Fragmentos dispersos.

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FRAGMENTOS DISPERSOS

«Prométeme que no te irás.» Recordar esa frase en la voz abatida de Sasuke le hacía sentir un nudo en la garganta. A pesar de asegurarle que se quedaría, podía sentir la mirada negra observarla con insistencia, a través del retrovisor, al conducir detrás de él de vuelta al hotel.

Los ojos violáceos de Hinata seguían pendientes de Sasuke delante de ella. Sonrió y suspiró. Aún no se deshacía del ligero estremecimiento que la expectativa del qué tendrían en frente le provocaba, pero sabía que pasara lo que pasara, se quedaría con él.

Las nubes en el cielo ocultaban el brillo de la luna y esto hacía la carretera más oscura de lo normal. Al llegar al hotel, se estacionó justo al lado del coche de Sasuke; éste bajó de inmediato y ella lo hizo tras él.

Sasuke se revolvió el cabello al recargarse en el capó de su auto —Debiste hacerme caso cuando insistí en dormir en otro lado— su voz sonó ronca.

Hinata se acercó con media sonrisa a él y le tomó la mano, arrancándola de su bolsillo.

—Te dije que, si vamos a afrontar esto, lo haremos de verdad. No fingiremos que no pasa nada —apretó suavemente su mano—. Estar aquí, servirá para recordarnos dónde y en qué situación estamos.

Ella quiso jalarlo para hacerlo seguirla al interior, dejando así vacío el pequeño estacionamiento, pero Sasuke la detuvo.

Hinata volvió a sentir que sus ojos escocían cuando él la apretó contra su pecho. Sasuke no dijo nada, pero la forma como estaba apretándola y el latir fuerte de su corazón audible bajo su pecho duro, generaron en Hinata el deseo de quedarse ahí por mucho tiempo.

Sasuke pegó su nariz en el azulino cabello mientras Hinata le acariciaba la espalda. Llevó una de sus manos a alzarle el rostro. Cuando encontró esa mirada triste y noble puesta en él, tragó pesadamente. Analizó el pequeño rostro y la forma en que ella respiraba despacio, sin dejar de verlo un segundo. Las palabras se le atoraron en la garganta, negándose a salir.

Ella merecía mucho más que él, lo sabía, pero no quería dejarla; se lo reconoció al acercar sus labios a los entreabiertos de ella. Quería intentarlo, hacer que todo funcionara. Lo necesitaba. Quería decírselo y que le quedara claro, pero no encontró la forma.

Ambos alientos tibios se mezclaron.

—Vamos adentro— Hinata terminó susurrándole casi sobre los labios sin saber cómo soportó la tentación, cuando Sasuke separó sus labios buscando besarla. Su cuerpo estaba tibio y ansioso por más contacto, pero debían hablar, mucho.

Él resopló derrotado y volvió a revolver su cabello.

—Hay un desastre allá arriba.

Hinata apenas pudo sonreír al entrar con él de la mano. Pensar que Sasuke tuvo una sensación tan dolorosa e insoportable al saber que ella se iría, la misma que lo orilló a hacer a un lado su orgullo por buscarla, le apretaba el pecho y la hacía sentir feliz al mismo tiempo. Ella había sentido lo mismo que él. Esa sensación de pérdida y dolor había amenazado con desgarrar su alma y la había hecho volver a buscarlo, arriesgándose a volver a sufrir. Había sabido que, de cualquier forma, ese dolor que pudiese venir no sería peor que lo que sintió al dejarlo de lado.

Cuando cruzaron el umbral de la puerta, cientos de pequeños vidrios destellaban en el suelo, reflejando la luz proveniente de la ventana, mostrando lo poco que quedó de la bonita mesa de centro. A un costado de la cama había una lámpara ladeada y diversos objetos sin romper sobre la alfombra, acompañando a éstos, también había ropa tirada, seguro había caído cuando Sasuke se cambió, pues reconoció el pijama que había portado.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora