Un alma en declive.

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UN ALMA EN DECLIVE

Hinata llevó sus nerviosos ojos a ese ser de mirada negra que la veía y se había acercado casi frente a ella. Se había abrazado ligeramente a sí misma, sin saber si por el frío que se sentía o por la presencia del Uchiha.

—Y-ya no tenemos n-nada de qué hablar— respondió la joven que veía discretamente a los costados, lo que menos quería era que otra vez corrieran rumores sobre ellos.

—No es lo que yo creo— la voz fría del pelinegro no emitió mayor emoción, mientras buscaba sus ojos.

Una vez que hicieron contacto visual, por instinto la peliazul retrocedió un paso, pese a su reto auto impuesto de mantenerse controlada.

—Ya basta— suplicó sin alzar la voz y sin despegar su vista de esos ojos onix —. U-usted y y-yo... n-nunca debimos siquiera co-conocernos— aseguró y antes de terminar de hablar, había ladeado su rostro, incómoda por el recuerdo de esa madrugada.

—Mph— sonrió de medio lado. Él también estaba de acuerdo... pero las cosas no ocurrieron así, y en ese momento seguía molesto —. Eso ya no tiene importancia— reconoció.

Ella negó en silencio y la sensación de no tener control de nada la molestó, se sentía dolida, humillada y una traidora... se fallaba a sí misma; se lo reconoció al haber dormido llorando después de que él se marchara. Por la mañana tuvo que suplicarse a continuar, pero en ese momento, con él frente a ella, diciendo que las cosas eran tal cual, la molestó.

—Hinata— volvió a hablar el joven al tomarla del brazo y pretender acercarla a su cuerpo.

—¿Quiere dejarme en paz?— mencionó la joven al tirar de su brazo, ignorando por completo, ambos, al par de ojos fríamente verdes que se fijaban en ellos desde la distancia.

—¿Por qué lo haría?— preguntó él ocultando la molestia al ser rechazado. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y la vio desde su altura.

Ella se sintió pequeña frente a él —U-usted lo... lo dijo— su voz dolida le recordó su promesa y acentuó su desesperación al fruncir el ceño mientras lo veía a los ojos. Ya no podía seguir con eso.

Él volvió a sonreír de medio lado, casi le pareció a Hinata que de manera siniestra.

"Fue estúpido creerlo", reconoció internamente el Uchiha.

Estar entre sus exquisitas piernas le gustó más de lo que temía... Además, había algo que no había obtenido de esa Hyuuga, y lo quería, su ego lo exigía.

La ojiperla tragó suavemente al ver su sonrisa ladeada... ¿por qué estaba ahí? ¿Qué más pretendía?... ella había cedido tontamente a su capricho y él seguía ahí. Las manos de la Hyuuga temblaron al abrir la puerta de su auto.

—Déjeme en paz— suplicó —. Yo sólo... — mencionó y vio su mirada negra sobre ella —, sólo quiero... en este momento so-sólo quiero desaparecer— aceptó y giró su cuerpo para adentrarse al auto.

—Hinata— la llamó molesto y la detuvo al tomarla del brazo, sin querer permitirle marcharse. Él estaba frustrado y ella sólo complicaba las cosas. No debía estar ahí y lo sabía, lo molestaba obedecer sus impulsos y buscarla, ¿qué iba a hacer? ¿Pedirle otra noche?... era patético.

Ella apretó en puños sus manos y tiró su brazo logrando soltarse ante la poca fuerza del imprevisto agarre del Uchiha.

—Ya tuvo lo que quería— mencionó logrando controlar su voz y volvió a sostenerle la mirada —. Ya no quiero verlo nunca más— su voz suave se impregnó de un dolor que pocas veces permitía mostrar.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora