Lo que no puede ser.

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LO QUE NO PUEDE SER

La mirada negra y desinteresada se fijó sobre la variedad de alumnos que se extendían por el estacionamiento universitario. Apagó el motor de su auto y se recargó completamente en el asiento sin ánimos de bajar, cerró sus ojos y llevó un par de sus dedos a apretar el puente de su nariz.

La noche anterior había dormido realmente poco, pero eso no era lo que lo estaba molestando.

—Tsk— chasqueó la lengua molesto y apoyó su mano en el volante del auto, su mirada volvió al frente pero ya no prestaba atención a ninguno de los presentes.

«¿Sabes que si vas, estás haciendo esto casi oficial?» recordó sus palabras y cómo éstas habían paralizado a esa chica «Si lo haces, significa que, ¿aceptas quedarte conmigo?»

Golpeó el volante con uno de sus dedos sin entender realmente por qué volvió a presionarla de esa forma. No tenía sentido y aun así, no perdió oportunidad de hacerlo.

¿Cuánto le gustaba?

—¡Hey!— el sonido seco que hizo la mano de Suigetsu al estrellarse contra el cofre de su auto y la escandalosa voz del mismo, fastidiaron al Uchiha que pretendió no verlo —¡Vamos hombre, baja!— animó el peliblanco al asomarse a la ventanilla — Llevo casi media hora esperando por ti y mira que me estoy congelando— agregó y sonrió abiertamente.

Sasuke abrió la puerta y salió sin prisa luego de suspirar cansadamente.

—¿Qué quieres aquí?— le preguntó, pues por lo general ese tipo no se levantaba antes del mediodía.

La diversión del chico de dientes afilados fue reflejada incluso en sus moradas orbes.

—Anoche Karin llegó furiosa a mi departamento exigiendo respuestas— dijo y cuando Sasuke cerró la puerta del auto, luego de bajar su mochila, Suigetsu se sentó de un salto sobre el cofre del costoso vehículo propiedad del pelinegro —. ¿Quién era ella, eh?— preguntó viéndolo atentamente.

El Uchiha lo vio y luego regresó su mirada al resto de los presentes, sin fijarse detenidamente en ninguno y sin pretender responderle tampoco al peliblanco.

Suigetsu lo notó pero no le dio importancia al estar acostumbrado a casi arrancarle las palabras.

—Llegó furiosa y soltando miles de suposiciones, debiste verla— dijo al recostarse sobre el parabrisas y sacar del bolsillo de su pantalón una paleta, la misma que luego se llevaría a la boca —. Dijo que prácticamente la echaste, por favor, cuando tengas planeado hacer tal cosa, avísame, sabes que no me gusta perderme de tales acontecimientos— añadió y luego se burló.

—No es como si lo planeara— respondió cortante el otro que luego de un momento regresó su atención al chico a su lado.

El peliblanco se encogió de hombros —Vamos, hombre, dime quién era— insistió el casi hiperactivo joven al entrecruzar sus piernas sobre el auto. Suigetsu esperó unos segundos su respuesta y cuando los ojos negros del Uchiha dejaron de verlo para fijarse sobre algún punto a su espalda, él volteó también movido por su curiosidad.

Ambos jóvenes vieron a cierta lacia peliazul descender de su coche y apresurarse a mezclarse entre los estudiantes para dirigirse a su facultad, ella no los había visto y la entera atención de Sasuke no la había dejado desde que la vio aparecer en ese sitio.

—¿Era ella?— preguntó Suigetsu incrédulo al regresar sus ojos al pelinegro frente a él —Sa-Sasuke... ¿e-ella es...?

El Uchiha regresó su fría mirada a Suigetsu y éste tragó ligeramente y frunció el ceño al intentar entender lo que estaba pasando.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora