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Lauren
Miami

Camila puso el anillo en mi mano con una dulce sonrisa.
Y luego guiñé para tomar el suyo y colocarlo con manos sudorosas.
Podría ser torpe en todo momento menos ahora. Sonreí y finalmente lo coloqué sin ningún problema. Ella rió bajo, sabía que temía meter la pata en la ceremonia y en la cena que teníamos preparada para los invitados.

-Bien, ahora pueden besarse. El juez dice con una sonrisa.
Los aplausos aplacaron el ruido que mi corazón hacía al recordar las últimas palabras. Camila era mi esposa ahora.
Sus manos fueron a mis mejillas con entusiasmo y yo la sujete por la cintura. Nuestros labios se unieron felizmente.

-Te amo. Pronunció al separarnos. Susurré atontada las mismas palabras, con deseo de mantener junto a mi mucho tiempo más pero de inmediato los invitados se acercaron para felicitarnos.
La hora de fotografías también llego y solo necesitaba mantener mi mano entrelazada con la de ella. Estaba alucinando realmente. Podía mirar su sonrisa entusiasmada recibiendo a las personas más importantes en nuestra vida. Sonriendo y de vez en cuando apretando mi mano para que dejara de mirarla con cara de boba y le ayudará un poco con el protocolo.
Ese día particularmente tenía un brillo especial en sus ojos, en los últimos días no dejaba de tenerlo. Hermosa y era mi esposa, realmente Camila Cabello, mi mejor amiga del colegio y con quien me mantuve alejada tantos años ¿Como pude lograrlo?
Era como estar en un sueño, del que temía despertar.
La cena había comenzado y la playa mantenía aún un poco del atardecer, la luz de la luna estaba cayendo para nosotras.

-¿Estás bien bebé?
Asentí sonriendo y me acerqué para dejar un beso suave en sus labios. El flash de una cámara nos hizo reír.

-Disculpen pero tenía que obtener esta foto para publicarla en mis redes, se ve increíble y ustedes están bueno ¿Como decirlo? ¡Casadas! Gritó Dinah más de lo normal. Algunos invitados comenzaron a reír por su estusiasmo. Vino a nosotras para tomarnos una selfie y darnos un abrazo en el que casi saco todo el aire de mis pulmones.

A mitad de la cena, había tenido mi primer baile con Camila, una melodía lenta, acompañada con piano y en la que no evité abrazarme a su cuerpo y soltar algunas lágrimas, ella también estaba sensible. Me besaba y pronunciaba muchos te amo, incluso cerca de los invitados.
Mis padres no dejaban de sonreír todo el rato, Sinu y Alejandro estaban conmovidos. Les molestaba un poquito que de repente apareciera yo, para quitarles a su hija.
Pero en fin, era toda mía ahora y estaba ansiosa por realmente llevarla conmigo, huir a alguna parte de Europa donde nadie nos conociera, entre ambas habíamos decidido hacer la luna de miel, una aventura incierta, ir al aeropuerto y tomar el primer vuelo, fuera a donde fuera. Yo solo quería estar con ella, para tres semanas juntas en la nada, pero con mi Camz.

-¿Lauren?

-¿Si?
Pregunte y por primera vez en la noche noté un poco de cansancio en sus ojos café. Las horas se pasaban rápido y no tuvimos descanso alguno. Las emociones realmente eran agotadoras y por dios, de verdad que quería irme de ahí y hacerle el amor hasta el día siguiente.
Recargó su cabeza en mi hombro y abrazo mi cintura en el mismo asiento que compartíamos. Los invitados aún permanecían en la pista de baile haciendo sus mejores pasos.

-¿Dónde están Normani y Dinah?
Cierto, nuestras madrinas de boda no estaban en su asiento habitual.

-¿Crees que hayan escapado juntas?
Ella rió tiernamente.

-No lo creo bebé, pero quiero a Dinah junto a mi ahora.

-Pero me tienes a mi. Hice un puchero.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora