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Camila
Nueva York

-Tienes que dormir un poco.
Dinah tocó mi cabello en medio de la oscuridad y yo limpié mis lágrimas.
Aunque apagara todas las luces e intentara acurrucarme sabía que no lo conseguiría.
No iba a poder dormir.
Me hacían falta sus brazos, su olor y ese beso de buenas noches que en los últimos meses se volvía un ritual antes de dormir.
Sollocé en silencio.
-Creo que es momento de que tomes algo de medicamento Camila, para que puedas descansar.

-No lo haré, solo quiero llorar ¿Puedo hacerlo?
Me quejé y acepté el abrazo que me dió.
-Es solo que...extraño mucho a Lauren, demasiado y ella...
Sollocé de nuevo. -No quiere hablarme y no querrá estar conmigo nunca, y yo la amo Dinah, con todo mi corazón.
Asintió sobre mi cabeza y simplemente me apretó.

Desperté horas después por el sonido de un móvil vibrando.
Mis ojos estaban pesados y un dolor agudo en mi garganta me invadió. También sobre mi pecho cuando recordé el motivo de mi estado.
Dinah se removió a mi lado.

-Lo siento, deben ser mis padres.
Salió de la cama y contestó fuera del dormitorio.
Yo aproveché para mirar el techo y sentirme completamente vacía.
Era fin de semana y estaba dispuesta a permanecer en mi cama, no tenía motivación para salir, ni para comer algo, nada. Seria mejor que Dinah se ocupara en otras cosas antes de tener que cuidarme a mi.
-Venga Camila mis padres están en la ciudad y nos han invitado a comer algo.
Entró hablando para mi.

Mis pasos hacia la ducha fueron perezosos y bajó sus quejas logre estar lista y acompañarla.
Ellos eran muy buenos conmigo y sabía que querían verme, yo podía actuar por algunas horas de que mi vida marchaba de maravilla.

-¿Solo están ellos?
Dinah asintió cuando caminamos sobre la acera y entramos a un lujoso restaurante.

-Si y por favor cambia tu carita cariño, debes distraerte y los chistes de papá siempre funcionan.

No habían funcionado, en cambio yo estaba distraída, pensando en ella y mirando su número en mi móvil, quería marcarle otra vez aunque me rechazara.
Me alejé de la mesa con miradas sospechosas y entré al primer cubículo del baño. Llamé. Dio dos timbres y estuve a punto de colgar cuando su voz se escuchó.

-¿Hola?

-Lauren.

-Solo he contestado para pedirte que dejes de intentarlo, Camila, no quiero saber nada de ti y créeme es lo mejor.
Me dejó sin aliento, sin palabras, con un golpe frío en el pecho, después de que cortó la llamada yo me quedé congelada, con mis sentimientos descompuestos y con falta de aire.
¿Como iba a actuar al salir? ¿Como si nada pasara? cuando me pasaba de todo, hasta un maldito tren por encima, dejándome dolorida y con heridas profundas. Que dolían en cada respiro que daba.

Lauren

Miré mi móvil por horas, casi sin parpadear. No creía que iba a ser capaz de decirle eso.
Era como clavarme un montón de espinas en mi cuerpo.
No quería estar triste tampoco y mi fase de valentía había terminado.
Mis manos temblaban arrepentida de soltar todas esas mentiras.
Necesitaba a Camila, simplemente para respirar.
¿Como fui capaz de decírselo?
Cerré los ojos cansada.

-¿Lauren?
Normani entró al dormitorio sin preguntar y lanzó unas fotografías a donde estaba sobre la cama. Era del trabajo, llevábamos horas recomponiendo todo.
-Quieren saber que opinas de estas.
Asentí despertando de mi entumecimiento.

-Yo...les diré en un rato. Contesté apenas.

-¿Pasa algo?
Negué de inmediato, no podría decirle que después de esas dos semanas, por fin había aceptado una llamada de Camila, para rechazarla y contar un montón de tonterías.

-Nada, gracias por ayudarme.
Simplemente dije.

Aunque no quería que saliera del dormitorio, para que me detuviera de hacer cosas de las cuales me iba a arrepentir, no podía decírselo.
Que mierda. Me sentí hecha mierda.

Con los días se convirtió en una necesidad de recuperarme, en olvidar a Camila y dejar de sentirme tan dañada.
Salí a fiestas, me divertí con varías chicas de la revista e ignoré cada una de las peticiones de Normani para que dejara de actuar de forma tan irresponsable.
Mis padres también estaban preocupados.
A mi no me importaba. Era la única forma en que me sentía bien por segundos.
Segundos en los cuales sacaba de mi mente la imagen tan repetida y real de Camila.
Sabía que debía detenerme pero no podía.

Trabajaba por las mañanas hasta muy tarde y solo entraba al departamento para cambiar mi ropa y buscar algún bar, o un lugar que me brindará distracción.

-¿Vas a salir también hoy?
Normani quitó sus lentes de lectura y descanso el libro en su abdomen, para mirarme de pies a cabeza y cruzarse de brazos.
-Lauren, tienes que dejar de hacerlo, no vas a arreglar nada así.

-Es que no quiero arreglar nada, solo vivo mi vida y ya.
Dos meses. Después de esa llamada no supe nada de ella por dos meses, era tan absurdo por que vivía tan cerca. Podría buscarla y llevarme una sorpresa o simplemente sacarla por completo de mi corazón.
Normani se mantenía en contacto pero no le permitía que hablara conmigo de ella.
Suficiente, torturándome con los recuerdos y los sueños que tenía sobre Camila, cada noche.
Busque mi móvil en la entrada del departamento y lleve conmigo las llaves del auto.

-No puedo impedirte salir Lauren, pero por favor regresa temprano y no hagas tonterías ¿Puedes prometerme eso?

-Se cuidarme.
Busque el primer lugar abierto para beber alcohol y escuchar una buena música, también quería conseguir compañía lo más rápido posible y volver al departamento cuando Normani durmiera y no podría reclamarme nada.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora