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Camila
Miami

Lauren parecía estar sumergida en algo complejo. Apenas y me había mirado. No entendía que pasaba por su cabeza.
También noté su tensión cuando había hecho esas preguntas, cuando le había contado lo mal que la pasé después de que se fuera.
Por supuesto que volví a esa casa. Buscando respuestas de lo que debía hacer. Arrepentida de no saber actuar sobre muchos asuntos en mi vida. Tal vez madurando por fin.

-Camila.
Su voz ronca pronunció. Yo la miré para mostrarle que estaba atenta a lo que quisiera decirme.
-Yo también te extrañé cuando me fui, demasiado, pero tal vez lo qué pasó esa noche cambió mi mente por completo, siento si no volví, solo quería tomar mi distancia y averiguar que pasaba.

-Esta bien, ya no hay nada por hacer.

-Podemos recuperar el tiempo ahora ¿No?
Yo sonreí sincera y toqué su mejilla. Quería besarla ahí. En ese momento y guardar eso en mi mente.
Miré sus ojos por un largo rato,sintiendo que su aliento golpeaba mis labios, tentándome. No daría un paso atrás. Al estar junto a ella y en ese momento especial, me hacía olvidar todo.
Solo podía pensar en tocar nuestros labios otra vez.
Su mano jugo con mi cabello un rato.
-¿Que hay sobre los besos Camz? Quiero que seas clara ahora.
Sonreí apenada y busqué algún otro lugar donde poner mi mirada, para no perderme en la de ella.
-Por que debo admitir que desde hace años, yo moría por probar tus labios, eres como un sueño hecho realidad ¿Dime que sientes tu?

-Me ha impresionado lo mucho que me hizo sentir ese beso torpe que me diste, luego de eso, he pasado toda la noche pensando en ti y la necesidad que tengo por darte uno más, es...
Sobé su mejilla levemente y cerré los ojos.
-Me...me gustas Lauren, siento algo tan diferente que no me había pasado, eres...

-¿No te da miedo?

-Si.

-Yo igual, pero no dejo de pensar en ti.
Sonreí como boba.
-Supongo que me mantengo alucinada, sigues siendo tan hermosa y tus labios han sido lo más suave que he probado.
Mi corazón latió locamente. Mis labios picaron de necesidad. Ya estaba rendida con ella. No me importaba que iba a marcharse, ni que probablemente eso me dolería más que lo que había pasado con Fredd. Todo tan reciente y tan nuevo.

-¿Que vamos a hacer? Preguntó seria.

-No lo sé Lauren, yo solo quiero dejarme lleva...
No había logrado terminar de hablar. Simplemente Lauren había reposado sus labios en los míos. Como en una caricia, lanzando una alarma de inmediato.
Sujete su cara frente a la mía para que no rompiera el contacto. La seguí.
Mis labios tocaron y lamieron cada parte de su boca.
No lograba recordar un beso tan perfecto. Con nadie.
Me sentía segura con sus labios en los míos y sus manos rodeando mi cintura, bajo la noche y en esa vieja casa del árbol.
Mordió mi labio inferior y su mano jugo entre el limite de mi cintura y mis piernas. Ella iba a tocar en un sitio diferente.
Gemí apenas logró entrar en mi boca una vez más, lamiendo con su lengua firme cada parte de mi. Permanecimos ahí, percibiendo el calor de la otra, sintiendo el latir de su pecho demasiado caliente y el tibio toque de sus dedos en mi piel. Susurrando entre besos.
Acaricié su cabello, toque sus hombros y sus manos, sus mejillas, redujo el espacio entre ambas, como si fuera eso posible.
Nuestros corazones latían al mismo ritmo.
Un móvil sonando nos hizo separarnos de golpe y ella se quejó. Apenada me alejé de ella mientras observaba su móvil y contestaba. Se disculpo con la mirada. Ella bajó de la casa y la vi mover los labios para charlar, en la parte de abajo. Minutos después subió y se sentó a mi lado de nuevo.

-Lo siento, era una amiga para desearme un feliz año, por cierto no me has contado mucho de tus amigos.
Mantuvo la distancia. De verdad lo hizo después de comernos hace unos minutos. Su humor parecía haber cambiado después de esa llamada.

-Dinah, se llama, trabaja conmigo en la clínica.

-¿Solo ella?

-No requiero formar muchas relaciones en comparación contigo, mantengo mi círculo social muy pequeño.
Parecía sorprendida. Y podía estarlo, por que yo era diferente a cuando ella estaba aquí.

-Creo que es lo mejor. Asintió.
Miró su móvil de forma distraída y esquivó mi mirada de muchas formas. El sonido de las luces se había detenido y solo llegaba hasta ahí el de las olas del mar. Un viento suave y las hojas del árbol.
Silencio. Ya no iba a besarme.

-¿Quieres volver a casa?
Asentí dolida. Me apresuré a bajar antes que ella y concentrarme en mantenerme de pie sin sentir que su repentino cambio de humor me hacía caer.
Ella no podía hacerlo cuando ya me tenía. Sentía esa sensación de mariposas en el estómago y sabía que no sería fácil detenerlas, incluso si mencionara que todo había sido una mala idea y quisiera alejarse.
Ella volvería a Nueva York y yo tendría que quedarme con esta sensación en mi pecho. Más hundida que antes. Sostuvo la puerta del auto para mi. De último momento. Habló.

-Camz. Rozó sus dedos por mi barbilla.
-Perdón...mierda. Pronunció. Sin preguntarme si lo deseaba volvió a tomar mis labios en un beso apasionado robándome un suspiró y correspondiendo enseguida.
-Estoy segura de que quiero seguir besándote y averiguando de que va esto....es que, me enfado que nos interrumpieran, he apagado mi móvil ¿Quieres que te lleve a tu casa o prefieres tomar un corto paseo por la playa?
Sonrió de forma única.

-Quiero pasar más tiempo contigo. Dije segura. Mantuvo el auto el resto del camino y estacionó frente a la playa. Me ayudó a quitarme los zapatos para caminar en la arena. Tomando mi mano me guió por la orilla del agua salada.

Sólo tú y yo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora