodar su ropa, caminar adolorida, cuando la llamó sin saber si pretendía disculparse o pedirle perdón, cuando ella salió y él corrió tras ella... o cuando en el silencio de su departamento tomó importancia que le había robado su virginidad.

—Eres patético— se dijo con desprecio. Eran esos momentos de duda cuando se volvía un perdedor.

Lo cierto era que su orgullo y su ego pesaron demasiado en aquel momento.

Esa Hyuuga lo había rechazado y todo por el dobe, se recordó.

Lo molestaba saber que esa chica le había gustado, lo atraía su cuerpo... y no le bastó tomarlo aquella vez.

—Tsk—chasqueó su lengua molesto al aceptarlo... no le había bastado, él no la quería así y aun así, en esa ocasión no consideró detenerse, la verdad era que había estado molesto con él, con ella y con todo el mundo y obedeció a sus impulsos... buscó lastimarla.

Su conciencia le impedía un sueño tranquilo desde esa noche, la había buscado en su departamento para aclarar lo que sentía, pero también para asegurarse que estaba bien; quiso calmar su interior al permitirle matarlo, si ella quería.

Pero ella no quiso.

Y esa absurda bondad era la que lo hastiaba. Una persona como ella no podía ser sincera, nadie era tan estúpido.

Llevó su mano de su nariz al volante del auto y volvió a hundirse en su soberbia. Estaba dudando, estaba flaqueando... ¿por ella?

—Es ridículo— se dijo al cerrar la puerta de su auto y encender el vehículo. Sus negros ojos cobraron profundidad en la piel blanca de su rostro, que era enmarcado por un par de mechones de cabello obscuro.

Esa tonta niña pasaba de él, la vio sonreír estúpidamente por su idiota amigo al dirigirse con él momentos antes... él había entrado en su vida, de la peor manera, reconoció, y ella seguía pensando en Naruto. Se retorcían sus entrañas que precisamente fuese él.

Una sensación caliente también caló en su pecho. Hyuuga Hinata era un golpe a su orgullo, ya lo sabía, por eso la buscó hace un momento, porque reconoció que no quería que Naruto la tuviera cuando él se sentía de así, seguía deseándola, pero de otra forma, deseaba sus gemidos y sus caricias, sus besos y su piel.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora