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Lauren
Miami

Disfrute de sus besos demasiado, cuando un día antes no lo había podido hacer. Se suponía que no debía suceder. Pero ahí estaba sujetando su cuerpo cerca al mío y recibiendo dulces besos. Estábamos en el lugar correcto para besarnos de esa forma.
¿Porqué tenía que llamar Normani en ese momento?
Había arruinado por supuesto el pequeño avance, ella había expuesto como se sentía. Algo de lo que menciono abrió la curiosidad para mi, comprobar que sus palabras eran verdad.
Sentadas y mirándonos fijamente me apeno darme cuenta de que era verdad. Ella hablaba en serio, también la había pasado mal cuando nos alejamos.

Luche para mantener la concentración en el beso y corresponder a las caricias que me daba pero sabía en el fondo de mi que esa llamada era de Normani, que llamaba para saber como iba con el plan.
No podía disfrutar luego de tener eso en la cabeza.

-Normani. Salude y dije entre dientes. -Acabas de arruinar algo.

-¿Ibas a tener sexo con ella?
Silencio. Mierda. Eso no estaba en mi mente ¿Podríamos tenerlo? De pronto no me parecía una locura si no una necesidad.
No me negaría a hacerlo por supuesto.
-¿Lauren?

-No, no es sobre eso, es...solo estábamos hablando y estoy enterándome de algo no tan bueno.

-Sabes, olvídalo Lauren, estás preocupándome ¿Segura que tu ya no sientes nada?
Bien pues el pequeño silencio que hice, podría ser sospechoso, ni entendía cómo lo analizaba ¿Que mierda sentía?

-Ya te he dicho que no.

-Bien, te estás portando grosera, llamaba para darte buenos deseos, ya he terminado con la cena y seguro también tu, como para que estes con ella.

-Perdón, si. Me alejé un poco más de la casa. -Ya extrañaba estar con mi familia y ha ido muy bien, ya sabes....Normani fuera de este tema, ya sabes que te deseo lo mejor siempre cariño, apuesto a que el año traerá mucho para ti. Sonreí. Quería mantener su amistad, el resto de mi vida. La escuché reír.

-Por un año grandioso, ya sabes, para las dos.
Eso quería yo.

-Debo dejarte, te llamaré mañana.

-Hecho, disfruta lo que puedas disfrutar y háblame para contarme.
Con manos temblorosas guarde el móvil en mi bolsillo y subí a la casa otra vez. Camila seguía sentada y silenciosa. Sonrió levemente y yo me disculpé por la interrupción.
No había ido tan mal. Normani me había salvado de continuar con ese beso con altas expectativas. Toque mi pecho y el latir acelerado de mi corazón. Solo eran las sensaciones lo que me tenía así. Estaba inquieta, y tratando de sentirme segura.
La invitación a la playa podría ser buena.
Cuando ella aceptó, ayude con lo necesario para poder caminar junto a ella.
En silencio, solo con el ruido de las olas golpeando en la playa y algunas avez.
Las luces ya no estaban y todo era solitario.
Camila apretó su agarre en mi mano. Una energía rara subía desde el sitio de contacto hasta mi pecho. Mandando señales que no quería sentir.
También me había perdido en la vista que tenía, su perfil y una sonrisa disimulada, el mar de noche y las pocas estrellas que brillaban. Su cabello se movía con el viento leve y el aroma venía directamente a mi.
Era hermoso y no podía negarlo.
Asustada, intenté apartar mi mano pero ella iba a molestarse o creería que yo la alejaba.

-¿Que haces en Nueva York? Si no tienes una playa donde pasear.

-No salgo a la ciudad a decir verdad, trabajo mucho y los fines de semana voy a algún bar o café.
Contesté con sinceridad.
Normani se quejaba de mi constantemente.

-Debe ser increíble para esta época, nunca he estado en Nueva York pero imagino con las calles cubiertas de nieve, lo he visto en las películas.
Camila mordió su labio inferior para evitar una dulce sonrisa.

-Si es muy lindo para estos tiempos, hace demasiado frío, aunque ya extrañaba el clima cálido.
Nos detuvo sobre la arena y me invitó a sentarme. Pero me negué. No quería quedarme otros minutos solo mirándola y sintiéndome atraída por ella.
Se me ocurrió otra cosa. Como meternos al mar y hacer una imagen cliché. Arrastré sus pies a la orilla, donde el agua salada podía mojar nuestros pies. Ella se estremeció un poco al sentirla y mirarme sospechosa.
Bien no me tomó ni dos segundos apoyarla en mis brazos y dejarla caer.
Por supuesto, se quejó y pataleo cuando cayó en cuenta de lo que iba a hacer.
Sus gritos me hicieron reír y más cuando salió del agua tosiendo. Nunca era buena idea gritar y caer al agua.
Su vestido se había arruinado pero a pesar de su cabello totalmente mojada y su cara de enfado se miraba atractiva. Gruñí en mi cabeza y luego solté una carcajada realmente sincera. Salió a brincos y vino hacía a mi para golpear mis hombros levemente, no estaba del todo molesta, también le había parecido divertido.

-Me las pagarás Jauregui. Me alejé de inmediato intentando huir, pero con demasiado esfuerzo logró llevarme a la parte donde las olas golpeaban hasta mis hombros. Entre risas nadamos un poco y ella terminó como yo, dejando solo su ropa interior. Dios. Extrañaba tanto nadar aquí. Al menos no me iría sin sentirlo.

-Eres una idiota, mi madre va a a matarme por arruinar mi atuendo al llegar a casa.

-Wow, la niña buena ha manchado su vestido. Bromee un poco. Sus manos de inmediato comenzaron a lanzar agua a mi cara, la guerra inicio. Sentía mis brazos cansados cuando ella finalmente paro.

-Pensé que ya no eras divertida. Dijo muy cerca de mi. Yo la miré incomoda. Era ella quien se había acercado a mi parte de mar. Se sujetó de mi hombro y no dejó de verme con esa sonrisa en su cara.

-Lo soy, yo pensaba lo mismo de ti.

-Solo somos adultas supongo, pero sabes...que aún puedo vernos como "solo tu y yo"¿Recuerdas eso?
Me tensé pero lógicamente con la pronunciación de esa frase que empleábamos a menudo, y que en algún momento llego a significar esperanza para mi, bajo el agua no se notó mi cuerpo hecho una roca. Asentí silenciosamente. Su mano comenzó a ascender hasta mi cuello y deslizó su palma lentamente en mi nuca, buscando una mayor cercanía si era posible. Sus ojos cafés jugaron con los míos y fue tarde para cuando sentí su cuerpo montado en mi cintura. Era un gran avance que ella volviera a animarme después de la interrupción de hace rato.
Con algo de indecisión logré tomarla por la cintura y flotar según las olas nos llevaban.
Solo estudiando la reacción de la otra, en medio de la noche y con la luna de testigo.
Mierda.
Coloque un mechón mojado detrás de su oreja y ella recargó su frente en la mía.
Un instante después ella tomó mis labios en un beso.
Uno que se alargó lo suficiente como para sentirla tiritar de frío en mis brazos al terminarlo.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora