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Lauren
Miami

Sinu saltó de su asiento para felicitarnos. En realidad era la persona que menos creía iba a hacerlo. Sus manos rodearon a Camila con mucho cariño. Luego vino para abrazarme con el mismo entusiasmo.
Tres horas previas habíamos aterrizado en Miami, con nuestros padres, en un viaje improvisado de fin de semana, yo necesitaba hablar con sus padres y contarlo a los míos.
Por segunda vez y por extraño que pareciera, todos estábamos en la casa de Camila y con una cena de por medio, esta vez no había malos entendidos y a quien más temíamos, tenía la mejor reacción.
Camz mostraba entusiasmada el anillo a ambas mujeres y mi padre abrazó mis hombros.

-Por fin, hija estaba preocupado por no saber que te deparara el destino, imaginaba que te quedarías a vestir santos, con lo testaruda y mal humorada que eres, pero fue Camila quien iba a provocar esto en ti.
Sonreí como nunca. Mi padre me conocía perfectamente y había sido poco sutil al fingir que no sabía sobre mi enamoramiento con Camila en en colegio.
Cuando finalmente todo lo que había pasado me rompió el corazón, él había estado para mi, para ordenar mi equipaje, mis ideas y en parte mis sentimientos. Me había abrazado apenas estuve instalada en Nueva York. Había besado mi frente y sin hacerme entender, susurró a mi oído.
~Algo tan maravilloso espera a por ti, solo debes tener paciencia~
Todos esos años sin Camila suponía que se refería en el ámbito profesional, pero ahora, actualmente, con mi hermosa prometida frente a mi y su familia, sabía a que se refería, de alguna forma todo eso había conspirado a mi favor y aquí estaba.

-Es hermoso cariño. Dijo mi madre mientras sostenía la mano de mi prometida en las suyas.

-Yo también lo amé. Dijo ella y por fin el momento tenso llego. Alejandro había permanecido en silencio, sobre su silla del comedor y solo mirando nuestras interacciones.

-¿Te casarás con mi hija?

-Sólo si tu me lo permites. Dije con voz nerviosa. Mi padre rió bajo y de la nada tuve a Camz entrelazando nuestras manos.
-Tienes mi palabra de que la haré muy feliz. Sonreí a esos ojos cafés que me robaban la respiración. Aunque el sudor de nuestras manos demostraba el nerviosismo de ambas. Nuestras familias eran importantes y por supuesto ellos debían estar con nosotros en un día tan especial, nos faltaba fijar la fecha aún y queríamos un poco de su ayuda.

-Alejandro, por favor. Dijo Sinu para calmarlo.

-Entiendo. Se puso de pie y tuve que apretar la mano de Camila entre la mía. Casi a punto de estar de frente, la sonrisa de Alejandro lo delató. Me sorprendió verme envuelta entre los dos. Él había dado un abrazo para ambas y parecía muy orgulloso de que nos casaríamos, esperaba que Camz no mencionara nada sobre el bebé, por supuesto que teníamos la cita para la siguiente semana y...

-Además de que quiero contarles algo más. Dijo mi prometida y mis mejillas enrojecieron.
Me miró sonriente.
-Calma bebé, ellos ya lo saben. Se giró hacía a mi para brindarme seguridad de que todo estaba mas que bien. Sonreí tensa pero probé sus labios levemente y quedé atontada.
Nuestros padres esperaban abrazados a cada lado de la mesa, yo solo quería tomar la copa de vino que dejé a la mitad en mi lugar. Sentía calor de la nada.
-Lauren y yo queremos tener un bebé.
Nadie se hizo el sorprendido. Dios ¿De verdad eran tan chismosos? Sinu era la única que sabía oficialmente.
-La próxima semana tendremos la primera cita. Dijo otra vez y todos festejaron. Mi madre acudió a mi para besar mi frente.

-Ya quiero tener un nieto, cariño, sabes que no me negare a esa posibilidad, felicidades mis niñas, estoy muy feliz de sus decisiones.
Asentí entusiasmada y para mi alivio la cena continuó con una charla amena y el postre.
Comenzaron las opiniones sobre las fechas y posibles lugares y no pudo faltar hablar sobre los vestidos de novia.

-Te dije que todo saldría bien. Susurró en mí oído Camz.
Apreté el agarre sobre sus hombros. En realidad todos estaban sumergidos en sus temas de conversación y hasta ahora Camz y yo podíamos tener un poco de nuestro tiempo, en el que todo desaparecía y solo podía mirar a sus ojos cafés, tomé su mejilla suavemente.

-Lo se, siempre tienes la razón...Te amo Camz. Exhale cansada de guardar esas palabras que querían salir a cada rato, tenía la necesidad de decirlas y que ella las escuchara.

-Y yo te amo a ti, te amo mucho Lolo, quiero que se llegue el día ya.
Bese sus labios con un pico y después me dedique solo a sonreír a rozar su mejilla con mi nariz por un buen rato, a escuchar su risita divertida.
Necesitaba llevarla a un lugar más privado y aún no discutíamos sobre donde dormiríamos, si en la casa de mis padres o aquí.

-Deberías descansar, tus ojitos se ven cansados. Susurré.

-Tu te miras igual.
Asentí. Solo quería dormir con ella abrazada a mi.
De la nada ella bostezo haciéndome reír muy alto y llamando la atención del resto en la mesa.
-Creo que necesitamos descansar ahora. Les dijó a todos.

-Toma hija.
Todos estaban fuera de la mesa y mi padre dejó algo en mis manos.
-Son de la casa de la playa, sabes que ahora esta mejor acondicionada pero no quería mencionártelo a modo de sorpresa, será un buen lugar para que descansen las dos.

-Wow, muchas gracias. Sonreí a Camz. Esa casa llevaba un tiempo en la familia, la usábamos de visita muy pocas veces, la última vez recordaba que faltaban muebles y también un poco de pintura, me había olvidado por completo de sus existencia hasta ahora.
Después de despedidas, mi padre nos prestó el coche y cargamos el equipaje ligero.

Veinte minutos después estuvimos frente a la casa. Era blanca con decoraciones coloridas, una palmera a la entrada y el sonido de las olas las veinticuatro horas. Camila se quitó los zapatos altos y corrió hacia enfrente para tocar la arena del mar.

-Me encanta. Gritó. Yo aproveche par sacar el equipaje y guardar el auto. Estuve dentro tan rápido para poder unirme a mi prometida saltando como loca ahí afuera. Me quede sin habla y de la nada tuve a Camz a mi lado, tal vez por lo que había tardado en salir. La casa tenía una decoración hermosa y todos los muebles de madera. Las escaleras que llevaban a las habitaciones lucían iluminadas tenue y algunas fotos de la familia estaban en la pared del pasillo.
Recorrimos el lugar entre sonrisas y tomamos él dormitorio más grande.

-Es hermosa.

-Tu lo eres. Le dije. Bien, tardamos menos de lo necesario para quitarnos la ropa y tirarnos en la cama. Por supuesto eso de dormir nos había llevado más tiempo.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora