Bajo el dolor.

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BAJO EL DOLOR.


Shion le sonrió a Naruto cuando éste entró a su auto. Mientras salían habían acordado ir a buscar algo para cenar, antes de que él la llevase a su departamento.

El rubio estaba por encender la radio cuando su teléfono sonó.

—Oh, qué demonios— se quejó y se avergonzó cuando tuvo que salir del coche para escarbar entre sus bolsillos y sacar su móvil —. Sí, ¿qué quieres, Ino?

Naruto frunció el ceño cuando escuchó a la Yamanaka pedirle que llevara a Sakura a su casa, pues a ella no le alcanzaría el tiempo para hacerlo.

—¿Sakura-chan?

El chico, aun fuera de su auto, giró su cabeza buscando a su amiga y vecina. Había mucha gente saliendo de los locales cercanos. Casi le colgó a Ino para decirle que regresaría a buscarla, pero entonces se percató que la pelirrosa detenía a un taxi y subía en él.

—¿Estás segura que dijo que iría conmigo?

—¡Que sí, hombre! Me lo aseguró.

Naruto volteó a ver a Shion y dudó unos segundos en si dejar ir a su amiga o asegurarse que llegaría bien.

—Bien — dijo y se despidió rápido para volver a subir a su coche —. Shion, verás... ¿te molestaría pasar a un lugar antes? —pidió con pena.

Ella no supo qué decir de inmediato. Por la mañana trabajaría temprano, pero tampoco quería despedirse ya. Aceptó instantes después.

Él sonrió abiertamente y le avisó que perseguirían a un taxi. Salió y casi golpeó a un coche que pasaba, para luego buscar el taxi que llevaba a su amiga antes de que entrara a cualquier avenida.

Le marcó a Sakura al no localizarla visualmente. Naruto emitió un gruñido ahogado cuando ella no contestó, pero le envió un mensaje: llevaría a Sasuke un par de regalos que había dejado. Él no tardó en encontrar el fondo de esa acción.

Ella no iba a pasarla bien, estaba seguro.

Le tomó casi quince minutos salir del rumbo que llevaba, para ahora dirigirse al mismo sitio que Sakura.

—Iremos al centro —avisó Naruto más avergonzado —, tal vez no sea tan buena idea que te haga acompañarme.

Ella lo vio con curiosidad y notó preocupación.

—Vayamos por tu amiga y después de eso puedes acercarme a mi casa— dijo, entendiéndolo.

—Demonios. Lo siento, de verás.

Ella asintió y notó la aceleración del coche.

Apenas estacionaron frente al edificio, Naruto dudó sobre subir o esperar a que Sakura bajase.

o.o.o.o.o

—¿Qué haces aquí? — la voz de Sasuke era seca y fría.

Hinata se había quedado de pie a medio metro detrás de él.

La pelirrosa todavía tenía en su cabeza los ecos de sus voces tras lo sucedido momentos antes. Apretó fuerte los puños al tener a la vista a esos dos traidores. Sus ojos picaron y sonrió ofendida y dolida, al ver la mirada impersonal de Sasuke dirigida a ella. Como si fuese una intrusa, y no la estúpida que acababa de descubrirlos.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora