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Lauren
Miami

-Deberías tomar la avenida, hay varios locales por ahí. Camila habló unos minutos después.
Quería mirarla pero una constante tensión me sumergía sentada sobre el asiento. Solo era la molestia. Si ella insistía en pasar algo de tiempo conmigo entonces podría darle un tiempo para recordar con quien ahora trataba.

-Prefiero seguir por aquí, vamos hacía el centro, espero que encontremos algo mucho mejor para el desayuno.
Sentía sus oscuros ojos sobre mi. Sabía que me miraba pero yo me negaba a darle algo de participación.

-Pensaba en algo mucho más tranquilo.

-Yo prefiero algo mas elegante y rico ¿Te importa?
Impuse. Puse un poco de música dentro del auto.

-Bueno, siento que no estoy para la ocasión pero tu idea va bien. 
Suspiré en silencio y conduje lo más rápido que podía, tratando de distraerme. Debería llamar a Normani pronto, contarle las pocas horas de mi estancia en mi antigua ciudad, no iba para nada agradable. Respete todas las señales y ubique un restaurante grande. Estacione el auto en un subterráneo y caminé con ella hacia la puerta elegante frente a nosotras.

-Así que, cuéntame un poco de tu trabajo.

-¿Prefieres la mesa primero? Asentí con la cabeza y una mujer alta muy sonriente nos guió a una mesa para dos. Elegante, tranquilo, con buena música, prefería eso mil veces que una cafetería pequeña y ruidosa.
La mesa era un poco amplia así que me ayudó para la distancia que quería. Cerca a la ventana donde podría distraerme con el movimiento de la ciudad.
Otra mujer mucho mayor se acercó a dejarnos el menú y la entrada. Camila sonrió amable. Después de ordenar café, ella se acomodó más cerca de la mesa.

-¿Y bien?

-Por ahora estoy en una clínica, es cerca de casa. Dijo con entusiasmo.

-¿Dientes? Cierto. Pregunté obvia.

-Es mucho más que eso, es sobre la sonrisa más bien.
Quería realmente aburrirla para que me dejara en paz ¿Actuaba yo de forma inmadura? Tal vez lo hacía, pero frente a ella no tenía nada que ofrecer. Me agradecía a mi misma no actuar como el día anterior. Con la sorpresa plantada en mi cabeza y mis palabras cortas. Iba a conocer la peor parte de mí.
Solía ser insoportable cuando me lo proponía.

-Da igual, jamás te vi haciendo eso realmente.

-Algo diferente a lo que planeaba ¿Que me dices de ti?
Bueno, aquí iba.

-Sobre la editora, bueno, seleccionó modelos, fotografías, moda y conozco personas importantes todo el tiempo.
Para nada me gustaba de presumir mi trabajo o mencionar que me importaban las personas que solía conocer, la mayoría de ellas no me interesaban, pero se trataba de mi trabajo, era muy cómodo para mi, me apasionaba trabajar en la edición. Y ni mencionar mi esfuerzo para conseguirlo.

-Debes salir con muchas chicas ahí.
Declaró haciendo un gesto muy extraño. Jamás pensé que haría un comentario sobre eso. Es decir, ella y yo nunca tuvimos una charla real en la que le mencionara sobre mis preferencias. Mierda. Mi declaración antes de desaparecer era reveladora.
-Oh yo lo siento...es solo que...
Trataba de disculparse. Pero a mi me dió una buena oportunidad. No me incomodaba decirlo, estaba fuera del armario con mis padres y amigos más cercanos, desde mi tiempo universitario.

-Esta bien Camila, si salgo con muchas de ellas.
Ella tomó un sorbo de café un tanto nerviosa. Bien, se incomodaba un poco más.
-Es cuestión de posición, la mayoría de ellas son personas muy guapas y yo lo aprovecho, y bastante bien. Sugerí.
La mujer volvió para tomar la orden de desayuno. Para su sorpresa después de que ella pidió su plato repleto de carbohidratos, yo solo pedí una ensalada y fruta.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora