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Camila
Nueva York

Entré a mi consultorio y detrás de mi, lo hizo Dinah.
Me miró raro.

-¿Que pasa?

-¿Estás sonriendo? ¿Porqué?
Se preguntó extraña. Yo sonreí un poco más.

-Ammm si, creo que es normal, una reacción a emociones Dinah, cuando estas feliz.

-Torpe, me refiero a que cual es el motivo de felicidad, Lauren me llamó en la noche del viernes preocupada por que tu la mandaste a dormir en la sala.
Choque mi palma en la frente, de verdad mi novia tenía que hacer eso, llamar a Dinah para preguntarle que debía hacer.

-Lo siento. Definitivamente todo el fin de semana nos había caído increíble. Ni siquiera salimos del departamento.

-No pasa nada cariño, solo me preocupe por ustedes.
Sonrió amable.

-Estamos bien, tu sabes, la parte de la reconciliación y el mañanero de hoy son la mejor parte.
Levante mis cejas jugando y ella rió.
Lauren misma me había traído hasta la puerta de la clínica y despedido con un dulce beso en los labios.
También no paraba de enviarme mensajes. Era muy tierna y atenta.
A pesar de esa corta discusión, estaba amando cada día, hora y minuto que pasábamos juntas.
Las comidas juntas, pasar las noches abrazadas, haciendo el amor y velando sus sueños.
Vivir con ella era lo mejor que me estaba pasando.

-Dios, deja de dar miedo con esa sonrisa.
Fingió que le daba escalofrío y salió entre risas.
Yo me dejé caer en mi silla antes de llamar al primer paciente del día.
Quería pedirle algo importante a Lauren, pero no sabia como lo iba a tomar.
Algo que de verdad me inquietaba. Pensando que podría asustarla o parecerle muy rápido todo.
Tal vez cinco meses no eran suficientes ¿O si? Conocía a Lauren como a nadie más. Había pasado días buenos y malos con ella. Desde que la conocí. Me fascinaba su forma de ser, única, su mirada, su sonrisa, el amor que reflejaba en ellos cada que me miraba. Mi corazón le regalaba cada latido y moría por saber que ella se sentía tan mía, como yo de ella.
Mi mente decía: pídeselo, dile lo que quieres y escucha lo que tenga por decir.
Sonreí para mi misma y decidí completar mi trabajo.
Entre pacientes no dejaba de pensar en Lauren.
Quería mirarla para comer, para platicar y recordar sus labios aunque hubieran pasado pocas horas desde que los probé con un beso por última vez. La extrañaba.
Además me ponía enfadada al pensar como tendría que trabajar en sus sesiones. Con un montón de modelos en ropa interior o desnudas, peor aún. Era casi fin de mes y ella se atareaba con el trabajo, con la edición y había demasiadas sesiones para completar la revista.
Lo único que me quedaba por hacer era esperarla hoy en la tarde en el departamento.
Suspiré cansada y sonreí en disculpa al paciente que esperaba listo para su limpieza.

Lauren

Dios, deseaba no estar en este lugar. Todos estaban estresados tratando de completar su trabajo.
Quería comer algo también o darme el tiempo para llamar a Camz, pero no me daban la privacidad necesaria. Odiaba estos días. Me llenaban de preguntas e interrumpían mis reuniones finales.

-Lauren. La voz de esa chica era la menos necesaria. Después de que Tajani se fue ella ocupo de nuevo su lugar.

-Hannah. Salude a la modelo. Me sonrió coqueta y yo negué. Ella lo sabía y solo intentaba molestarme. Incluso Camila y ella llevaban una mejor relación. Todo estaba claro, yo tenia una novia y vivía con ella.
Todos ahí lo comprendían ahora.

-Te ves algo mal humorada cariño ¿Quieres que llame a tu chica?

-No, gracias ¿Porqué no regresas a tu trabajo?
Gruñí bajo.
Se encogió de hombros y luego salió de mi vista. Estaba molesta con todo el ruido a mi alrededor. Y en medio de todo también estaba segura de Normani detrás de toda esa idea de Hannah de molestar.
La miré al final del pasillo aguantando la risa. Dios, de verdad necesitaba tener otra amiga.

Eran las 23 horas cuando puse un pie al fin en el departamento.  Normani me acompañó todo el tiempo y la deje en su edificio, la platica nos tomó más del tiempo normal, coincidía con esa idea de que las conversaciones dentro de un auto son las mejores.
El tema tan importante era sobre Camila.
Entré silenciosa a la sala, esperaba a que Camz estuviera dormida y no quería molestarla. Pero no fue así. Sonreí como boba al mirar el ambiente tan cálido que preparó en el comedor. Aprecie las luces tenues sobre la mesa y las flores de centro. Los platillos y finalmente a mi hermosa novia detrás de todo. Lucía espectacular. Con un vestido rojo sencillo completamente ajustado y su cabello rizado como me encantaba. Definitivamente podría saltarme al postre. Sonreí.
Ella correspondió y caminó segura de frente mío.
Sostuvo mi mejilla por unos minutos y sonrió dulcemente. No sabía como respirar.

-Quería esperarte bebé.
Pronunció antes de besarme solo como ella sabía. La apreté por la cintura por miedo a perder su contacto tan rápido.

-Me sorprendiste mi amor, gracias.
Sonrisas. Me percaté de la música baja dentro del ambiente, muy relajante y romántico.
Dejó un beso corto y me ayudo a quitarme el saco que llevaba.

-Te extrañe todo el día y se me ocurrió preparar esto para ti, es una recompensa, trabajas mucho. Sobo mis hombros sin dejar de mirarme. Aún trataba de entender la clase de magia que sus ojos cafés tenían sobre mi. Era hermosa.

-Gracias Camz, nadie había hecho esto por mi, te amo.
Tenía que ser la única, pensé. Siempre.

-Yo te amo también. Entrelazó nuestras manos y caminamos a la mesa donde se sentó justo a mi lado. Entre charlas tomamos la cena. Sin dejar de darnos uno que otro beso. Al finalizar su mano reposaba en mi muslo y yo tenía sus hombros cubiertos por mi brazo. Acariciaba sus labios por segundos y luego la besaba cuando terminaba de contarme algo.
-Bebé necesito hablar contigo de algo.
Se acomodó sobre mi regazo con lentitud y plantó sus labios una vez más en los míos. No me cansaba.

-Dime preciosa, haré lo que tu quieras. Sonrió. Pero luego me arrepentí de lo que dije.

-¿Nunca has pensado en una familia?
Vaya. Quería que fuera mi esposa por supuesto pero en este momento al mirar sus ojos, había un brillo demasiado especial. Sabía que no pediría eso. Mi corazón se aceleró demasiado. La miré pronunciar esas palabras como en cámara lenta.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora