Secretos

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SECRETOS

Hinata apretó sus manos unidas a su pecho y lo mismo hizo con sus ojos. Su corazón estaba latiendo fuerte pero ya no tan desbocado con el paso de los eternos minutos.

—Teme, ¿entonces? ¿Vamos a comer?

El Uchiha cerró la regadera al haber terminado de ducharse —Ya te dije que no— respondió secamente y Hinata, todavía sintiéndose empequeñecida en ese rincón, volteó apenas de medio lado a ver de mera forma instintiva; se arrepentiría de ello al verlo girarse, viéndola. La Hyuuga devolvió su rostro a las paredes húmedas frente a ella y lo sintió tomar la toalla y enredársela en su desnuda cadera.

Se hicieron un par de segundos de incómodo silencio en el interior, a pesar de que afuera el sonido de las conversaciones se dispersaban poco a poco.

Naruto ya no insistió más y volcaría su interés a otro de sus compañeros, buscando algún acompañante con el cual comer.

—Vas a quedarte quieta y sola aquí— Sasuke volvió a apoyar sus manos en la cadera femenina, y Hinata casi dejó de respirar —¿entendiste?— añadió en voz baja y enronquecida.

Ella asintió —Sí— dijo y apenas giró su rostro a verlo.

Los ojos negros bajo ese cabello rebelde y mojado, se quedaron fijos en esos otros tan contrastantes. El nerviosismo de Hinata se hizo mayor, y presa de una extraña inquietud, se obligó a girar su cuerpo a verlo.

—¿Qué ocurre?— preguntó apenas con voz. ¿Qué más quería?, ya le había dicho que se quedaría ahí y no haría ruido, ¿entonces?¿por qué no se iba y dejaba de ponerla nerviosa?

—¡Sasuke teme! Iré a comer con Kiba, buscaremos a Shikamaru, Ino y Hinata— informó el rubio mientras se vestía con cierta prisa. Kiba no se había molestado en ducharse como varios otros y apresuraba al Uzumaki.

Hinata abrió los ojos sorprendida al escuchar su nombre en los labios de Naruto y no ocultó su sorpresa, al regresar su vista al perfecto rostro del pelinegro. Sasuke esbozó una sonrisa ladeada, con una perversa diversión.

—Suerte con eso, Naruto— susurró llevando una mano al incrédulo rostro de la Hyuuga, a la que no dejaba de ver, atraído o tentado por lo excitante que su presencia ahí le resultaba.

—¿Cómo puede...?— ella pretendió reprochar su cinismo, pero cuando lo vio acercarse a su rostro, sus palabras se ahogaron.

Con la partida de Naruto y otros más, el volumen de las charlas afuera disminuyó notoriamente, solo se escuchaban un par de personas y alguna regadera todavía abierta; por eso Hinata no pudo o no quiso hacer mayor escándalo cuando los labios del Uchiha se apoderaron posesivamente de los suyos.

Ella se revolvió entre el firme pecho masculino cuando él deslizó sus manos por su espalda, pegando su pecho a él. Hinata volvió a percatarse, que más que por miedo, era su pudor natural aumentado por la situación altamente bochornosa en la que estaban, lo que la ponía tan inquieta. Sí, le había perdido el pavor poco a poco.

—Ah... p-por favor, ¿qué no se da cuenta que...?

Hinata apretó sus manos en el pecho húmedo de él buscando apartarlo y él le cedió algunos centímetros.

—Cállate— le dijo pegando su frente a la de ella, mientras jadeaba en pasión, y bajó su negra mirada al par de dotados senos de la avergonzada chica. Ella se ruborizó y más cuando él tomó con dos de sus dedos la parte de su blusa que estaba entre sus senos y la jaló hacia él.

ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora