Sensación de peligro.

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SENSACIÓN DE PELIGRO

Eran las dos más treinta minutos en el reloj sobre el buró. El silencio que solía reinar en la habitación de Hinata a esas horas de la madrugada, en ese momento seguía siendo quebrado por los suaves gemidos de la Hyuuga y por los roncos jadeos del pelinegro que se movía sobre ella.

Las delgadas manos femeninas desde hacía minutos se posaban en la fuerte y sudada espalda masculina, sintiendo el constante movimiento de sus músculos mientras más la penetraba.

—Sasuke...— ella lo nombró una vez que sus bocas se separaron, durante todo ese acto él la había besado, tanto, que sus labios picaban; Hinata ya no sabía qué quería decirle y si en algún momento pensó en algo, al instante que sus ojos se encontraron, ella lo olvidó. Su cuerpo tembló.

Lo vio a los ojos y a pesar de ser bañados por el tenue brillo de la luz en el exterior, éstos lucían aún más negros al ser enmarcados por el rebelde cabello del chico. Sasuke siguió moviéndose profundamente sobre ella y esa sensación de llenado y vacío que él le provocaba al entrar y salir de su cuerpo, le impidió el verlo a los ojos por más tiempo.

La lacia peliazul terminó por ladear su rostro, pudorosa, y sin poder controlar su acelerado corazón ni la profundidad de su respiración. El calor y el sudor que sus cuerpos desprendían, envueltos en ese acto desde hacía eternos minutos, era casi insoportable.

Sasuke besó su cuello y humedeció el mismo al no tener suficiente de ella. Se encajó una vez más en su cuerpo y deslizó una de sus manos por una de sus piernas, desnuda y flexionada al costado de las de él. Acarició su piel ansiando prolongar eternamente cada caricia, la escuchó gemir y moverse suavemente bajo él; necesitaba más y cada profunda y lenta embestida era la muestra clara de la contenida pasión que estaba mostrándole. La piel suave de Hinata estaba ardiendo como él y todavía no sabía cómo lo había conseguido. Siguió penetrándola y acariciándola, lentamente, tan suave, que la obligaba a mostrar un sonrojo en sus mejillas y a jadear al sentirlo.

—Casi puedo considerarte mía— mencionó roncamente, dándole vida a sus pensamientos y la penetró de una forma profunda, moviendo ambos cuerpos; su voz gruesa hizo estremecer a la Hyuuga. Los fuertes brazos de él se posaron por encima de la cabeza de la joven en un acto tan posesivo como protector y Hinata gimió vulnerable a él.

«¿Qué?» Esas palabras resonaron en la mente de la chica y ella llevó su mirada con un tinte de asombro a él.

Por un segundo su mirada perlada y asustada se unió a la negra y segura de él. La peliazul sintió temblar todo su interior porque fácilmente podría darle crédito, al darse cuenta que esa, era sólo una de las veces que ella le había permitido adueñarse de su cuerpo.

—... Y me estás volviendo un imbécil— agregó roncamente al volver a bajar su rostro al de ella, y luego de tomarla de la barbilla, besarle nuevamente los labios en un beso totalmente entrecortado, producto de los movimientos celosos y posesivos de él sobre ella al no darle tregua y seguir penetrándola.

Esa primera afirmación torturaba a Sasuke y lo obligó a apretar uno de los perfectos senos de Hinata en su mano haciéndola gemir, al ser consciente que sí, era casi su dueño; había tenido el cuerpo de Hinata varias veces, y era ese 'casi' lo que lo molestaba... la quería de él, completa y únicamente suya. Era justo esto lo que lo hacía sentir imbécil al desearla tanto, sin saber cuánto podría obtener de ella.

Hinata se vio presa de la pasión que Sasuke mostraba y otra vez fue consciente cómo su cuerpo respondía, una corriente eléctrica volvió a recorrerla completa, haciéndola moverse y acomodarse en la cama; este movimiento sólo provocó al Uchiha, que apretó una de sus manos en la cadera de la ojiperla y la otra la llevó a enredarla en su largo cabello. Él le mordió suavemente un hombro y ella gimió y echó su cabeza hacia atrás e ignoró el hecho que estaba casi completamente entregada, al no poder creer cómo esa electricidad no la abandonaba y ahora era acompañada por una sensación de adormecimiento que lejos de impedirle sentir, volvía cada sensación más nítida. Las manos de ella, pegadas a la espalda de Sasuke, recorrieron y acariciaron la misma.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora